La prensa internacional y Siria: lo que se ve y lo que no se mira

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Alejandro Tesa.*

Hubo una época en que se creía que los diarios informaban; si se publicaba era cierto. Hoy ya nadie está seguro de nada, ni de que informen ni que sea cierto lo que publican. En América Latina sabemos mucho de eso, de redes de información escritas y audiovisuales que operan como mensajeros de profecías autocumplidas. Ni los diarios —ni la tele ni la radio, ni la "comunidad internacional"— se conduelen por los muertos. Siria es un buen ejemplo, aunque no el único.

La objetividad, claro está, no es una categoría del periodismo; a lo sumo una aspiración de decir la verdad —o de reflejarla tal como la ve, la palpa, la observa, la investiga el periodista—. Sólo que los periodistas cada vez menos se dan el tiempo —o tienen las herramientas— para investigar. O las empresas para las que trabajan les deja hacerlo. En realidad la prensa se ha convertido en correa de transmisión de intereses ajenos al oficio.

La prensa quiere que la realidad sea un boceto en blanco y negro —eliminar las gamas de gris y desde luego el color del mundo— sobre el que, cuando todo sea irremediable ella misma pinte por encargo el universo social (político, cultural, económico) en el que se verá constreñida esa entelequia denominada la gente.

En Venezuela, para no ir más lejos, los pocos comunicadores afectos o a sueldo del régimen insisten en describir cuasi perfecto el mundo que intenta el chavismo bolivariano; al otro lado del mesón las mesnadas antichavistas describen una hecatombe. Entre ambas visiones el país se desdibuja. O en Chile: para el gobierno el país avanza arrollador hacia un futuro lleno de gracia, en especial aplicando un apotegma en desuso: la letra con sangre entra (como lo atestiguan millares de estudiantes apaleados); para la atomizada oposición formal el Paraíso ya se vivió en sus gobiernos y lo de hoy es basura.

Respecto de las rebeliones árabes el asunto es más ciego: el "bombardeo" noticioso tiene una sola óptica: dirigentes y hombres de gobierno ayer nomás amigos (¿de quénes?) se convierten en feroces licántropos asesinos. ¡Bala con ellos! Y no hablemos de Afganistán —que no es un país árabe—, ¿hace cuánto se nos dijo debíamos celebrar ña derrota "del talibán". Pero ahí están los guerrilleros, en el fondo nacionalistas, probablemente trabajando una victoria mayor que la obtenida a costa de los soviéticos en la década de 1981/90.

Desde el sistema llamado Occidental, que incluye naturalmente a los anti o contrasistema, vuelan palabras que se vuelven expresión del vacío: democracia, capitalismo, globalización, imperio, explotación, socialismo, justicia, orden, libertad, anarquismo, economia, crisis, terrorismo, fe (está de moda la fe, en especial en dioses carniceros), etc… Expresión del vacío porque no reflejan nada, son ladrillos de un templo desmoronado, una Torre de Babel perdida en todas las lenguas parsimoniosamente traducidas para que digan lo mismo. Mientras, las bombas caen, los proyectiles con uranio explotan, las personas mueren —o esperan su turno para morir y quizá por eso se alzan o se inmolan: canto a la dignidad cuya música y letra la prensa, peor que ignorar, no quiere oír.

 El "caso" sirio

El 21 de junio (de este año de 2011), en el portal de la Red Voltaire (www.voltairenet.org) pudo leerse un texto que tal vez convenga citar in extensu:

"Varios millones de sirios han salido a las calles a lo largo y ancho del país ayer martes 21 de junio [2011]. Las multitudes eran sobre todo impresionantes en las ciudades de Damasco, Alep, Tartous y Homs.

"Con este gesto el pueblo sirio desea mostrar su apoyo al proceso de reformas en el país, reformas anunciadas por el presidente Bachar el-Assad un día antes en su discurso en la Universidad de Damasco.
 
"La amplitud y gigantismo de estas manifestaciones nunca antes vistas en la historia de Siria, demuestra el apoyo popular masivo al «régimen» tanto diabolizado por los medios de comunicación y los responsables políticos occidentales.

"Como ejemplo se puede citar que en los momentos más fuertes de las manifestaciones antigubernamentales de estos tres últimos meses, los sublevados en su conjunto y en todo el país no pasaban de 150,000 a 200,000 personas.
 
"Los sirios, que viven en su país y cuyos hijos cumplen servicio militar nacional obligatorio, no creen para nada en la propaganda y manipulaciones mediáticas de las cadenas de TV transmitiendo vía satélite, las cuales han afirmado mentirosamente que el pueblo sirio sería aplastado por el yugo de una dictadura cuya policía torturaría a los niños, en donde el ejército bombardearía las aldeas y ciudades.
 
"Más bien los sirios están convencidos que su país en víctima de un siniestro complot de desestabilización maravillosamente por grupos armados que son dirigidos desde el extranjero, que sirva como preludio y pretexto para una posible agresión de la OTAN.

"Y para usted, quién dice la verdad: ¿el pueblo sirio o los medios comerciales occidentales?"

Una pregunta que trasciende el asunto tratado por el artículo transcrito.

* De la redacción de Surysur.
Informe: Jean Araud.

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