Chile. – ESCUPIR LA URNA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Horas en la fila. Eran tres. Una era ella, como siempre que algo importante va a ocurrir; una era ella, la que guardará memoria del hecho. La que lo transmitirá para que perdure. Una ella, una mujer para que las cosas tengan sentido. Al fin de cuentas las mujeres son las protagonistas sin cartelera de la historia. Ellas, cuando están, aseguran que toda la especie está. La especie humana.

La cosa estaba debajo del vidrio, disfrazada con casaca azul. La cosa afeitada e inyectada para retrasar lo necesario las ventosidades de la pudrición. La cosa con sus secretos idos.

La cosa hinchada. La cosa cuya final y contradictoria quietud no impedía la reflexión de las cosas que la cosa hizo.

Y como cirios de una antigüedad impía cuatro muchachos con fusil ceremonioso y penacho. Firmes, solemnes, vacíos. Vacíos porque sus rostros estaban vacíos. No expresaban nada, nada habrían podido decir: se criaron, fueron criados, en un vacío colmado, empero, de retórica. Inconcientes, ígnaros, acaso inocentes. Firmes.

Rendían homenaje. Un homenaje tanto mas oscuro cuanto más inútil. Ahí estaban. Firmes. Una solemnidad entristecedora. Centinelas del que emasculó por mano ajena. Y el sol, a su modo asesino. También asesino.

Los rumores, después, le adjudicaron suerte de estirpe: nieto, biznieto, tataranieto del capitán Prat. Pero ni los rumores ni la prensa ni los «analistas», ni nadie, estableció relación entre el lento avance de la fila de viudas y viudos –en la que él era uno más– y las meditaciones y determinación de otro capitán. El capitán Pinochet, que preparaba su «sorpresiva» palabrería pronunciada en el pútrido homenaje al sátrapa que era ya entonces una cosa y había sido su abuelo.

Francisco Cuadrado, finalmente, es nieto del general Carlos Prats, asesinado por instrucciones de Pinochet en Buenos Aires.

¿Acto de valor eldel capitán Pinochet? No. Sinuosa y traidora concertación de carniceros. Amasijo incoherente vestido –trasvestido– como emociones. Complicidad de rastreros.

El escupitajo fue lo más solemne. Adelantó el juicio de la historia. Quizá lo adelantó. Horas de fila al sol. Sed. Un poco de temor. Una determinación. Un hecho cuyos antecedentes se pierden en la historia. Escupir a un muerto. Liberación.

Lo demás es paja.

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