Traducciones: Los autores suramericanos no parecen seguir las modas literarias

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Luis Benítez.*

Bien conocida por su pasión de traducir a autores latinoamericanos y luchar por que sean publicados en Francia, la escritora y traductora Fraçoise Laly nos brinda precisiones respecto de su trabajo en un medio difícil, dominado por los modelos anglosajones y la exigencia de ventas masivas: los best sellers.

Françoise Christine Laly nació el 6 de octubre de 1962 en Burdeos, Francia. Es bachiller en Letras y ha publicado los siguientes títulos: Juillet mon amour (novela, Le Méridien Editeur, 1987, París); Chlorophylle (novela, La Nouvelle Pléiade, 1991, Fitou, Francia); Valparaíso, la ville de mes fantômes (traducción de la biografía de Manuel Peña Muñoz “Valparaíso, la ciudad de mis fantasmas”, Chile, Ed. Vents Salés, 2010, Burdeos, Francia); Une enfance sous Mao (traducción de la biografía de Guo Yue y Clare Farrow “Music, food and love”,  Gran Bretaña, Ed. Autrement, 2011, París); Dicho limitado (poesías francés/castellano, Ed. Nueva Generación, 2011, Buenos Aires). Está a punto de ser editada su traducción de “A cuerpo abierto”, de la poeta argentina Graciela Licciardi.

—¿Cuál es su trayectoria en cuanto escritora?

—Escribo desde muy joven, me veo muy bien a la edad de ocho o nueve años en el salón de mi abuela, sentada en su escritorio, con una resma de papel y un bolígrafo, preguntando “¿Abuelita, que podría escribir?” Tal vez fue primordial el contacto con el papel antes del placer de expresar palabras…

"En la escuela, por suerte tuve un profesor de francés que me dejaba hacer casi lo que quería durante las clases y así escribí montones de textos, de relatos que compartí con mis compañertos. A los 14 ó 15 empecé a escribir poesía, luego novelas y desde entonces nunca me detuve.

"Por supuesto, la vida hizo que tuviera que trabajar en otras cosas para sobrevivir, y pasé algunos años sin preocuparme mucho de publicación o de la difusión. Los días fueron demasiado cortos. Y hace cuatro años, cuando mi padre falleció, decidí cambiar todo en mi vida y dedicarme realmente a lo que me gusta más, es decir: la escritura en todas sus formas…

—¿Qué autores han influido más en su obra y por qué?

—Tengo una inmensa admiración por Paul Eluard (poeta francés del inicio del siglo XX), así como por todos los surrealistas, que manejaban las palabras de manera anticonvencional e intentaban renovarr la expresión literaria y artística.

"También me motivó mucho Fernando Arrabal (un español emigrado a Francia que nunca pudo escribir en su propio idioma por razones políticas entoinces evidentes), a quien descubrí en una librería de Burdeos en los años setentas. Baudelaire también, por su desesperanza. Y Rimbaud… ¡porque es Rimbaud!"

—¿Cuáles son los temas habituales en su obra?

—Creo que todo gira alrededor de la búsqueda de la identidad, y de mi propia identidad frente al otro y al resto del mundo. A menudos se trata de amor, por supuesto, pero de ese maldito amor imposible que se desagrega y huye… También está presente la búsqueda de la deidad o del espíritu, adentro y afuera…

—¿Cuál es su visión de la poesía francesa actual?

—Voy a ser dura, pero veo que la poesía todavía no le interesa a nadie en mi país, a nivel de la literatura las cosas funcionan según los fenómenos de moda, con autores de novelas publicando miles y miles de ejemplares con publicidad enorme, todo el resto se queda escondido. No digo que no haya poetas franceses a la fecha, pero publican en microediciones y son totalmente desconocidos por el público.

—¿Quiénes son sus poetas franceses favoritos y por qué?

—Como te lo dije, todos los poetas surrealistas de los años 1910-1920, tal vez porque después de las heridas de la guerra intentaban reinventar un mundo más lindo y más libre… Y realmente crearon una poesía nueva y rica, copiosa, llena de imaginación y de sueños…

—Y como traductora, ¿cuál es su trayectoria?

—Es un asunto muy complejo. De verdad entré en la profesión por la puerta de atrás… Normalmente, un editor pide una traducción a un traductor de su elección, le paga su trabajo y todo queda dicho. Ya que no tuve diplomas ni relaciones en el medio muy cerrado de la edición francesa, tomé otro camino, que se impuso hace tres o cuatro años, cuando descubrí a Manuel Peña Muñoz y sus escritos sobre Valparaíso.

"Me enamoré con sus libros y después de contactarlo, empecé la traducción de La ciudad de mis fantasmas, sin certeza ninguna de la finalidad de mi trabajo. Luego hice varios trámites ante los editores franceses para que sea publicado.

"Fue un trabajo inmenso durante varios meses, pero con determinación se llevó a cabo y reanudé la experiencia el año siguiente con otra traducción “espontánea” de la biografía de un flautista chino (Guo Yue), escrita en colaboración con su esposa inglesa (Clare Farrow) y eso sedujo a un editor francés muy conocido…

"Intento hacer conocer en Francia a autores extranjeros que descubro a lo largo de mis viajes… Creo que a la fecha, es un “tramo” de la cadena que no existe, entonces sigo este camino que parece llevar frutos… aún si trabajo mucho para ganar muy poco dinero".

—¿Qué dificultades presenta la traducción de autores de lengua castellana al idioma francés?

—Eso también es complejo. Lo que me interesa mucho en los autores de lengua castellana (sean argentinos, chilenos o de otro país) es que no parecen seguir cualquier moda, como desafortunadamente se hace en Francia. Hoy, en mi país, casi todos escriben según los modelos norteamericanos o anglosajones, entonces la escritura se empobrece y la gente está cada vez menos acostumbrada a leer estilos diferentes. Así la mente y el sentido crítico se empobrecen también.

"La mayor dificultad al traducir autores suramericanos es conseguir un “término medio” para que el lector francés no se fatigue con el texto, pero respetando la escritura original del autor. Aquí la sensibilidad es muy importante, para distinguir lo que puede “tocar” el lector sin desvirtuar las palabras del autor. Pero ¡es una meta jubilosa!"

—¿En qué proyecto literario está trabajando ahora?

—¡Varios y muchos! Primero, estoy traduciendo el lindo cuento de Mabel Fontau (Argentina) Huapi, el indiecito, así como el segundo libro de Guo Yue y Clare Farrow, Little Leap Forward, que también se dirige a los jóvenes.

"Y también trabajo en una muestra-debate prevista en algunos sitios del suroeste de Francia sobre los autores argentinos y chilenos que conocí el año pasado en América del Sur. La meta final sería encontrar a un editor francés para publicar una pequeña antología de esos poetas en edición bilingue castellano-francés… Es algo que no se hace mucho en Francia a la fecha. Me parece que hay aquí un vacío por llenar".

* Escritor.
Fotos: gentileza archivo personal de la autora

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