Del ALCA de Bush al garrote sin zanahoria de Trump

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Se cumplieron veinte años de la histórica Cumbre de las Américas en 2005 en la ciudad de Mar del Plata donde se le dijo “NO al ALCA”.  George Bush (h) se volvió con las manos vacías a Washington sin comprender por qué no se había aprobado la gran iniciativa de un Área de Libre Comercio de las Américas.  

El ALCA había sido lanzado con bombos y platillos en Miami en 1994 por Bill Clinton en pleno auge del famoso “Consenso de Washington”.  Carlos Salinas de Gortari de México, Alberto Fujimori de Perú y Carlos Menem de la Argentina marcaban el rumbo como los grandes aliados de la Casa Blanca, donde eran recibidos con alfombra roja. Todo parecía ir sobre ruedas: la sede estaría en Miami, se crearían cerca de 70 mil puestos de trabajo en esa ciudad y en la Casa Blanca sabían que el gran acuerdo de libre comercio beneficiaría, en primer lugar, por supuesto, a las empresas estadounidenses.A 20 años del No al ALCA: la Cumbre que desafió al imperio

Una década más tarde de aquella reunión inicial -que solo excluyó a Cuba- la región había cambiado. En Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela gobernaban presidentes que se oponían a los tratados de libre comercio impulsados por la Casa Blanca. Los cuatro sumaron a Paraguay e hicieron fracasar el ALCA, justamente, en la Cumbre donde había que rubricar el Acuerdo.

Las principales “espadas” de Bush, los presidentes Álvaro Uribe de Colombia, Vicente Fox de México y Alejandro Toledo de Perú, no pudieron torcer el rumbo del encuentro que marcó el fin de una estrategia a largo plazo que tenía Estados Unidos para América Latina. Durante varios años demócratas y republicanos habían armado una iniciativa que se desmoronó como un castillo de naipes y los dejó sin respuestas. Y sin estrategia.

Clinton y Bush compartían un proyecto económico para toda la región que buscaba beneficiarlos e intentaba sumar las voluntades de todos los gobiernos a través de un consenso global.  

El fracaso del ALCA en 2005 los dejó sin perspectiva

Si los años noventa habían sido los años de la hegemonía neoliberal, la cumbre de Mar del Plata marcó el comienzo de la disputa “derechas vs izquierdas” en América Latina. Se acababa la hegemonía y el “Consenso de Washington”. En 2008, apenas tres años después de la Cumbre, y, dejando de lado a Guyana y Surinam, que son dos países que no suelen integrarse, en América del Sur había ocho gobiernos de signo progresista o de izquierda. Además, se habían creado la UNASUR y la CELAC, y solo Colombia y Perú se alineaban con el Departamento de Estado.  

No al ALCA
Foto oficial de la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata

Once años más tarde todo había cambiado otra vez.  En noviembre de 2019 Lula estaba preso, Evo Morales había sido derrocado y Venezuela estaba sola, aislada, en América del Sur. Las derechas parecían haber triunfado nuevamente porque gobernaba Jair Bolsonaro en Brasil, Mauricio Macri en la Argentina, Jeanine Áñez en Bolivia, Iván Duque en Colombia y Lenín Moreno en Ecuador. Estaban convencidos de que se cerraba definitivamente la llamada “década populista”. 

No comprendían que la disputa continuaba y que las derrotas de los gobiernos progresistas eran circunstanciales. Por otra parte, apareció Andrés Manuel López Obrador en México que acabó con el largo ciclo de gobiernos neoliberales; Lula salió de la cárcel y volvió a la presidencia; Gustavo Petro triunfó en Colombia y aparecieron más gobiernos progresistas también en América Central y el Caribe.

A veinte años del “NO al ALCA” la región sigue dividida y nadie puede imponer su hegemonía. Tampoco Donald Trump. A diferencia de la propuesta del ALCA, o incluso de la fallida Alianza para el Progreso impulsada por John F. Kennedy a comienzos de la década de 1960, Trump no tiene una propuesta propositiva para América Latina y el Caribe. Su único “proyecto” es revivir la famosa Doctrina Monroe y evitar la “maligna” influencia china y el avance del “comunismo”.  

Ni siquiera retoma la iniciativa del libre comercio. Más bien todo lo contrario, con su aplicación de aranceles a diestra y siniestra. Es la versión moderna de la famosa doctrina de la zanahoria y el garrote. Solo que Trump ni siquiera trae una zanahoria. Ayudar a que la Argentina no quiebre no es una estrategia regional, es apenas la ayuda a un aliado que rinde pleitesía.  

La suspensión de la décima Cumbre de las Américas que se iba a realizar en diciembre 2025 en la República Dominicana es un reflejo de la falta de visión positiva del habitante de la Casa Blanca.   

Hoy la principal “espada” de Trump es el excéntrico Javier Milei, que por su mesianismo y delirios incluso se pelea con el mexicano Eduardo Verástegui, aliado ideológico y figura clave del trumpismo latino.

Es verdad que después del “NO al ALCA”, las fuerzas progresistas intentaron articular propuestas sin demasiado éxito. Muchas de ellas no pudieron desarrollarlas y otras -como la UNASUR- fueron destruidas por los gobiernos de derecha.

Sin embargo, por ahora, la disputa continúa.

 

* Sociólogo y periodista argentino

 

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