El Perú, país agrícola

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Fue una lucha contra el gobierno, contra la Confederación Nacional Agraria (CNA) fundada por Velasco para apoyar su reforma agraria y contra la organización armada Sendero Luminoso (SL) que nos acusaba de traidores al campesinado por decir que había otra forma de lucha que no era la lucha armada, SL mató dirigentes de las tomas de tierra.

Actualmente quedan algunas cooperativas burocráticas.

A pesar de los retrocesos, este proceso de reforma agraria hizo que el Perú fuera el país de América Latina con mayor porcentaje de pequeños propietarios, ya sea en forma individual o comunitaria.

 Ofensiva neoliberal

El neoliberalismo comenzó a imponerse con fuerza alrededor de 1992 con la dictadura de Fujimori.

Fue la época de la guerra interna entre el gobierno y la organización armada Sendero Luminoso (SL).

Esta organización decidió desatar la lucha armada para erradicar la fuerte desigualdad social que había en el país. En un principio tuvo el apoyo de sectores pobres, principalmente del campesinado pobre del interior del país que sufría los atropellos de los ricos y de las autoridades policiales, judiciales, políticas.

El surgimiento de esta organización al comienzo de la década de los 80, dio pretexto a los gobiernos de Belaúnde, García y Fujimori para cometer masacres, fundamentalmente de campesinos indígenas pobres, pero también de gente urbana. Posteriormente también SL cometió matanzas en el ámbito rural y urbano de todos a quienes consideraba sus enemigos. Posteriormente surgió otra organización armada, el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), que no tuvo las características sanguinarias de SL.

Esa circunstancia dio pretexto al presidente electo Fujimori para hacer un “autogolpe” disolviendo el parlamento e implantando su dictadura.

En la guerra interna que duró 20 años murieron 70,000 peruanos, la mayoría campesinos indígenas, lo que debilitó a las confederaciones campesinas, debilitamiento del cual hasta hoy no se recuperan.

Fujimori emitió una ley disolviendo la comunidad indígena, la que ha tenido éxito relativo, hay comunidades que se mantienen. Esto lo hizo para que el campesinado indígena atomizado fuera víctima fácil de los usurpadores de tierras y de otros atropellos (en esa misma época Salinas en México sacó una ley parecida).

Como en la mayor parte del mundo el neoliberalismo ataca fuertemente a la naturaleza y a la población en general:

Privatización de servicios públicos y de los fundamentales recursos naturales. Legislación anti-laboral y favorable al ingreso de grandes capitales multinacionales.

 Ataque a la naturaleza

En la selva se envenena el agua con la extracción de hidrocarburos.

Se tala la selva amazónica para saquear la madera, para implantar la ganadería, para implantar las plantaciones de palma aceitera y otros biocombustibles, plantaciones de coca para la extracción de cocaína (por otra parte hay represión al uso indígena tradicional de la hoja de coca).

En la sierra la agresión a la naturaleza se da mediante la minería a cielo abierto que destruye montañas, roba el agua de la pequeña agricultura y la envenena.

También se roba el agua de la pequeña agricultura para hidroeléctricas al servicio de la minería.

La proyectada Hidroeléctrica de Inambari requiere el desalojo de miles de indígenas y otros campesinos de tres departamentos para construir una represa que dote de electricidad a Brasil.

Otra agresión a la naturaleza es la agroindustria que usa la técnica y la ciencia no en función del consumidor, sino de la ganancia de la empresa y nos envenena con transgénicos y productos químicos. Mientras el campesinado pobre usa fundamentalmente fertilizantes orgánicos, practica la rotación de cultivos y los cultivos asociados que son prácticas ecológicas, la agroindustria practica el monocultivo y el uso intensivo de agroquímicos: fertilizantes, insecticidas, herbicidas. Con eso mata el suelo, pero no le importa, pues luego se irá a otro país u otro continente a seguir matando el suelo.

Otro fuerte ataque neoliberal a la pequeña agricultura ha sido la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos. Por una parte favorece el cultivo agroindustrial de espárragos y alcachofas, que absorben mucha agua, para el mercado norteamericano. Los beneficios arancelarios no favorecen a la población pobre peruana sino a las grandes empresas multinacionales agroindustriales. Por otra perjudica al campesinado indígena productor de trigo y de harinas en general, pues no puede hacer competencia al trigo norteamericano producido por grandes empresas subsidiadas por su gobierno. Al campesinado pobre peruano nadie le subsidia. Esto ha bajado el nivel de nutrición de nuestro pueblo, cuya actual base alimenticia ya no son los nutritivos productos nativos: tarwi, qañiwa, kiwicha (amaranto), etc., sino fideos elaborados con trigo transgénico subsidiado de EEUU, que es lo más barato.

Si el pueblo peruano permite que el robo del agua expulse del campo al pequeño agricultor que le alimenta, pasará a ser nutrido por la “industria alimentaria” que nos llena de transgénicos y sustancias químicas nocivas a la salud. Es pues el interés directo de la población urbana, impedir que el agua sea robada a la pequeña agricultura.

Así, como dijimos arriba, continúa el modelo de desarrollo colonial implantado por Pizarro: Producimos lo que el amo de turno requiere, sin importar la población ni la naturaleza peruanas. Por la insaciable avidez de ganancias del capital multinacional el ataque es cada vez más feroz.

 Resistencia

Hoy día, las luchas fundamentales en el Perú son las de la pequeña agricultura. Los campesinos, indígenas o no, combaten y mueren en defensa del agua, de la vida, en defensa de la naturaleza. Esa es la actual realidad rural peruana.

Aún ahora se recuerda el triunfo de hace una década de la población de Tambogrande, Piura, contra la minera Manhatan, la lucha incluyó un plebiscito, en el que el ¡NO a la mina! Alcanzó más del 98%. Incluyó también el asesinato del dirigente Godofredo García, el ataque de la policía, la solidaridad de estudiantes de la capital y de ecologistas de Canadá, país de la compañía.

El 5 de junio del 2009, día mundial de la defensa del medio ambiente, por orden de Alan García fueron asesinados alrededor de 200 indígenas (las cifras oficiales dijeron 10) que defendían la Amazonía.

En abril de este año García hizo asesinar 3 defensores de la vida en Islay, Arequipa.

El día del campesino, 24 de junio de este año, hizo matar 6 campesinos indígenas en Juliaca, Puno.

Hace unas semanas se ha organizado el Frente Macrosur de defensa del agua y de la vida, que une a los combatientes del sur del país que luchan por el agua y la vida, además de pequeños agricultores incluye a las poblaciones urbanas de Tacna y Moquegua, afectadas ya por el robo minero del agua.

Nuestra lucha es la misma de los huicholes defendiendo Wirikuta en México, o de los habitantes de Mendoza, Argentina, contra la mina San Jorge, o los de las manifestaciones en Santiago y las principales ciudades de Chile protestando contra la construcción de hidroeléctricas en Patagonia, o los dongria kondh en la India defendiendo su montaña sagrada, o los de la cadena humana de 120 kilómetros en Alemania contra la energía atómica, o los italianos votando en el plebiscito por el NO a la energía atómica y ratificando que el agua es un bien público que no se debe privatizar.

Somos los pueblos indígenas quienes estamos en primera línea en esta lucha. ¿Por qué? Porque aunque nadie puede vivir sin los productos de la naturaleza, son los pueblos indígenas los más conscientes de que su vida depende de ella. En reconocimiento de esto es que la revista de los verdes de Francia se llama “Pachamama” (Madre Tierra en quechua) y los ecologistas catalanes usan ese mismo término con naturalidad.

Pero no es sólo el amor y la defensa de la naturaleza lo que nos une, los indígenas del mundo tenemos otros principios comunes:

“Los problemas de la colectividad, es la colectividad quien debe resolverlos”. En cualquier continente donde hay indígenas, hay comunidad indígena, una organización horizontal, democrática. En algunos países hay organizaciones de segundo nivel, comunidad de comunidades: El Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) en Colombia. Los indios Kuna en las islas de Panamá. Los municipios autónomos y los caracoles zapatistas.

Lo que se ha dado en llamar “el buen vivir”: La felicidad no se consigue con mucho dinero ni acumulando bienes, se logra viviendo satisfactoriamente.

El amor a los antepasados y a los descendientes. Elinor Ostrom, Premio Nobel de Economía en 2009, dijo que estaba muy agradecida a los indígenas norteamericanos porque le habían enseñado que piensan en la séptima generación y actúan hoy evaluando si su acción ha de beneficiar o perjudicar a ella. Esto se diferencia de la ética actual en que mucha gente sabe que sus nietos ya no tendrán agua pero no les importa.

El respeto a la diversidad. En la lucha amazónica del Perú se unieron diversas nacionalidades con múltiples lenguas. Esto es contrario a la intolerancia a la diversidad en que nos educa el sistema capitalista actual.

El hecho de compartir en diferentes continentes la misma ética, que es más fuerte en los pueblos más primitivos, nos hace pensar que fue la ética originaria de la humanidad.

En mi opinión la humanidad está en un dilema de vida o muerte: O retorna a su ética primigenia o fenece antes de 100 años.

El sistema capitalista está en su crisis final: Económica, ecológica, política, ética. Es segura su muerte. Lo que no se sabe es si morirá desplazada por la sociedad humana en su conjunto o morirá matando a toda la humanidad, incluidos los capitalistas.

Retornar a la ética primitiva no significa volver a la vida primitiva. La ciencia y la técnica que dejarán de estar al servicio de los grandes capitales y pasarán al servicio de la humanidad, dirán de qué beneficios de la civilización se puede continuar disfrutando sin poner en peligro la supervivencia de la especie.

*Líder campesino  que dirigió un levantamiento campesino el año 1962 durante el gobierno de facto de Ricardo Pérez Godoy, ex diputado, dirigente de movimientos sociales
 

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