Uruguay: – SOBRE EL CONTENIDO DE CIERTOS PROGRAMAS TELEVISIVOS

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Pocos días después de que el gobierno expresara su preocupación por la baja calidad de la programación general de nuestra televisión privada, la divulgación por dos canales de escenas pornográficas emitidas en cierto programa argentino dio un nuevo motivo de alarma y disparó la posibilidad de que ambos canales sufran una amonestación e incluso multas. Ese mismo programa del que se extrajeron las escenas de marras fue sancionado en Argentina por la misma razón.

En este caso, es el INAU el que lanzó la voz de alerta y analiza la posibilidad de sanciones. La causa estaría en que las escenas cuestionadas fueron divulgadas en el horario de protección al menor. No está mal que las autoridades de ese organismo se preocupen por lo que puedan ver los jóvenes y que velen por mantenerlos alejados de exhibiciones eróticas, pero consideramos que hay, en la mayoría de los programas de la televisión privada, contenidos y mensajes que, a pesar de no tener carácter pornográfico, son infinitamente más nocivos que la torpe exhibición erótica.

Nadie ignora nuestra postura tozudamente crítica hacia ciertos programas televisivos –en realidad, hacia la mayoría de las emisiones de la televisión privada– por considerar que sus contenidos atentan contra el buen gusto, contra la inteligencia y contra los valores que el Estado y la sociedad dicen proteger.

La importación indiscriminada de enlatados de diverso origen ha hecho que los televidentes uruguayos se acostumbren a consumir productos de bajísima calidad en desmedro de programas que prioricen la información, el análisis y el intercambio de ideas, o que promuevan la cultura en sus más diversas manifestaciones, o que simplemente propongan un saludable entretenimiento.

Con honrosas y contadas excepciones, los canales privados bombardean a los uruguayos desde las primeras horas del día hasta pasada la medianoche con seriales estereotipadas, telenovelas melosamente cursis, shows de dudosa calidad artística, magazines inconsistentes, o programas que llegan a ser la quintaesencia de la tilinguería, la frivolidad, la falta de respeto por la gente y el ensalzamiento de antivalores.

Ante la alarma manifestada por el gobierno, se han levantado airadas voces de condena a una supuesta censura previa que no está en los planes del gobierno. Si así fuera, nosotros también la denunciaríamos pues somos visceralmente contrarios a toda intromisión del poder en la expresión de la gente, pero entendemos que desde el gobierno debe implementarse una política comunicacional que apunte a corregir la exhibición de basura por parte de permisarios de ondas que son propiedad del Estado.

Los neoliberales que se oponen a toda intervención estatal en la materia arguyen que los programas-basura son los de más alto rating, y puesto que es lo que la gente reclama, los canales privados tienen derecho de emitirlos. Es posible que dichos programas tengan una audiencia considerable porque el alma humana exhibe, junto a sentimientos nobles y valores dignos, un lado oscuro de miserias en el que anidan sentimientos tan deleznables como la morbosidad, el voyeurismo y cierta dosis de masoquismo. Esto es innegable, pero no es admisible que en aras de un supuesto realismo se fomente, desde la pantalla chica, esa faceta oscura del alma humana.

La televisión es una formidable herramienta de comunicación que debería propender al fomento de los valores, del buen gusto y de la inteligencia. La televisión privada en Uruguay dedica un porcentaje mínimo de sus emisiones a esa función formadora de seres humanos libres y con espíritu crítico; y un porcentaje exorbitante a la chatarra estupidizante.

Es contra esa realidad que debemos actuar.

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* Editorial, dos de junio de 2007.
www.larepublica.com.uy.

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