Chile. – MÁS VALE TARDE QUE NUNCA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Después de diecisiete años, parlamentarios de la Concertación de Partidos por la Democracia se dieron cuenta de que algo no andaba. Y, claro, no hay que ser brillante para constatar que en Chile la agenda política la pone la derecha, la oposición. No es que tenga referentes más destacados que el gobierno. Simplemente, posee los medios de comunicación. Entre la cadena de El Mercurio, los diarios de Copesa (La Tercera, La Cuarta y algunas revistas) y los canales de TV, se han dado un festín que ya dura 17 años.

Hasta ahora, a nadie en La Moneda parecía interesarle. Al menos así quedó de manifiesto en la administración Aylwin. Cuando don Patricio se encargó de sepultar a toda la prensa que había luchado contra la dictadura. Y lo hizo entre sonrisa y sonrisa, con esa cara que pretende ser bonachona y sin doble fondo. Fue bajo su mandato que se acuñó la frase No hay mejor política de comunicaciones, que no tener política de comunicaciones. Hoy, su autor es un próspero hombre negocios. Eugenio Tironi trabaja para quienes se beneficiaron de ese desinterés del gobierno por los mass media.

Uno podría pensar que existe incompatibilidad de intereses. Pero eso no parece importarle a nadie en este país grande y generoso. Sobre todo generoso con lo de todos, como es el conocimiento, la información, la formación, la educación.

Hoy está claro que don Pato, a lo menos, se equivocó. Metió la pata. Y no la sacaron Eduardo Frei ni Ricardo Lagos. ¿Tanta chambonada puede ser casual? No es que sea mal pensado. Pero si todos saben que el sistema electoral binominal es injusto y poco democrático y no se cambia, no es posible que sea un error. Lo mismo puede pensar uno de tres regímenes que se hicieron los desentendidos mientras la derecha cerraba cada vez más férreamente sus manos sobre los medios. A lo mejor creyeron que eran como las sanitarias, las carreteras, las empresas de electricidad, etc. O sea, que el mercado se encargaría.

Esa no es equivocación, es una manera de pensar.

¿Y ahora qué?

Recientemente, sin embargo, cuarenta y ocho parlamentarios de la Concertación dijeron: Más vale tarde que nunca. Pidieron la creación de una comisión especial sobre libertad de pensamiento y expresión, derecho a la información y medios de comunicación. En un plazo de seis meses deberá tener un planteamiento claro. Éste debe apuntar esencialmente al pluralismo informativo. Si para ello es menester abordar reformas legales, administrativas o de cualquier otra índole, pues habrá que hacerlas.

No le parezca extraño si cuando la bendita comisión empieza a actuar, escucha un rebato de mil clarines. Será el anuncio apocalíptico de la guerra santa por la defensa de la libertad de expresión. Será la lucha en defensa de la estabilidad. Por el rescate de los valores esenciales de la democracia. Y tendrán razón. Actualmente, estabilidad no significa equilibrio. Es mantener el statu quo, que es diferente. El statu quo se puede mantener por la fuerza de las armas, del hambre, de la represión, de la ignorancia, de la desinformación. Por el ejercicio del poder se mantiene la estabilidad. El equilibrio es otra cosa.

Creo que los autores de la iniciativa han llegado tarde. El mal ya está hecho y es grande. Nos encontramos en un país sin identidad. Que no le cree a nadie. Y, lo que es peor, que no sabe qué creer. Que le han dicho que los políticos son malos y que, por lo tanto, hay que ser apolítico. Y quienes les enseñaron eso, son políticos.

Vivimos en medio de una sociedad con poca capacidad de análisis. Que es fácilmente sugestionable y extraordinariamente asustadiza. Me dirán que eso es comprensible después de las atrocidades de una dictadura. Pero cuando aquella terminó, los que la reemplazaron tenían la obligación de despejar el ambiente. De educar en libertad. E hicieron poco, para no decir que hicieron todo lo contrario.

La comisión de marras no es una cuestión menor. En la actualidad, los medios de comunicación son fines en sí mismos. Son un componente estratégico de cualquier proyecto. En ellos residen las herramientas para modelar referentes, para crear conductas, modas, costumbres. Por el camino de la estética se adentran en la ética y terminan dibujando el cuadrado ético y moral de la sociedad. Y hoy ya no educan como en el pasado. Sólo informan y entretienen. Y la información que dan es con sesgo.

A menudo cuando se aborda este tema, nuestros comunicadores se escudan en la avalancha de conocimientos para decir que no pueden hacer más de lo que hacen. Es una verdad a medias. Sólo a medias. En la banalidad está un mensaje ideológico que apunta al conformismo. A lo liviano, como sinónimo de buen pasar.

Tengo la sospecha de que la preocupación actual tiene que ver con una amenaza real a la mantención del poder. La reacción ha sido tardía. Pero muchos pensarán: Más vale tarde que nunca. Es posible, pero el costo que se ha pagado es muy alto. Y me temo que la expiación de la culpa no sea más que un gatopardismo.

Vino la segunda patita

No, no es cueca, ¡pero la política chilena está tan sandunguera! Si hasta se escuchan los llamados «A la vueeelta». Que algunos, es comprensible, confunden con voltereta. Después vienen los zapateos. Y, claro, como no son bailarines eximios, los pisotones abundan. Pero algo raro está pasando. Cada integrante de la pareja quiere destacarse solo. Y hacer desaparecer, ojalá literalmente, a su acompañante.

Lo concreto es que iniciamos la segunda pata de esta cueca de cuatro. Comienza el segundo año de gobierno de la presidenta Michelle Bachelet. Ya se conocen balances propios y ajenos de lo ocurrido en el pasado reciente. Obviamente, no hay coincidencia. Sí hay algo en lo que todos deberían estar de acuerdo: lo que viene será movido. Hay problemas de arrastre.

Está el tema de la educación media y las exigencias de los escolares. En los últimos meses del año pasado se notó que la presión disminuyó. O, mejor dicho, bajaba el tono vociferante de los principales voceros de los estudiantes secundarios. La mayoría estaba en el último año y ahora se prepara para iniciar una carrera técnica o universitaria. Pero habrá recambio y las diferencias con el gobierno se mantienen. En resumen, la crisis de la educación chilena goza de buena salud. Y todos los actores saben que este no es tema a resolver de una plumada. El problema es que aún no aparecen las plumas.

El siempre resbaloso universo de la energía sigue siendo terreno peligroso. Ya se han escuchado voces de alerta. El gas argentino será nuevamente una piedra en el zapato para Chile. Y las empresas abastecedoras de electricidad ya hablan de un «año complejo». Por otra parte, nada hace presumir que el precio del petróleo vaya a bajar. Por el contrario, las nuevas iniciativas de Wáshington respecto de la guerra de Iraq hacen pensar más bien que el panorama cambió.

Arabia Saudita ha comenzado a mostrarse renuente a seguir siendo el obsecuente aliado musulmán de Occidente. El rey Abdullah ha asumido que una guerra en el Oriente Medio no perjudicará a los Estados Unidos, sino directamente sólo a los habitantes de la zona. De allí que sostuviera públicamente que los problemas de los musulmanes se resuelven entre musulmanes. Fueron sus palabras las que aplacaron las llamas de una hoguera encendida. Las diferencias entre los palestinos de Fatah y Hamas volvieron del campo de batalla a la mesa de conversaciones. Eso significa un respiro para el Oriente Medio. Y un alza del petróleo para todo el mundo.

En el plano local, el Transantiago amenaza con seguir colocando palitos en el camino. Y es obvio que la solución no llegará por arte de magia ni en pocos días. Un proyecto de tal envergadura es difícil de implementar. Y más aún si los proyectistas estatales son chambones y sus ejecutores privados con empresarios que no están a la altura. En resumen, un proyecto con visión de primer mundo o cercana, no es fácil llevar a cabo con mente subdesarrollada.

Este reto acompañará a la presidenta Bachelet seguramente durante buena parte de su segundo año de gobierno. El costo político será alto, como ya se está viendo en las encuestas. Pero la mandataria se encuentra atrapada. No puede echar pie atrás. La situación anterior era insostenible. La locomoción colectiva de Santiago estaba en manos de verdaderas mafias. Y la historia tendrá que reconocer que fue una mujer la que se puso los pantalones y terminó con esa verdadera lacra.

Por lo tanto, es cuestión de esperar y pagar los dividendos. Aunque estoy convencido que en el palacio presidencial juegan a que aún quedan tres años. En uno se arregla el Transantiago y en los otros dos se puede presentar la cara lavada. Y a pavimentar la ruta para el quinto gobierno concertacionista.

Hay otras preocupaciones que vienen desde afuera. Ya sabemos que en el «mundo globalizado» las epidemias nacen en cualquier parte y en poco tiempo pueden transformarse en pandemia. Esto es una amenaza tanto para el físico humano, como para su estructura económica. El tiritón que se sintió en la bolsa de Shangai en días pasados, no parece provenir de un simple escalofrío. La economía estadounidense da muestras de acercarse a un período recesivo. Y eso es una amenaza para todos. Especialmente para economías abiertas y de extrema dependencia de comodities, como la chilena. El ministro Andrés Velasco tendrá que mostrar algo más que un espíritu cicatero.

La compensación es que el precio del cobre se mantendría alto. Pero con el dólar a la baja, los lamentos de los exportadores de los otros productos seguirán. Y, lo peor, llorarán sobre el hombro del papá Estado, que para estos casos debe ser comprensivamente generoso. La exigencia prioritaria: mayor flexibilidad laboral. La presidenta deberá escuchar a los empresarios y, a la vez, asegurar la precaria estabilidad laboral actual de los trabajadores.

Para cerrar el círculo de las preocupaciones, Bachelet tendrá que enfrentar las aguas internas. Estará obligada a dar fuertes golpes de timón para enrielar a los indisciplinados. No será fácil. Y a cada rebelión, por chica que sea, se escuchará la voz opositora que acusará íla falta de conducciónî que padece el Estado chileno. Mientras en el sector oficialista se seguirá denunciando, como la hace por estos días el ex presidente Eduardo Frei, la fatiga y la indisciplina de los partidos de la Concertación.

çBienvenido el segundo año de Gobierno.

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* Periodista.

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