México, chilenos deportados. – ESCANDALOSA CONDUCTA DEL SERVICIO EXTERIOR

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Un estudiante de Economía mexicano, se encontraría en coma por efecto de un balazo en la cabeza disparado por un atento policía del régimen que reprimió –con la brutalidad acostumbrada– una manifestación popular en la localidad de San Salvador de Atenco.

Tras la llegada de las fuerzas policiales comenzaron las capturas; las detenciones incluían una paliza y arrastrarlos en vilo hasta los vehículos, a los que hacían entrar a los detenidos a golpes de palo, rodillazos en cualquier parte del cuerpo, inlcuso pisándoles la cabeza con las botas de campaña.

«¡Baje la cabeza, cabrona!», le ordenaron a una mujer indígena tras golpearla. Atenco fue el cinco de mayo un pueblo fantasma.

Extranjeros indeseables

Fueron detenidos –cifra oficial– en uno u otro momento de los hechos desencadenados por la intervención de fuerzas de seguirdad estatales y federales 275 personas en las primeras horas, entre mexicanos y extranjeros. Se denunció en la tarde de ese mismo día que muchas mujeres detenidas fueron violadas por grupos de uniformados y represores civiles.

Los no mexicanos apresados a distintas horas de la tarde y la noche del cuatro de mayo fueron: la fotógrafa alemana Samantha Dietmar, las españolas, Maria Sostras y Cristina Valls Fernández, periodistas de medios independientes, la documentalista y antropóloga chilena Valentina Palma y el también chileno Mario Alberto Aguirre.

Al día siguiente se informó desde México –por canales no oficiales– que Soistras y Valls pudieron ser violadas en el lugar de su detención, que Dietmat y Palma fueron abusadas de palabra y acosadas sexualmente –aunque sin llegar a la penetración– y que Aguirre Tomic había sido seriamente golpeado. En horas de la noche del viernes todos fueron deportados a sus respectivos países de origen.

El miércoles anterior unos tres a cuatro mil hombres, policías federales, estatales y municipales, habían tomado virtualmente por asalto al poblado de San Salvador Atenco, en el estado México, tras una serie de enfrentamientos con vendedores ambulantes y campesinos. La intervención policial causó al menos un muerto y más de 70 heridos, algunos graves.

Muchos de los campesinos apresados fueron trasladados a un penal de máxima seguridad y no se tenía –en la madrugada del domingo– noticias ciertas acerca de su estado y el trato que reciben. Las cárceles mexicanas tienen fama en el mundo de ser entre las que menos respetan los derechos –procesales y humanos– de los en ellas confinados.

El subcomandante Marcos, en gira nacional para impulsar un movimiento político nuevo e independiente, exigió a las autoridades la libertad inmediata de los detenidos. No fue escuchado.

A los extranjeros expulsados se los acusó de activismo zapatista y no respetar las condiciones bajo las que se les concedió visa para entrar al país. En un comunicad emitido el cinco de mayo o el Instituto Nacional de Migración señaló que los extranjeros realizaban actividades que no les habían sido permitidas y distintas a las que reportaron al ingresar a México, entre éstas, apoyo al Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. Valentina Palma residió, hasta su expulsión del país, por más de una década en México. Se encontraba en Atenco trabajando.

El cónsul quieto

Cabe destacar que los consulados alemán y español se movilizaron con presteza al ser informados de la detención de sus conacionales. No ocurrió lo mismo en el caso de los chilenos.

El viernes en la mañana Mónica Fernández, tía de Valentina llama al Consulado General chileno en Ciudad de Méxio. «Les comento las irregularidades que se han cometido en el caso de mi sobrina y les pido que por favor acudan a la Estacion Migratoria de Las Agujas, en Iztapalapa, para que le brinden apoyo consular a mi sobrina y al otro chileno, Mario Aguirre Tomic.

«Les pido ademas que gestionen que un médico los vea porque la noche anterior, cuando logramos ver a mi sobrina durante un minuto, ella nos comentó que se sentia mal y, sobre todo, se veia bastante mal (caminaba despacio, hablaba despacio y lento y se agarraba el estomago ), tambien le dije a la persona que me contesto el teléfono que no dejaban pasar a su abogada, a sus familiares, es decir: que estaban incomunicados».

A la señora Fernández le dieron seguridades. Que el cónsul Cataldo Avilés había recibido instrucciones de hacerse cargo del caso, que iban a llamar a la estación migratoria para enterarse mejor acrrca de lo sucedido. Pero a la estacion migratoria de Las Agujas llego personal del consulado de España en México, y pudieron hablar con las dos ciudadanas españolas presas; jamas nadie del Consulado General de Chile.

La ignominia es aún mayor, como se desprende de la declaración de Mónica Fernández: «Como el muchacho chileno tenía su pasaporte vencido lo llevaron hacia el consulado a eso de las tres de la tarde para que le dieran un documento chileno en regla.

«Pregunta: si el Consulado General de Chile en México da un documento a un ciudadano chileno, ¿no pregunta para que se necesita con urgencia ese documento? ¿El consulado nunca se entero de que lo iban a deportar?

Suma y sigue

«A eso de las cinco de la tarde –continúa la señora Fernández– yo me dirijo con la abogada de mi sobrina al juzgado número seis para interponer un amparo para mi sobrina y el otro chileno, un amparo contra la deportación. Eran las seis de la tarde y nos llaman por celular los amigos de mi sobrina –que se quedaron en la estación migratoria de Las Agujas– para informarnos que los metieron en dos carros (automóviles) sin identificación, sin sirena, dos vehículos aparentemente particulares.

«La abogada les dice que tienen que seguir a los carros, cosa que hacen inmediatamente. Cuando van en pleno seguimiento les preguntamos la dirección que estaban tomando y por la respuesta que nos dieron, la abogada les dice: ‘se los llevan al aeropuerto. No los pierdan (de vista)’.

«Lamentablemente les perdieron el rastro porque los carros iban a mas de 100 kilómetros por hora».

La cineasta mexicana y profesora de Valentina, Maria Novaro, se comunica con el cónsul chileno en Ciudad de México y le informa que aparentemente los llevaban a los dos chilenos al aeropuerto. El cónsul –digno ejemplo de la eficiencia concertacionista en materia de relaciones exteriores y defensa de los ciudadanos en el exterior– le contesta: «No se preocupe, no se los pueden llevar al aeropuerto, seguramente se los llevan a algun juzgado para que declaren».

Mónica Fernández formula las siguientes denuncias al consulado:

– Nunca le proporcionó a Valentina Palma , ni a Mario Aguirre Tomic apoyo consular alguno;

– Nunca acudió a ninguno de los centros de detención en donde estuvieron;

– Nunca se comunicó con los familiares via telefónica (fuimos nosotros los que lo hicimos con el cónsul);

– Nunca hizo gestiones para que un médico pudiera ver a Valentina y a Mario;

– Nunca intercedió para que la abogada de Valentina y Mario pudiera entrar a verlos;

– Nunca mostró ninguna preocupación por el estado físico, emocional y legal de los dos ciudadanos chilenos detenidos.

«Cataldo Aviles –concluye Mónica Fernández– tenia mis telefonos, sabía cada movimiento que haciamos porque yo misma se los iba comunicando, pero nunca jamás se dignaron a comunicarse conmigo».

Valentina Palma residió en México los últimos once años. El miércoles tres de mayo de 2006 fue contratada para ir a San Salvador Atenco y documentar para Maria Novaro y el Centro de Capacitación Cinematográfica lo que allí ocurría. Cuando fue presa estaba haciendo lo que debía hacer: enfocar la cámara y grabar.

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* Informe especial. Patricia Parga es periodista, documentalista, administradora de la red de información Política Cono Sur. Integra el comité editorial de esta revista.

Nota de la Redacción

Tan preocupado el canciller Foxley por el acto soberano de Bolivia de nacionalizar sus hidrocarburos, ¿por qué no ha dicho nada en este caso, en que las vidas de dos ciudadanos estuvieron en peligro cierto?

José Nelson Cataldo Avilés es funcionario de carrera del ministerio de RREE.
En 2003 fue designado Relator del Consejo Latinoamericano –era a la sazón encargado de negocios de la embajada en Venezuela–; en 2004 fue Director de Política Consular. Se desempeña como Cónsul General en México desde agosto de 2005, según el exequátor número siete de la Presidencia de los Estados Unidos Mexicanos del 31 de agostso de ese año.

Su carrera diplomática debería ser breve.

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