Los dictadores no dictan, obedecen órdenes (a propósito de Egipto)

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Michel Chossudovsky*
El régimen de Mubarak podría caer frente a un movimiento nacional de protesta… ¿Cuáles son las perspectivas para Egipto y el mundo árabe? Lo cierto es que los “dictadores” no dictan, obedecen órdenes. Esto es verdad en Egipto, Túnez y Argelia. Los dictadores son invariablemente títeres políticos. Los dictadores no deciden.

El presidente Hosni Mubarak fue un fiel sirviente de intereses económicos occidentales y lo mismo vale para Ben Alí. Hoy, el gobierno nacional es el objeto del movimiento de protesta.
El objetivo es derrocar al títere en lugar del titiritero.

Las consignas en Egipto son “Abajo Mubarak, abajo el régimen”. No se habla de carteles contra EE.UU… La influencia decisiva y destructiva de EE.UU. en Egipto y en todo Medio Oriente sigue sin mencionarse.

Las potencias extranjeras que operan entre bastidores están protegidas contra el movimiento de protesta.

No habrá ningún cambio político significativo a menos que el movimiento de protesta encare directamente el tema de la injerencia extranjera

La embajada de EE.UU. en El Cairo es una importante entidad política que invariablemente resta importancia al gobierno nacional. La embajada no es un objetivo del movimiento de protesta.

En 1991 se impuso en Egipto un devastador programa del FMI en el momento álgido de la Guerra del Golfo. Se negoció a cambio de la anulación de la multimillonaria deuda militar de Egipto con EE.UU. así como de su participación en la guerra. La desregulación resultante de los precios de los alimentos, la arrolladora privatización y las masivas medidas de austeridad llevaron al empobrecimiento de la población egipcia y a la desestabilización de su economía. Elogiaron al gobierno de Mubarak como “alumno modelo del FMI”.

El papel del gobierno de Ben Alí en Túnez fue imponer la mortífera medicina económica del FMI, que durante un período de más de veinte años sirvió para desestabilizar la economía nacional y empobrecer a la población tunecina. Durante los últimos 23 años, la política económica y social en Túnez ha sido dictada por el Consenso de Washington.

Tanto Hosni Mubarak como Ben Alí permanecieron en el poder porque sus gobiernos obedecieron e impusieron efectivamente los dictados del FMI.

De Pinochet y Videla a Baby Doc, Ben Alí y Mubarak, los dictadores han sido instalados por Washington. Históricamente en Latinoamérica, los dictadores fueron colocados en sus sitios mediante una serie de golpes militares patrocinados por EE.UU. En el mundo actual se hace mediante “elecciones libres y limpias” bajo la supervisión de la “comunidad internacional”. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.

Nuestro mensaje al movimiento de protesta:

    Las verdaderas decisiones se toman en Washington DC, en el Departamento de Estado de EE.UU., en el Pentágono, en Langley, central de la CIA, en H Street NW, la central del Banco Mundial, y en el FMI.

    Hay que encarar la relación del “dictador” con los intereses extranjeros. Derrocad a los títeres políticos pero no olvidéis que hay que atacar a los “verdaderos dictadores”.

    El movimiento de protesta debería concentrarse en la verdadera sede de la autoridad política; debería tener en la mira (de manera pacífica, ordenada y no violenta) a la embajada de EE.UU., la delegación de la Unión Europea, las misiones nacionales del FMI y del Banco Mundial.

Un cambio político significativo sólo se puede asegurar si se abandona la agenda de política económica neoliberal.

Reemplazo del régimen

Si el movimiento de protesta no se plantea el papel de las potencias extranjeras incluidas las presiones ejercidas por “inversionistas”, acreedores externos e instituciones financieras internacionales, no se logrará el objetivo de la soberanía nacional. En cuyo caso, lo que ocurrirá es un proceso limitado de “reemplazo de régimen”, que asegure la continuidad política.

Los “dictadores” son instalados y removidos. Cuando están desacreditados políticamente y ya no sirven a los intereses de sus patrocinadores estadounidenses se les reemplaza por un nuevo líder, reclutado frecuentemente en las filas de la oposición política.

En Túnez el gobierno de Obama ya se ha posicionado. Se propone jugar un papel crucial en el “programa de democratización” (es decir la celebración de las denominadas elecciones limpias). También se propone utilizar la crisis política como medio para debilitar el papel de Francia y consolidar su posición en el norte de África:

“EE.UU., que evaluó rápidamente la oleada de protesta en las calles de Túnez, trata de aprovechar su ventaja para presionar por reformas democráticas en el país, y más allá.

El enviado de más alto rango de EE.UU. para Medio Oriente, Jeffrey Feltman, fue el primer funcionario extranjero que llegó al país después de que el presidente Zine El Abidine Ben Alí fue depuesto el 14 de enero y rápidamente llamó a realizar reformas. Dijo el martes que sólo unas elecciones libres y limpias fortalecerían y otorgaran credibilidad a la dirigencia asediada del Estado norteafricano.

“Ciertamente espero que utilizaremos el ejemplo tunecino”, agregó el secretario adjunto de Estado Feltman en conversaciones con otros Estados árabes.

Fue enviado al país norteafricano para ofrecer ayuda de EE.UU. en la turbulenta transición del poder, y se reunió con ministros tunecinos y personalidades de la sociedad civil.

Feltman viaja a París el miércoles para discutir la crisis con los dirigentes franceses, reforzando la impresión de que EE.UU. dirige el apoyo internacional para un nuevo Túnez, en detrimento de la antigua potencia colonial, Francia…

Las naciones occidentales apoyaron durante mucho tiempo a la dirigencia depuesta de Túnez, por verla como un bastión contra militantes islámicos en la región norteafricana.

En 2006, el entonces secretario de defensa de EE.UU. Donald Rumsfeld, hablando en Túnez, elogió la evolución del país.

Explotando la situación, la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton intervino ágilmente con un discurso en Doha el 13 de enero, advirtiendo a los dirigentes árabes que permitieran más libertades a sus ciudadanos.

“No cabe duda que EE.UU. trata de posicionarse muy rápido del lado bueno…” “AFP: “EE.UU. ayuda a conformar el resultado del levantamiento tunecino,”

¿Tendrá éxito Washington en la instalación de un nuevo régimen títere?

Depende en gran parte de la capacidad del movimiento de protesta al encarar el papel insidioso de EE.UU. en los asuntos internos del país.

No se mencionan los poderes preponderantes del imperio. Con una amarga ironía, el presidente Obama ha expresado su apoyo al movimiento de protesta.

Mucha gente dentro del movimiento de protesta cree que el presidente Obama está comprometido con la democracia y los derechos humanos, apoya la decisión de la oposición de deponer a un dictador, instalado por EE.UU. para comenzar.

Captación de dirigentes de la oposición

el apoyo a la Hermandad Musulmana por “la encomiable capacidad de derrocar a Nasser”. 1954-1970: CIA and the Muslim Brotherhood Ally to Oppose Egyptian President Nasser. Esos vínculos encubiertos con la CIA se mantuvieron después de Nasser.

Comentarios finales

La remoción de Hosni Mubarak ha estado, durante varios años, entre los planes de la política exterior de EE.UU.

El reemplazo del régimen sirve para asegurar la continuidad, mientras suministra la ilusión de que ha tenido lugar un cambio político significativo.

La agenda de Washington para Egipto ha sido “secuestrar el movimiento de protesta” y reemplazar al presidente Hosni Mubarak por otro jefe de Estado títere, dócil. El objetivo de Washington es sustentar los intereses de potencias extranjeras, defender la agenda económica neoliberal que ha servido para empobrecer a la población egipcia.

Desde el punto de vista de Washington, el reemplazo del régimen ya no requiere la instalación de un régimen militar autoritario como durante el apogeo del imperialismo de EE.UU. Puede ser implementado mediante la captación de partidos políticos, incluida la izquierda, el financiamiento de grupos de la sociedad civil, la infiltración del movimiento de protesta y la manipulación de elecciones nacionales.

Con referencia al movimiento de protesta en Egipto, el presidente Obama declaró en una transmisión por vídeo en YouTube el 28 de enero: “El gobierno no debe recurrir a la violencia”. La pregunta más fundamental es ¿cuál es la fuente de esa violencia? Egipto es el mayor beneficiario de ayuda militar de EE.UU. después de Israel. Los militares egipcios éstán considerados la base del poder del régimen de Mubarak:

“El ejército y las fuerzas policiales del país están armados hasta los dientes gracias a más de 1.000 millones de dólares anuales de Washington… Cuando EE.UU. describe oficialmente a Egipto como “aliado importante” se refiere sin querer al papel de Mubarak como puesto avanzado para operaciones militares y tácticas de guerra sucia en Medio Oriente y más allá. Existe clara evidencia de grupos internacionales de derechos humanos de que innumerables “sospechosos” entregados por fuerzas de EE.UU. en sus diversos territorios de operaciones (criminales) son arrojados en secreto a Egipto para “interrogatorio profundo”. El país sirve como un gigantesco “Guantánamo” en Medio Oriente, convenientemente oculto al interés público estadounidense y libre de sutilezas legales sobre derechos humanos.” (Finian Cunningham, Egypt: US-Backed Repression is Insight for American Public, Global Research, 28 de enero de 2010).

EE.UU. no es un “modelo ejemplar” de democracia para Medio Oriente. La presencia militar de EE.UU. impuesta a Egipto y al mundo árabe durante más de 20 años, combinada con reformas “de libre mercado” constituye la raíz de la violencia estatal.

La intención de EE.UU. es utilizar el movimiento de protesta para instalar un nuevo régimen.

El movimiento popular debería reorientar sus energías: Identificar la relación entre EE.UU. y “el dictador”. Derrocar al títere político de EE.UU. pero sin olvidar a los “verdaderos dictadores”.

Reorientar el proceso de cambio de régimen.

Desmantelar las reformas neoliberales.

Cerrar las bases militares de EE.UU. en el mundo árabe.

Establecer un gobierno verdaderamente soberano.

*Experto geopolítico canadiense. Publicado en Global Research

 

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