Deformes, aunque la posición sea cómoda. Armas prohibidas

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Doug Rokke, ex-director del proyecto del Pentágono sobre el uso de uranio empobrecido, ex profesor de Ciencias Ambientales en la universidad estadounidense de Jacksonville y alguna vez coronel de la Armada de EEUU, piensa que el uso de proyectiles «enriquecidos» con uranio empobrecido es, lisa y llanamente, «un crimen de guerra».

De acuerdo con un informe de la ONU la utilización de U-238 viola por lo menos: la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Constitución de las Naciones Unidas, la Convención sobre Genocidio, aquella contra la Tortura, las cuatro convenciones de Ginebra, de 1949, la Convención sobre armamentos convencionales, de 1980 y los Acuerdos de La Haya de 1899 y 190, que en forma expresa prohíben los materiales y armas envenenadas y armamentos o proyectiles y cualquier material que cause sufrimiento innecesario.

Datos de la primera guerra en Irak

Al uso de uranio empobrecido se achacan los efectos del denominado Síndrome de la Guerra del Golfo -fatiga, dolores musculares crónicos y pérdida de la memoria- que afecta a unos 200.000 soldados estadounidenses desde 1991. No tiene un nombre exacto el mal que cayó sobre la población bombardeada, pero se traduce desde 1991/92 en el aumento exponencial de casos de cáncer y los nacimientos de niños deformes. Según la ONU, el cáncer se disparó entre siete y 10 veces sobre las cifras de años previos y las deformidades neonatales alrededor de siete.

El gobierno estadounidense admite haber dejado en el campo de batalla en esa oportunidad unas 320 toneladas métricas de U-238, pero expertos militares rusos estiman que pueden haber quedado unas 1.000 toneladas métricas. En 1991 EEUU y sus aliados emplearon unas 2.700 toneladas de proyectiles. Un departamento oficial británico, especializado (UK Atomic Energy Authority) calculó en esa época que alrededor de medio millón de personas iban a morir antes de 2001 debido a la radiactividad residual en el desierto.

Los eufemismos, esa costumbre de llamar a las cosas de cualquier modo, menos con su nombre, se desarrollaron con velocidad luego de descubrirse -gracias a la prensa- lo que sucede con los prisioneros de guerra en la cárceles actuales de Irak, manejadas por estadounidenses y, en menor medida, por británicos. No se habla de torturas, sino de haber obligado a los vencidos a mantenerse más allá de lo prudente en posiciones incómodas.

De cualquier modo las consecuencias de la guerra ya muestran sus colmillos. Cómodas o no las posiciones -otras posiciones- el hecho es que las insidiosas consecuencias de las bombas, los proyectiles de los cañones de los tanques, en fin de los misiles, también llegaron a EEUU y caen sobre los chicos.

Apocalipsis en casa

Sólo un niño cada 50 millones -indican las probabilidades médicas- nace sin ojos. Pero pasada la Guerra del Golfo sólo en un hospital de Bagdad hubo ocho casos en dos años. Siete de los ocho padres habían estado expuestos en 1991 a bombardeos de munición recubierta con U-238. Paralelamente se anotó un incremento en el nacimiento de pequeños con el cráneo incompleto.

En EEUU se comprobó que un 67 por ciento de los hijos de veteranos de esa guerra habían engendrado hijos severamente dañados: sin ojos, con problemas respiratorios, infecciones sanguíneas y malformaciones. Y, tanto como en Irak, donde era rara, la leucemia infantil está a la orden del día.

No caben dudas para muchos científicos que el futuro de los niños en Irak pos 2003 es bastante peor del que hubieran tenido bajo el gobierno de Saddam Hussein. Las mujeres en Basora -dice Caroline Lucas, dirigente del Partido Verde europeo- temen quedar embarazadas debido al elevado número de niños con deformidades que nacen.

En 2003 cayeron sobre territorio iraquí por lo menos cinco veces más proyectiles que durante la Guerra del Golfo. La Fundación británica Niños Víctima de la Guerra (Child Victims of War CVW) señala que el número de bebés iraquíes nacidos con serias malformaciones se elevó de 3.04 por mil en 1991 a 22.19 en 2001. Pocos se atreven a calcular lo que sucederá en los próximos 10 años.

Riesgos mínimos

El ministerio de Defensa del Reino Unido insiste que el uranio empobrecido (U-238) constituye un riesgo mínimo para la población civil. Investigadores independientes, empero, encontraron que los niveles de radiación en los tanques iraquíes destruidos en combate eran 2.500 veces más altos que lo que se estima normal, y en todo caso 20 veces más elevada que en área donde se encontraban.

Muchos iraquíes, que estuvieron dispuestos a aplaudir, y en algunos casos lo hicieron, a las fuerzas de ocupación, suman al desastre genético los severos daños que sufrió la población a causa del agua contaminada que repartieron los vencedores en las poblaciones dejadas sin los servicios públicos mínimos y a la tardanza en reequipar de medicamentos e instrumental a los hospitales.

Los expertos de CVW creen que la nutrición infantil es peor ahora que antes de la invasión. A más de un año de la pírrica victoria anglo-estadounidense, Irak enfrenta una catástrofe humanitaria jamás vista. Lo que sucede en sus cárceles y campos de concentración es apenas la punta del ice berg que avergüenza a la humanidad.

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Fuentes: Prensa internacional 1992-2004.

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