Bush propaga el fundamentalismo. – IRAQ EN EL CAMINO AFGANO

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Para la periodista y escritora, el proceso de islamización comenzó tras la primera Guerra del Golfo de 1991, o desde que Saddam utilizó la religión como factor de identidad nacional para fortalecerse en el poder que la generosidad de Bush padre le permitió seguir ocupando después de la humillación militar por invadir Kuwait.

La invasión de Bush hijo instaló en el poder real en Iraq a un régimen islámico tan fundamentalista como el de los talibanes que derrocó en Afganistán a costa de otra invasión. La pequeña diferencia es la triple lucha a muerte que enfrenta a las facciones étnicas y religiosas kurdo-chiíta-sunita por una mejor tajada de poder. ¿Es una paradoja o, simplemente, el “modelo de democracia” que sabe exportar Bush?

Guerra civil, rivalidad religiosa

Mientras chiíes y suníes se matan por el poder político-religioso, cada bando impone la muerte discrecional a otros sectores. Para un chií, un baatista merece morir. Y para ambos, un comunista también, aunque sea una especie extinta que de nuevo reaparece en la región. El detalle del velo puede costarle hasta la vida a una mujer desafiante de la tradición islámica. “Otra de las tantas paradojas iraquíes: uno de los países árabes más laicos ha caído en manos de los partidos y las milicias religiosas”, escribió la periodista italiana en la crónica de su secuestro y liberación en Iraq.

El reino del caos estimuló la aparición de las milicias religiosas, para impedir más saqueos y tratar de recuperar los bienes públicos desaparecidos, por ejemplo, el equipamiento de los hospitales, robado ante la mirada impasible de las tropas estadounidenses. Pero ahora esas milicias ejercen un poder político, militar y religioso, a la propia escala física de su tamaño y área de acción.

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Giuliana Sgrena ofrece una rigurosa radiografía de la compleja situación del país que comenzó a visitar como reportera en diciembre de 1990. Sólo en esta guerra, viajó siete veces desde 1983, hasta su secuestro, el 4 de febrero de 2005, y su dramática liberación un mes después, bajo el “fuego amigo” de EEUU, que dio muerte al hombre que negoció su rescate, el funcionario italiano Nicola Calipari, y la hirió gravemente a ella misma. También sufrió el “fuego amigo” de los combatientes opuestos a la invasión, aquellos que CNN llama “insurgentes”, quienes hicieron caso omiso de su condición de luchadora pacifista y enviada de Il Manifesto, un periódico totalmente opuesto a la guerra.

La periodista asegura que la guerra civil ya comenzó en Iraq, principalmente entre la mayoría chií y la minoría suní. El país podría salir quebrado en tres porciones, con los kurdos al norte, un país chiíta en el sur y al centro, un territorio sunnita que sus vecinos quisieran empequeñecer lo más posible. Un apronte de la nueva división territorial está en el nuevo sistema telefónico triple impuesto por la ocupación: permite comunicarse hacia cualquier parte del mundo, excepto con los dos vecinos iraqueses inmediatos, sea el norte kurdo, el sur chií o el centro suní.

La idea más bien irresponsable de quienes invadieron “para llevar la democracia” es dejar que los tres bandos midan sus fuerzas e influencias y se exterminen mientras destruyen el país. Los sunnitas, en venganza por haber cogobernado con los baatistas y Saddam, se quedarán con la peor parte del territorio y muy pocos pozos petroleros.

Junto con la valiosa crónica de su experiencia –relatada en primera persona–, la periodista aporta al conocimiento el análisis de un Iraq absolutamente desconocido, muy distinto al que dibujan los servicios informativos mundiales tipo CNN. Precisamente, Sgrena encarna a los muy pocos periodistas capaces de ofrecer una versión diferente a la que suministra la propaganda de guerra de EEUU.

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Para atreverse a ofrecer su visión independiente, la periodista tuvo que desplazarse a través de Iraq por sus propios medios, mimetizada lo más que pudo entre la población. Hoy en Iraq sólo permanecen periodistas “incrustados”, “empotrados” o “adheridos” a las tropas de ocupación. La propia Giuliana ya no podrá volver hasta quién sabe cuándo. Su último secuestro, el más prolongado, fue demasiado dramático.

La periodista indagó los pormenores de las alianzas religiosas y sus propios conflictos internos. Por ejemplo, en el chiísmo iraqués, que en su línea gruesa es tributario ideológico-religioso de los ayatollahs de Irán, existen líderes de matices variados, desde el gran ayatollah Alí Al Sistani, jefe máximo que al comienzo alabó a las tropas invasoras, a Muqtada al Sadr, joven clérigo rebelde, líder de Nayaf y profundamente anti-invasores. La reportera también averiguó los aspectos económicos de la invasión y ocupación, muy favorables para la Halliburton, la compañía del vicepresidente Dean Cheney.

Periodismo de alto riesgo

Fuego Amigo no es el único libro de Giuliana Sgrena. Antes publicó textos sobre el drama de la mujer en Argelia. La escritora sostiene que las víctimas de las guerras modernas, al gusto de EEUU, son las mujeres y los niños. Su historia será llevada al cine. Sharon Stone compró los derechos, pero al final no hubo acuerdo porque los productores estadounidenses querían cambiar el final, para hacer pasar todo como un error, sin mala intención. Giuliana Sgrena no transó.

La escritora viajó a EEUU a discutir sobre el guión de la película pero en vista del desacuerdo, el film se rodará en Europa, con productores y realizadores del viejo mundo y durante el próximo invierno europeo. “Debe ser en invierno porque todo ocurrió en el invierno” explicó Giuliana. El hecho de que sea en Europa le permitirá un mejor control del desarrollo del trabajo.

Lo más probable es que el director del film sea Enzo Monteleone, acreditado documentalista italiano. Además, desea honrar con la verdad la memoria del oficial italiano Nicola Calipari, que entregó su propia vida por rescatarla. Una vida por otra vida. La periodista todavía investiga el por qué del «fuego amigo» estadounidense contra un vehículo oficial de su aliado italiano, personificado entonces por el gobierno de Silvio Berlusconi.

Ella piensa que la orden estadounidense fue tirar a matar. Dice que de 57 disparos recibidos por el vehículo, 56 fueron hechos contra las personas que iban a bordo y sólo uno contra el motor. “Si sólo hubieran querido detenernos, habrían disparado contra el motor y las ruedas, no contra los pasajeros”, repite Sgrena cada vez que relata esta historia.

El cuerpo del servidor público italiano Nicola Calipari recibió los impactos que debieron llegarle a ella, excepto uno que le destrozó el hombro izquierdo. Giuliana dice sentirse viviendo también la vida de Calipari.

No doblegada

Después de haber acompañado varios días a Giuliana Sgrena, y a su marido, el también periodista italiano Pier Luigi Scolari, en un recorrido por Chile atendiendo a una invitación del Colegio de Periodistas, conocí su fragilidad y al mismo tiempo, su valor. Resentida en un hombro, con problemas de rehabilitación todavía pendientes para todo el brazo izquierdo, está mujer reportera es una síntesis viva de fragilidad y valentía.

Un día de julio, le pregunté en Isla Negra, en lo que fuera la casa de Neruda:

–¿Cuáles son tus próximos planes?

–Volver a Afganistán, me dijo sin titubear.

–Pero… ¿por qué y para qué?

–Hoy en Italia existe un gran movimiento que refleja mucho interés por lo que está sucediendo en Afganistán, prácticamente a cinco años de la invasión.

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* Periodista y escritor. Artículo publicado en la agencia de noticias independiente argentina Argenpress (www.argenpress.info). Se reproduce por gentileza del autor.

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