Ante la insistencia del gobierno en lanzar la guerra contra Irak se armó lo que algunos veteranos de la lucha social aquí, como el historiador Howard Zinn, consideraron uno de los movimientos antiguerra más grandes en la historia de Estados Unidos, mayor aun en sus dimensiones que el de Vietnam. Por otro lado, la gran movilización de migrantes, donde millones marcharon en las grandes ciudades pero también en pueblos a lo largo y ancho del país, sacudió a las cúpulas política y económica.
También surgió un gran movimiento multicolor, con una participación sin precedente de jóvenes, así como de una amplia gama de sectores sociales –sindicatos, ambientalistas, granjeros, minorías, indígenas y mujeres– que llevó al primer afroestadunidense a la Casa Blanca y que fue celebrado literalmente con bailes en las calles; un movimiento que surgió de la esperanza convocada por la ilusión de un cambio, por fin.
Y apenas en los últimos meses se provocó una crisis política en Wisconsin, cuando maestros y estudiantes, apoyados por granjeros, migrantes y otros trabajadores en el estado y la solidaridad desde varias partes del país y el mundo, ocuparon la capital estatal en defensa de los derechos laborales. Algunos decían que ahí estaba la plaza Tahrir de Estados Unidos, y recibieron mensajes de apoyo desde El Cairo.
Más recientemente, la semana pasada, cientos de estibadores en el estado de Washington invadieron el puerto de Longview, sorprendiendo a guardias de seguridad en medio de una disputa laboral, en la cual los trabajadores cerraron operaciones en cuatro puertos más en la costa oeste.
A la vez, más de 10 mil enfermeras y simpatizantes realizaron acciones en 21 estados en demanda de que se aplique un impuesto a transacciones bursátiles para que Wall Street pague por los daños que causó al resto del país. "Es hora de que los financieros de Wall Street, quienes crearon esta crisis y continúan controlando tanta riqueza de la nación, empiecen a contribuir a reconstruir este país para que el pueblo estadunidense retome su futuro", declaró Rose Ann Demoro, dirigente del sindicato nacional de enfermeras (NNU, con 170 mil agremiados).
Y el mes pasado unos 45 mil telefonistas realizaron una huelga que duró dos semanas, en la costa este del país.
Aquí todavía se espera un (otro) 12-S.
*Corresponsal de La Jornada de México en EEUU
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