CARTA A MI HERMANO LEONARDO

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Querido hermano, no se si es racional escribir una carta a quién no puede responderla. Han pasado tantos años… tu recuerdo se va convirtiendo en un mito entre lo que mi mente abriga, lo que Camilo me ha contado, lo poco que el papá habla… Y el frío informe donde el Estado chileno te reconoce “víctima”. Siempre me ha cargado la famosa palabra esa, durante muchos años guardé silencio sobre tu partida, incluso muchos cercanos se sorprendieron cuando comencé a hablar de tu existencia…

No quería la lástima de personas ajenas a lo que significó que nos arrebataran tu presencia. Quizás la juventud me hacía ser más arrogante y me comí el dolor solita. Hoy, con el pasar de los años, necesito de todos esos abrazos soles que entibian el frío producido por el dolor de la pérdida y, entonces, me desnudo. Dejo el dolor aflorar, las lágrimas salir, me dejo abrazar… Consolar no. Imposible encontrar consuelo.

Un viernes 14 de septiembre de hace 34 años dejaste un vacío en las vidas de todos quienes te conocieron. Nuestro viejo, que aún está dando guerra, festeja su cumpleaños esta misma fecha, ¿lo recuerdas…?

Nunca había detestado tanto este aparato llamado teléfono, con lo necesario y vital que ha resultado para mí durante todos estos años. Hoy dudo ante la llamada al papá. ¿Qué puedo decirle para que no se sienta triste? ¿Cómo ocultarle mi tristeza? Es su cumple y debería, simplemente decir: felicidades papito… pero no puedo, !sé que al igual que Camilo, Nancy, Leslie y Valentina también siente que es un día de mierda!

Leslie y Valentina son tus sobrinas, hijas del Camilo. Si vieras lo guapas que son… Leslie estudió sociología y la Vale estudia Historia y Geografía, en parte gracias a ti… Así es, el Estado dio una pensión al viejo para compensarle tu pérdida… Él no quería, pero lo convencimos que era su derecho y ha ayudado a las chicas con sus estudios, aunque como la salud es frágil le ha ayudado a complementar la miserable jubilación de profesor de Estado que tiene.

El Camilo, más parecido al papá que nunca. Nancy, su compañera leal, una mujerona que lo aguanta, lo contiene, suaviza la rabia y hace salir de ese hombre –aparentemente duro– lo más dulce. El efecto de la larga noche que vivimos tras tu partida, lo paga en la piel. Nadie ha reconocido sus detenciones por los aparatos represivos de la dictadura, ni las torturas a las que fue sometido…

Hermano perdona que te cuente éstas cosas, imagino que no puedes creer que hechos como el que te describo sucedieran. Pero así fue, persecución, cárcel, tortura, ejecuciones, clandestinidad, exilio, mentiras, verdades a medias… Y aún no se abren las grandes alamedas.

Hoy no puedo abrazar al papá porque vivo en Bélgica, tampoco mi pequeñito Leonardo de seis años puede disfrutar del tata ni de su tío y primas… la vida no es fácil. Mi compañero sobrevivió a la prisión, fue exiliado y pasó sin ver a los suyos por 10 años. Hoy mi suegro, su padre, viene de superar un infarto… tanto dolor que su corazón ha contenido.

Hermanito: ese es el lado oscuro, pero ya sabes que la vida tiene matices, de lo contrario nadie resistiría.

Ya te hablaba de Leslie y Valentina, de la Nancy; mi compa Pepe y mi pequeñito Leonardo, también de mis suegros y la compañera del papá que lo conforta. A ellos se suman amigos y amigas del alma, gente que está cerca de nosotros cuando necesitamos el abrazo sol. Y en eso, los Parga, hemos sido afortunados. Ya sabes, los amigos son la familia que escogemos tener, y no nos hemos equivocado en la elección.

Tu energía, la chispa de tus ojos está en todos los que nos han tendido una mano o que han acompañado nuestros dolores y silencios.

Cómo te extraño, cómo quisiera poder llamar al papá para decirle: feliz cumple; y que me respondieras tú, para decirme: ¡menos mal que te acordaste ardilla acelerada!

Pero no es posible y entonces te escribo esta carta, para sacar la pena, para decirte que me haces falta… Qué mientras viva, vivirás en mi recuerdo. Qué tengo rabia porque nunca fuimos capaces de hacer justicia. Qué te prometo que esa rabia no dejará de transformarse en compromiso para que nunca más… Qué mi hijo y los hijos de mis hijo mantendrán la memoria porque nadie ni nada está olvidado.

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*, Patricia «Ardilla» Parga es periodista.

http://pattyardillaparga.blogspot.com.

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Addenda tristísima

Leonardo Patricio Parga Ortega fue asesinado el 14 de septiembre de l973 en Santiago. El informe sobre su deceso, que se puede leer aquí, es la fría relación de un hecho que se reiteró sobre otros, muchos, en los días y años subsiguientes.

A más de 30 años es también lo oculto a la vista por la hendija a la historia que la dictadura procuró cegar –y que sus reemplazantes en el gobierno pretenden de hecho mantener cegada– en la medida en que conforme parte de la memoria no acotada ni acotable de la historia inmediata del pueblo. Dice así:

«De acuerdo a lo señalado por vecinos, Leonardo Parga y un amigo, también fallecido, se encontraban en la vía pública, cuando fueron interceptados por una patrulla militar. Los retuvieron, allanaron sus ropas y luego les ordenaron retirarse. En ese momento, uno de los militares escuchó un insulto y disparó a ambos por la
espalda.

«Su amigo falleció en el acto y Leonardo Parga algunas horas después, a causa de una herida torácica abdominal…»

¿Quién llora la «pálida lágrima de la vergüenza» de que habló Camilo José Cela?

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