Venezuela: cuando un desastre hace caer las máscaras

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Néstor Francia.*

La matriz que trata de imponer la canalla mediática en torno a la situación de las lluvias, a través de “informaciones” y columnas de opinión, se fundamenta principalmente en dos premisas: que el gobierno actúa improvisadamente y que lo hace con demagogia.

Por supuesto, ante una emergencia cualquiera, un gobierno, el que sea, debe actuar sobre la marcha, con actitud de urgencia, dando respuestas inmediatas, aunque estas den paso luego a planes estudiados con un mayor sosiego.

Nadie niega que en Venezuela aun tenemos una inmensa deuda social heredada desde hace décadas. El problema de la vivienda y de los asentamientos urbanos son muestras de ello. No hay duda de que muchas políticas de vivienda emprendidas por la Revolución han sido fallidas o al menos insuficientes, esto lo ha reconocido el propio gobierno antes de que sucediera esta tragedia. Pero igualmente es imposible ocultar la profunda vocación social que caracteriza a nuestro gobierno y particularmente a Hugo Chávez.

Problemas sociales heredados habrá todavía por mucho tiempo. La carga que nos dejaron es muy pesada y, por otra parte, estamos aprendiendo en el camino, estamos adelantando la titánica tarea de cambiar los cauchos con el carro rodando. Sin embargo, la actual circunstancia provee nuevas lecciones para nuestro pueblo. Basta con contrastar cómo actúan los diversos sectores para establecer las diferencias.

Mientras el gobierno revolucionario se hace omnipresente, con heroicas medidas que pasan por encima de todos los protocolos y convenciones, rompiendo paradigmas, resolviendo lo urgente de manera creativa y solidaria, con el líder destacadamente a la cabeza, la contrarrevolución se muestra mezquina, pequeña, invisible en las calles anegadas, en los refugios, en los barrios sufrientes.

Esta ausencia ni siquiera ha podido ser disimulada por la canalla mediática, que está actuando de manera reactiva, criticando, negando, ocultando, pero avasallada una vez más por la insólita energía de Chávez y su apuesta radical por los necesitados. Tal como sostuvo el vice Elías Jaua,:

“El gobernador de Miranda demostró el carácter insensible de la burguesía. El presidente tomó una medida para que las personas pudieran dormir con sus niñas y niños en una cama seca, en hoteles que estaban vacíos… Al gobernador no le importa que las personas duerman en las aceras de los pueblos inundados”.

Tal como dijimos en análisis anterior, las aguas retrocederán, y en la memoria del pueblo quedará dominando la imagen de este hombre vestido en traje de campaña, asumiendo su liderazgo unido a los pobres, cercano a ellos, poniendo a su disposición palacios, cuarteles, hoteles, clubes vacacionales, dándoles la prioridad que nunca nadie les dio y colocando las cosas en su lugar: ante la tragedia, que los que más poseen también se sacrifiquen y que brillen así la más hondas razones de la Revolución: el amor, la solidaridad, la justicia.

En este contexto, otras caretas tienden a caerse. Ramón Rodríguez Chacín, vocero del Partido Socialista Unido de Venezuela, criticó el poco apoyo que ha prestado la Iglesia Católica a los damnificados: “Nosotros que estamos en el barro, no hemos visto la participación de la Iglesia Católica”. Tanto que estos jerarcas fariseos buscan a los medios cuando se trata de atacar a Chávez, pero ahora no aparecen por ninguna parte. No han ofrecido nada: ni los templos, ni las casas de retiro, ni las casas parroquiales ¡Vaya clase de cristianos!

Entretanto, otros hechos dejan al desnudo la incoherencia de la canalla opositora. Mientras Capriles Radonsky “defiende” a los hoteles, los dueños de estos colaboran. El diputado socialista electo Diosdado Cabello, quien se encontraba en Barlovento, expresó: “Los dueños de los hoteles tienen una buena disposición (…) no creemos que haya ningún inconveniente”. Insistió Cabello que la buena disposición de los regentes hoteleros en la zona echa por tierra las manipulaciones de los sectores de oposición que hablan de invasiones.

Mientras todo esto ocurre, el panorama se va tornando cada vez más claro. El camarada José Vicente Rangel comienza a comprender a plenitud lo que señalamos en estos análisis cuando él hablaba de diálogo con la oposición y nosotros negábamos esa posibilidad, ante la evidencia de que esa oposición contrarrevolucionaria no quiere nada bueno para el país, ni le importa un comino el pueblo, solo quiere derrocar a Chávez, revertir los logros de la Revolución y recuperar el poder y con ellos sus groseros privilegios. En su columna de ayer, José Vicente finalmente parece aceptar esta patente realidad, al afirmar:

“Esa oposición que hace frente, en bloque, con grupos en el exterior que conspiran abiertamente contra la soberanía nacional; que no oculta su propósito de derrocar al gobierno constitucional, e incluso de asesinar a Chávez; que llega al extremo de compartir con furibundos voceros del imperio, plantea un desafío que liquida cualquier posibilidad de diálogo. Que ubica la política en un escenario de batalla. Porque Chávez y el gobierno bolivariano están obligados a defenderse.

La revolución no puede aceptar que las reglas de juego de la democracia sean alteradas por quienes tienen y alientan aviesos propósitos” ¡Bien por José Vicente! Lo que está a la vista no necesita anteojos.

* Analista de asuntos políticos.

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