Hasta ahora, la “diplomacia de las cañoneras” estadounidense se ha mantenido en el terreno de la guerra psicológica, pero puede volverse voraz.
La mayoría de los analistas coincide en que esta vez el objetivo no parece ser solo interceptar cargamentos de drogas, sino que el objetivo es diferente, de carácter político. Más que perseguir cargamentos de cocaína, la intención de esta movilización militar es cambiar al gobierno de Venezuela y reinsertar al país en la esfera de influencia geopolítica de Washington.
Pero la gran duda, la incógnita, no es el motivo del despliegue, sino cuál es el plan. ¿Qué hará Estados Unidos con esta fuerza? Un funcionario estadounidense, en declaraciones off the record, reconoció que enviar semejante flota para operaciones de narcótico era “como combatir con un cañón en una pelea de cuchillos”. Es decir, una desproporción evidente entre el pretexto y los medios desplegados.
La respuesta
Así que, más que un desembarco de tropas, el objetivo sería mantener a Venezuela bajo una tensión permanente, lo que podría incluir el bloqueo de buques petroleros. La intención es debilitar la confianza interna exhibiendo de manera ostentosa la asimetría de poder, con el objetivo de forzar una rendición en la mesa política antes de que la amenaza se materialice.
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