Fernando Bonsembiante / Ciencia-ficción y mitología: el fin del mundo y el eterno retorno

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Las teorías del "Gran Tiempo" van casi siempre acompañadas por el mito de las edades sucesivas, encontrándose siempre la "Edad de Oro" al principio del ciclo, cerca del illud tempus paradigmático. En ambas doctrinas —la del tiempo-cíclico infinito y la del tiempo-cíclico limitado— esa edad de oro es recuperable; en otros términos, es repetible, una infinidad de veces en la primera doctrina, una sola vez en la otra. No recordamos esos hechos por su interés intrínseco sino para aclarar el sentido de la "historia" desde el punto de vista de cada doctrina.
Mircea Elíade, El mito del eterno retorno.

En una fórmula sumaria podría decirse que, para los primitivos, el Fin del Mundo ha tenido lugar ya, aunque deba reproducirse en un futuro más o menos alejado. En efecto, los mitos de cataclismos cósmicos están extraordinariamente extendidos. Narran cómo el Mundo fue destruido y la humanidad aniquilada, a excepción de una pareja o de algunos supervivientes. Los mitos del Diluvio son los más numerosos y conocidos casi universalmente (aunque son sumamente raros en África). Al lado de los mitos diluvianos, otros relatan la destrucción de la humanidad por cataclismos de proporciones cósmicas: temblores de tierra, incendios, derrumbamiento de montañas, epidemias, etc. Evidentemente, este Fin del Mundo no fue radical: fue más bien el fin de una humanidad, seguido de la aparición de una humanidad nueva. Pero la inmersión total de la Tierra en las Aguas, o su destrucción por el Fuego, seguida por la emergencia de una Tierra virgen, simbolizan la regresión al Caos y la cosmogonía.

En un gran número de mitos, el Diluvio está unido a una falta ritual, que provocó la cólera del Ser Supremo; a veces resulta simplemente el deseo de un Ser divino de poner fin a la humanidad. Pero si se examinan los mitos que anuncian el próximo Diluvio, se comprueba que una de las causas principales reside en los pecados de los hombres y también en la decrepitud del Mundo. El Diluvio ha dado paso a la vez a una recreación del Mundo y a una regeneración de la humanidad.

Dicho de otro modo: el fin del mundo en el pasado, y el que tendrá lugar en el futuro, representan la proyección gigantesca, a escala macrocósmica y con una intensidad dramática excepcional, del sistema mítico-ritual de la fiesta del año nuevo. Pero esta vez no se trata ya de lo que podría llamarse el «fin natural» del mundo -«natural» porque coincide con el fin del año y, por tanto, forma parte integrante del ciclo cósmico-, sino de una catástrofe real provocada por los seres divinos.
Mircea Elíade, Mito y realidad.

El fin del mundo es un tema recurrente en la ciencia-ficción. En la Biblia encontramos esta estructura cíclica, la destrucción del mundo seguida por una edad de oro, como la historia de Noé y el diluvio universal. Las historias de diluvios y destrucciones varias del mundo se repiten una y otra vez en la mitología universal. El caos fue el estado original del mundo, luego el dios o ser superior organizó ese caos y lo convirtió en un paraíso terrenal.

Ese mundo perfecto, con el tiempo, se fue degradando y convirtiéndose en esta situación en la que estamos ahora, una sociedad que dista de ser perfecta. Pero por supuesto que hay una esperanza. Para el "justo", el que obedece los preceptos del dios. El creador volverá al mundo, una vez destruido, y construirá una nueva humanidad con las cenizas de la anterior. No por nada la nave que inaugura la edad de oro de "Star Trek" se llama Fénix, la mítica ave que se quema y luego renace a partir de sus cenizas.

La estructura cíclica del día, el año o las fases lunares sugieren esa destrucción y la nueva creación que le sigue. El desarrollo de la agricultura le dio más fuerza a esas creencias. El invierno significa escasez, pocas plantas y animales, poca comida, frío, oscuridad y miedo. La primavera nos salva de la muerte segura que significaría un invierno eterno, es una intervención de la divinidad para salvarnos la vida. Si esto se repite todos los años, es esperable que el esquema siga siendo válido para los tiempos históricos: una edad primitiva de abundancia donde nadie tenía que trabajar porque había lo suficiente para todos, un invierno causado por el agotamiento de los recursos naturales, y de alguna manera milagrosa o no tanto, la vuelta a un verano donde la humanidad deja de sufrir.

La historia europea misma es un ejemplo de este pensamiento. La edad de oro del Imperio Romano, el invierno de la edad media y las cruzadas, las plagas y la escasez, la edad de oro del renacimiento, el descubrimiento de América y la riqueza conseguida a costa, por supuesto, del sufrimiento de los habitantes originales de América. La gran crisis de la  Muerte Negra o plaga en Europa, en los siglos del 12 en adelante, causó que mucha gente creyera que el fin del mundo había llegado. Las plagas causaron la muerte de millones, y los sobrevivientes vivieron una pequeña edad de oro gracias a las tierras y riquezas que dejaron los muertos.

Incluso Hitler quiso restaurar la edad de oro del Imperio Romano creando su imperio que duraría mil años, exactamente como predecía el libro del Apocalipsis (aunque sólo duró 12 años). Y no dudó en destruir media Europa mediante la guerra para lograrlo. Según este mito, solo se llega a una edad de oro después de una destrucción casi total del mundo. Incluso alguien tan opuesto a Hitler como Stalin, o sus aliados como Franco o Mussolini, utilizaban los mismos métodos para crear una edad de oro: destrucción masiva de todo lo que pudiera oponerse a su utopía, sin importar si eran libros, íconos religiosos o gente.

También es importante notar que la destrucción de Europa sería vista como un "fin del mundo" para los europeos así como la conquista de América sería un fin del mundo para los habitantes originales de América, sin importar lo que pase realmente en el "resto del mundo". Por lo general se usa la frase "el fin del mundo tal cual lo conocemos" para expresar este desastre y caos que no necesariamente implica la muerte de toda la humanidad o la destrucción física del planeta Tierra.

Las películas que analizamos en la nota anterior son ejemplos de la forma más optimista de este mito. En "2001" ni siquiera se destruye el mundo. Aunque en la idea original de la película, Kubrick planeaba sugerirlo haciendo que el "niño cósmico" haga explotar las armas nucleares en órbita terrestre, también marca el inicio de la humanidad con la invención de la primera arma (el garrote), y si bien no es fácil de notar en la película, cuando el mono lanza el garrote al aire, este se superpone con la imagen de un arma nuclear en órbita al cambiar de escena y seguir la historia en el futuro.

En "Star Trek First Contact" efectivamente hubo una destrucción del mundo por la tercera guerra mundial, antes de la edad de oro que viene con la llegada de los extraterrestres, pero no se insiste demasiado en ese tema.

Para irnos directamente al extremo opuesto, podemos considerar la película clásica "Soylent Green", basada en el libro "¡Hagan sitio, hagan sitio!" de Harry Harrison. A lo largo de la película vemos el mundo del futuro: superpoblación, hambre generalizada, pobreza, calor por el efecto invernadero (sí, desde 1973, e incluso antes, se esperaba el calentamiento global, la única sorpresa es que haya gente sorprendida porque esté pasando ahora). Esta película es verdaderamente pesimista. Una rareza para la tendencia hacia los finales felices de Hollywood.

El fin del mundo sugerido por "Soylent Green" es el agotamiento de los recursos naturales. La pesadilla predicha por el economista Thomas Malthus: demasiada gente y poca comida. Las imágenes son muy explícitas. Gente durmiendo por montones en las escaleras de los edificios (algo que ya podemos ver en la realidad, en las grandes ciudades, todavía a escala mucho menor). La gente que pide ser alimentada por el gobierno, porque por supuesto es imposible conseguir trabajo. La comida repartida no alcanza, y hay frecuentes motines de miles de personas que luchan por la supervivencia. La policía intenta controlarlos, pero los palos y granadas lacrimógenas no alcanzan, y existen las "palas", camiones que levantan paladas de gente y las llevan a otro lado, si sobreviven a ese tratamiento.

Por supuesto, la gente es "basura" en ese mundo. Hay tantos, que sobran. Solo los ricos, una elite, vive con una cierta comodidad, comen carne de vez en cuando, tienen suficiente agua como para bañarse, aire acondicionado y electricidad sin cortes. Pero viven encerrados en sus departamentos con custodia. Este es un fin del mundo por agotamiento. El protagonista, actuado por Charlton Heston, descubre una serie de secretos de Estado, ese conocimiento lo lleva a la muerte, sin ni siquiera poder convencer a nadie de lo que realmente está pasando.

Los secretos son: La riqueza de los océanos, el plancton que está alimentando a las grandes masas de desocupados y pobres, está muriendo. Tarde o temprano se va a acabar la comida. La comida que da nombre a la película, el Soylent Verde, no está hecho, como todos piensan, de plancton. El último alimento realmente nutritivo que el gobierno (o las corporaciones que manejan el mundo) están distribuyendo para evitar que la gente se muera de hambre, es, justamente, gente, los cadáveres de los muertos en represiones policiales, o los voluntarios que optan por la eutanasia. La humanidad volvió al canibalismo como tantas veces en la historia, en sus peores tiempos de hambruna. Aunque esta vez la carne humana esté disfrazada como galletas verdes de un supuesto origen marino.

El final de la película es desesperante, con Heston gritando como un loco las verdades que descubrió, y nadie le hace el menor caso. Cualquier semejanza de esta película de 1973 con la realidad del año 2008, es pura coincidencia, por supuesto… En este caso no hay una edad de oro después del fin del mundo.

Después de esta película tan oscura, podemos encontrar mensajes de esperanza hasta en las historias de zombies que dominan el mundo. Y vamos a empezar con una nota alegre, "HΩmega man", la parodia de Los Simpson a "Omega Man", otra película con Charlton Heston, actor que vamos a encontrar en muchas películas sobre el fin del mundo.

El artículo se publicó en la revista dedicada a la ciencia-ficción de la Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid, España; en ella se encontrará más información y enlaces a números anteriores.
 

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