Mundo contemporáneo: el espacio transnacional

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Teódulo López Meléndez.*

Comencé a leer el nuevo milenio con la entrada del año 2000, una invención massmediática de muestra de una “humanidad feliz” que comenzó con el toque de tambores ante el asomo del sol en una perdida isla del Pacífico. Observé entonces que se exterminaban lo husos horarios, que moría lo geográfico y desaparecía la extensión.

De inmediato una compañía relojera suiza anunciaba que ya no mediría más el tiempo con el viejo método del día y de la noche, esto es, aparecía el tiempo universal donde la hora sería la misma en cualquier lugar de este pobre planeta reducido.

Me limité al tiempo en las primeras lecturas, pero ya estaba asomado lo geográfico y la extensión. La expulsión de los gitanos rumanos de Francia me replantea el tema, aunque ya haya abordado los fenómenos migratorios en otros textos. Si a ver bien vamos millones de indocumentados viven en Estados Unidos, hay ciudades con conflictos propios como Marsella; en Alemania se aposenta la comunidad turca más grande del mundo después de la existente en su propio territorio; las "pateras" se hunden con los africanos que tratan de llegar a las costas europeas.

La población se mueve y las teorías economicistas lo explican con las desigualdades sociales, con la falta de oportunidades, con la simple búsqueda de una vida mejor. Se explayan los analistas en decisiones individuales o en emigraciones de talento por razones políticas o en la necesidad de enviar remesas en monedas fuertes para una familia desfalleciente.

Pero la magnitud del escándalo producido por la expulsión de los gitanos rumanos contrariando las normas y principios de la Unión Europea me ha indicado que estamos llegando a un punto de conflictividad y de ruptura que excede la magnitud del hecho en sí para convertirse en un pequeño síntoma de una profunda nueva realidad. Es obvio que los países europeos pagan sus aventuras coloniales con el regreso de las poblaciones que alguna vez ocuparon, dado que los emigrantes no conocen otra lengua o cultura alternas.

No es el caso de los gitanos, obviamente, pero el conjunto de situaciones nos llevó en su momento a analizar la transculturización que Europa enfrentaba, obligada, a mi manera de ver, a convertirse en sociedades multirraciales lo que a su vez planteaba el tema peliagudo de la imposición de una cultura sobre otra o de la posibilidad de un intercambio creador.

Una cosa es cierta: los procesos globalizadores, la irrupción de la instantaneidad, la presencia de internet acabó con el sedentarismo. Cada día apreciamos como se pertenece cada vez menos a un lugar concreto. Yo aquí nací, aquí crecí y aquí morí, es cosa del pasado. Tras la ruptura del tiempo ahora hemos arribado a la ruptura del espacio.

Ayuda la crisis del Estado-nación, el surgimiento de un mundo nuevo guiado por principios universales sobre derechos humanos, las nuevas formas políticas que emergen y las viejas de signo totalitario que reaparecen, todo es cierto; pero la verdad es que la tecnología nos está permitiendo conocer al otro, nos está forzando a salir un tanto del aislamiento cínico.

El concepto mismo de vivir la vida está cambiando aceleradamente; hemos llegado al punto de considerar a la vida como transnacional y, por supuesto, el espacio se rompe, viejos conceptos como geopolítica se van a la tumba y henos aquí llegando al concepto de un espacio transnacional que no tiene nada que ver con las viejas limitaciones de fronteras, idiomas, documentaciones legales y demás pergaminos de la antigua organización planetaria.

El antiguo espacio territorial se ve ahora afectado por un abandono de la intromisión militar, como se desprende de los empeños del presidente Obama frente a las guerras que heredó en Iraq y Afganistán. Ahora se recurre a los métodos comerciales. La lógica del conflicto ha sido cambiada por la gramática del comercio.

El verdadero espacio ahora es la electrónica. Los viejos razonamientos de un espacio suficiente para atender a una población han sido sustituidos por un concepto de distribución de tiempo. En infinidad de ciudades hay mercados locales, desde alimentos hasta animales o flores, pero el verdadero mercado es ahora el momento del contacto. Espacio es ahora velocidad. Es lo que Castell denomina “espacio de los flujos”, esto es, una nueva organización de las prácticas sociales en tiempo compartido, lo que se está convirtiendo en territorio compartido.

El mundo ha dejado de ser un recinto con límites. Nos estamos aproximando a un fenómeno social equivalente a la mudanza de las poblaciones rurales hacia los grandes conglomerados urbanos. Partes importantes de la población están sumidas en lo disfuncional, ya no pueden estudiarse los movimientos poblacionales con geografía descriptiva y la causalidad de los sucesos políticos ha emigrado con la vieja noción de geopolítica.

El nuevo espacio

El concepto de espacio fue objeto de estudio en primer lugar por la filosofía y después por la física. Las conclusiones que uno va encontrando parecen adecuarse al presente momento, si pensamos, por ejemplo, en Einstein describiéndolo como el continente de todos los objetos materiales. En el campo filosófico Aristóteles implantó el concepto original, al definirlo como un límite inmóvil y Platón identificó espacio con materia, lo que nos lleva a concluir que para él no existía espacio sin materia. Descartes no llevaba su diferenciación de tiempo y espacio más que a lo nominal, pero Leibniz señaló que el espacio era algo simplemente relativo. O Kant o Heidegger.

No pretendemos un resumen de las concepciones filosóficas sobre el espacio, simplemente apuntamos algunas porque algo nos dicen sobre este espacio transnacional que ahora se asoma en los fenómenos migratorios.

Occidente siempre ha parecido manejar el concepto de lleno como lo opuesto a lo vacío. Espacio se está convirtiendo en algo similar a un intervalo. La tecnología nos permite estar en dos o más  lugares a la vez, y de lo virtual se pasa a lo real.

La resistencia al movimiento de los cuerpos es cada vez más difícil, de modo que la continuidad de los pasos es lo que se hace extensión. Si volvemos a la física tal vez podamos hablar de mecánica ondulatoria como conjunto. El espacio parece hacerse uno solo. Las viejas formas de oponerse se resquebrajan. El espacio se ha hecho transnacional.

Escritor.

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