Carta a mis amigos para entender la política italiana

1.656

Más una vez, la política italiana está cambiando. Tú, así como muchos de mis amigos me han  pedido una explicación sobre lo que está pasando. Les voy a dar mi perspectiva personal, que nace de una vida entera de análisis globales y por lo tanto no a través de una óptica italiana, aunque soy italiano. Me van a preguntar sobre Renzi, y  a Renzi hay que contextualizarlo.

En el siglo pasado, trabajé como asesor para  la prensa extranjera del Primer Ministro italiano, Aldo Moro, asesinado debido a  su intento de traer el Partido Comunista Italiano (PCI) al sistema democrático. Como los Estados Unidos no querían que esto sucediera, estoy totalmente convencido de que los servicios secretos norteamericanos estaban detrás de este asesinato.
De todos modos, mi trabajo era el de explicar a los periodistas extranjeros las políticas gubernamentales.
Las elecciones de 1968 determinaron el primer gobierno de Moro, un gobierno excepcionalmente largo para Italia (833 días). Moro estaba encargado del “gobierno de verano”, que servía como puente hasta el Congreso Nacional del Partido Demócrata Cristiano, que se debía de realizar en Otoño. En ese congreso, Aldo Moro pronunció un largo discurso atacando y criticando a su gobierno. Todavía recuerdo lo difícil que fue explicar a periodistas anglosajones que el Primer Ministro no se estaba criticando a sí mismo sino la fórmula dada con la cual tuvo que gobernar. De hecho, después del congreso, Moro  pasó a la oposición dentro de su partido. Pero todo esto era tan bizantino para mis colegas extranjeros que rápidamente me di cuenta que explicar la política italiana era mucho más complicado de lo que los políticos italianos imaginaban. Cuando le comuniqué al Primer Ministro mis problemas, él simplemente sonrió divertido y dijo: “¿Pero por qué quieren entender?  ¿No les basta informar lo que de hecho ocurre?”
Dicho esto, es todavía más complicado explicar a un extranjero cómo es posible que alguien como Berlusconi haya podido ser un personaje tan popular en Italia durante 20 años, y seguir siéndolo aún hoy día, a pesar de una sentencia judicial definitiva. Aún así, Berlusconi sigue siendo una persona libre y actuando en casi todos los niveles institucionales, como si nada. Esto es algo excepcionalmente italiano. Pero veamos por qué esto es posible.
Básicamente, creo que la razón principal por la cual la política italiana es tan complicada de entender para los extranjeros, es que la historia política italiana no está homogenizada o sincronizada con los demás países europeos. Después de la Segunda Guerra Mundial, Italia pasó de una dictadura a una democracia, sin el desarrollo cultural de Alemania. Me acuerdo que como joven muchacho del movimiento católico, estábamos todos comprometidos con la primera campaña electoral del 2 de Junio de 1946. Las elecciones iban acompañadas de un referéndum sobre mantener la monarquía o pasar a ser una república. La presencia del Partido Comunista durante esta campaña era muy fuerte.
Yo provengo de una familia de clase media (si bien que de artistas) y como millones de otros niños,  iba a la parroquia a jugar. Los que éramos estudiantes fuimos llamados a ir a las áreas rurales a convencer a los campesinos, que nos veían como personas cultas, a votar por el Partido Demócrata Cristiano. Como el analfabetismo era muy alto, se pedía a la gente que votara por símbolos, no nombres. El Partido Demócrata Cristiano tenía como símbolo un escudo con una gran cruz roja, así que nosotros pedimos que votaran por la Santa Cruz. Me acuerdo que cuando llegamos a Ariccia, una aldea cerca de Roma, sus habitantes nos dijeron: discúlpenos, pero nosotros ya nos comprometimos a votar por la Llama del Sagrado Corazón. El partido neo-fascista, Alleanza Nazionale, que tenía como símbolo una llama con los tres colores de la bandera nacional. Esto muestra cómo la participación política y la democracia se han desarrollado en Italia, en solo algunas generaciones.
Al mismo tiempo, Italia tenía un Partido Comunista excepcionalmente fuerte. En esas elecciones, el Partido Demócrata Cristiano obtuvo 35% de los votos, pero al sumar todos los partidos de izquierda, se llegaba a 40% de los sufragios. No había  ningún tipo de comparación con la izquierda. En tamaño, la derecha  era mucho más pequeña. Italia se convirtió en ese momento en la principal arena de confrontación de la Guerra Fría, con excepción de Grecia, donde la acción militar resolvió el problema de la gran presencia comunista. En los demás países europeos (sin contar España y Portugal), la normal vida democrática se reanudó con un simple bipolarismo de izquierdas-derechas. Este fue el caso de no sólo Inglaterra, con Laboristas y Conservadores, como también el caso de Alemania, que como Italia, acababa de salir de una dictadura, con demócrata cristianos y social demócratas.
Con esto quiero subrayar cómo Italia no estaba sincronizada con el resto de Europa y recordar que el Partido Demócrata Cristiano tenía todo el apoyo político y financiero de Estados Unidos, y el Partido Comunista tenía todo el apoyo político y financiero de la Unión Soviética. Por supuesto que la URSS tenía el mismo tipo de vínculo con todos los partidos comunistas europeos, empezando por el francés. Pero solo en Italia una red de empresas y sociedades se convirtieron en entidades económicas administradas por el Partido Comunista, tal como la Liga de las Cooperativas, dedicada a una importante producción agrícola.
Como en ningún otro país, casi 50% de sus habitantes veían el comunismo como una opción completamente plausible. El Partido Comunista era un poder paralelo, claramente estructurado como un sistema alternativo, listo para tomarse el poder apenas fuese posible. En ningún otro país de Europa la propaganda política era tan radicalizada sobre conceptos del bien y del mal. Todavía recuerdo ver carteles con Guardias Rojos, sucios y descompuestos, con armas y llevando a sus caballos a abrevar  en la Plaza de San Pedro, o Guardias Rojos robando bebés a madres en lágrimas (para después mandarlas a Moscú para convertirlos en marxistas). Esta campaña de Guerra Fría estaba en la base de la prensa de esos tiempos, acompañada por la negación por parte de la iglesia, al bautizo y entierro a miembros del Partido Comunista Italiano. Hoy en día, una situación así sería considerada surrealista.
Digamos que en los dos partidos principales, la Democracia Cristiana y el Partido Comunista, sufrían de divisiones internas, una de las más importantes fue la creación del Partido Socialista Italiano, PSI, completamente separado del PCI. El número de nuevos partidos aumentó a niveles absurdos. Pero básicamente había un partido centrista (como en ningún otro país de Europa), el PDC, el cual se autodenominaba un partido interclasista porque acomodaba personas que miraban hacia la izquierda y personas que miraban hacia la derecha. Acompañado por una izquierda y una derecha oficial las cuales eran mucho más radicales de lo que acomodaba el típico sistema bipolar europeo. Yo, que siempre consideré el PCI como demasiado servil a la Unión Soviética, aunque teniendo una fuerte agenda social, podía perfectamente quedarme en el PDC sin sentirme a la derecha de la izquierda oficial.
Pero sigamos adelante. El fin de la Guerra Fría trajo el colapso del sistema político italiano. Analicemos cuánto de lo sucedido fue un resultado directo del desmembramiento de la Unión Soviética en 1991, y por lo tanto la pérdida de interés por Italia por parte de Estados Unidos. El hecho es que de repente, un gran número de escándalos de corrupción salieron a la luz, mucho de los cuales nunca habían aflorado antes, y prácticamente todos los partidos históricos italianos desaparecieron en 1994. No hay ningún otro caso en la historia de Europa de un tal terremoto político.
Con el fin de la Guerra Fría y la creación de un nuevo sistema político, Italia debería haber caminado hacia un típico sistema bipolar con un partido de centro derecha y un partido de centro izquierda. Este fue el caso del Partido Comunista, que se convirtió en un partido progresista y moderado, en el que  estaban integrados antiguos militantes del PCI junto con ex-demócratas-cristianos, socialistas, social-demócratas y  así sucesivamente. Algunos militantes no aceptaron esta nueva tendencia y formaron partidos aún más radicales de izquierda. Como ya he dicho antes, en ese momento, la muerte del PCI dio lugar a dos generaciones: una de vírgenes que nunca cantaron “La Internacional”, que declararon siembre haber estado en contra del Estalinismo, ser pro-OTAN, pro-Europa, etc., y que ahora estaban intentando parecer lo más moderados posible. La otra generación fue la de viudas, que lloraban la pérdida de sus queridos y no aceptaban los nuevos tiempos. Sin más disquisiciones. Mi punto es que la condición femenina no se reduce a vírgenes o viudas.
Pero esta progresión hacia un normal sistema político bipolar fue secuestrado con la llegada de Silvio Berlusconi, que también en 1994 formó su proprio partido político. Tenía un gran apoyo de la prensa (la suya). Era un empresario de éxito y uno de los hombres más ricos de Italia. Personificaba la esperanza de una renovación del viejo y desacreditado sistema político. Berlusconi empezó su carrera como animador de cruceros, donde actuaba y entretenía durante una hora a los pasajeros, teniendo en cuenta la dificultad de aprender de memoria un entero guión de teatro  y esto es algo que no muchos otros políticos saben hacer. Él era simpático, elegante y mundano. Casado con una bella actriz, sabiendo muy bien cómo se usa la televisión para divulgar una imagen. De esta manera, se propusoi a sí mismo, como el nuevo hombre italiano.
Ya en ese entonces, Berlusconi tenía varias acusaciones, y si fuese elegido para el parlamento, tendría inmunidad por parte de la justicia, que no puede procesar a miembros del parlamento.
Volviendo un momento al mundo del entretenimiento, Berlusconi había actuado en una película de Roberto Rossellini llamada “Il Generale della Rovere” que cuenta la historia de un general heroico del ejército italiano que no acepta la ocupación Nazi de Italia y organiza una resistencia clandestina. Capturado por las SS muere durante el interrogatorio sin revelar los nombres de los otros miembros. Al salir del lugar del interrogatorio, las SS se cruzan con un pequeño ladrón napolitano el cual lo estaban llevando dentro, que era un gemelo del General. Lo obligan a cooperar con las SS, actuando como el General y lo ponen en la sección política de la prisión con la tarea de informar lo que escuchaba. La película acaba con la ejecución del pequeño ladrón, que se tomó su papel tan en serio que actuó hasta el final como si fuese el verdadero General. Muere gritando: “Viva l´Italia!”
Berlusconi hizo lo mismo. En muy poco tiempo se convirtió en un muy buen político, un verdadero político que tenía que substituir a un empresario sin experiencia política. Y Berlusconi va a salir de la escena como el político, no el empresario. Pero sí que usó su poder para cambiar Italia a su imagen. Después que Berlusconi desaparezca, el berlusconismo va a durar durante mucho tiempo. Berlusconi empezó por convertir en aceptable y legítimo lo que no era. Por ejemplo, uno de sus primeros hechos fue el de eliminar el impuesto de sucesión, para proteger su fortuna en las transacciones familiares. Inmediatamente después, elaboró una ley que descriminalizaba la contabilidad fraudulenta,  una de sus acusaciones pendientes. Sus canales de televisión empezaron a transmitir programas basados en un entretenimiento de acuerdo con los peores estándares norteamericanos, granes espectáculos, reatliys, lo que bajó el nivel general de los otros canales televisivos, y poco a poco Italia entró en una deterioración cultural y de valores generalizada. En esta indiferencia generalizada, el Ministerio del Trabajo (o sea, de personas que producen), se convirtió en el Ministerio de la Asistencia Social (personas que necesitan asistencia), el Ministerio de la Instrucción Publica se convirtió en el Ministerio de la Educación. Toda una serie de palabras políticas italianas desaparecieron: justicia social, participación, transparencia, solidaridad, etc. El modelo partidario inventado por Berlusconi era marcadamente diferente de los precedentes. Él era el director de una empresa que no elegía a una junta directiva de la misma manera que él designaba a los ministros, cuadros del partido, sin ningún debate interno. El partido se basaba en la imagen pública, no en un modelo de participación de base, y este se convirtió en la norma para varios otros partidos, todos basados en una persona.
Mucho se ha escrito en como Berlusconi cambió Italia. Algunas personas han escrito hasta ensayos sobre un cambio antropológico del país. En los últimos años Berlusconi se hizo famoso internacionalmente por su estilo de vida lujoso y frívolo, con fiestas Bunga-Bunga, con su esposa escribiendo cartas abiertas a los diarios donde acusaba a su marido de irse con jóvenes menores de edad, o su búsqueda del maquillaje perfecto. Pero no hay que olvidar un detalle muy importante: Berlusconi se estaba construyendo en base a los vicios de los italianos, que probablemente en ese entonces eran mayores que sus virtudes. Al típico hombre italiano le encantaba irse con chicas jóvenes, le gustaba no pagar impuestos y adoraban a un Primer Ministro que declaraba entender porqué las personas no quieren pagar los impuestos.
Todas esas meteduras de pata de Berlusconi eran explícitamente direccionadas para identificarse con el italiano medio, inculto, no instruido y desinteresado. Cerca de 20% de los italianos lee regularmente, y otro 20% no lee para nada. Y en el medio hay un 60% que tiene un nivel de interés variado. El hecho de que Berlusconi consiguió conectarse con el 20% que no lee, e influenciar a gran parte de la mayoría del sector del medio, significa que fue capaz de hacer una campaña exitosa. Su lenguaje y sus acciones tenían esa finalidad. El 20% que leía estaban chocados, pero no eran relevantes, y fueron acusados de “comunistas” (el hecho de que esta estrategia haya tenido éxito después de tantos años, dice mucho sobre la sofisticación del debate político). Y por supuesto, entre el 20% que leía, había varia gente que estaba dispuesta a juntarse al poder de los ganadores, o aceptaron las promesas de una Italia “liberal”.
Es importante explicar cómo Berlusconi fue la figura clave en Italia durante 20 años, al mismo tiempo que presentaba un plan ambicioso para una nueva Italia. Hasta llegó a firmar un “Contrato con los Italianos” durante una transmisión televisiva de gran audiencia, delante de un notario, con una agenda de compromisos. El hecho de que no cumplió sus promesas, teniendo la mayoría en el parlamento, fue eclipsado por su constante presencia en todos lados. La forma se convirtió más importante que el contenido, y en eso Berlusconi era invencible. Todos los otros líderes políticos aparecían como aburridos, insignificantes u obsoletos.
No es posible concluir esta explicación sobre la durabilidad de Berlusconi en Italia sin tocar un punto muy importante. Durante estos 20 años, la Iglesia guardó silencio completamente. Toda una serie de escándalos, intrigas, bunga-bungas, historias tórridas de chicas vestidas de enfermeras entreteniendo el Primer Ministro todas las noches en su casa… ni una palabra. La iglesia ha hecho parte de la deterioración de la ética, los valores políticos y sociales italianos por su silencio y defecto. Este no es el lugar para analizar por qué los dos Papas dejaron que esto sucediera, yo estoy convencido que bajo el Papa Francisco esto no hubiera sido posible. Pero durante las dos décadas de Berlusconi no hubo una oposición moral a la continua decadencia de la vida pública italiana.
Dicho esto, volvamos atrás, al punto de este texto, que es entender cómo la llegada de Berlusconi causó la desincronización  de Italia con el resto de Europa. Con su presencia peculiar, creó su proprio partido personal, un partido de derecha moderado poco ortodoxo, que no tenía nada que ver con los Tori británicos, o con la CDU alemana. Y ese era sólo uno de los problemas. En mi opinión, el problema estaba más específicamente en el hecho de que el partido de centro izquierda no supo seguir su objetivo, que era crear una plataforma política alternativa. El debate estaba completamente centrado en Berlusconi (que era lo que él quería). Todo se convirtió en pro-Berlusconi o anti-Berlusconi. La izquierda cayó en la trampa e Italia se dividió en dos bloques, convirtiendo el debate político en algo completamente irrelevante. Nadie se podía permitir parecer ideológico sin ser considerado anticuado. A la izquierda se le pedía ser pragmática y creíble, una buena administradora, no comprometida con cuestiones ideológicas que machacaron el comunismo. El pragmatismo se convirtió en la solución para todos los casos, pero cuando se está intentando resolver un problema sin ponerlo en ningún contexto conceptual o estratégico, se está desarrollando un acto administrativo, no un acto político. Y del pragmatismo uno se mueve hacia el utilitarismo, que es completamente otra cuestión, los partidos políticos dejan de ser vasallos de una visión o inspiración. Se convirtieron en autorreferenciales, vacíos de participación popular y básicamente máquinas administrativas de preservación del poder. La diferencia entre la izquierda y la derecha es que la derecha se aprovecha de la fuerza del estatus-quo y de tener la burocracia como aliada. En cambio para la izquierda significa perder iniciativa y su identidad. No es sorprendente que la gran mayoría de los trabajadores del norte de Italia desertaron de la izquierda y se juntaron a la Liga, un partido local populista. Perdieron su identidad como trabajadores y sintieron que la Liga estaba más cerca de sus prioridades.
Al final, Italia se estaba convirtiendo en el enfermo de Europa, y gran parte porque la comunidad internacional no aceptaba Berlusconi. La bolsa italiana llegó a un estado trágico, hasta que el octogenario Presidente de la República Italiana, Giorgio Napolitano, con el aplauso de  todos los líderes fuera de Italia, invistió un nuevo gobierno, liderado por el respetable economista Mario Monti, que tenía que encabezar el ejecutivo por un período limitado de tiempo para resolver los problemas. Más tarde se dimitió, y en realidad durante su mandado hizo muy poco, además de imponer sacrificios siguiendo el tratamiento de austeridad impuesto en toda Europa. Monti no fue elegido por el pueblo, sino por el parlamento.
Al mismo tiempo, la justicia italiana finalmente consiguió completar uno de los juicios contra Berlusconi. Anteriormente, Berlusconi fue capaz de conducirlos a ninguna parte, por ejemplo por razones de tiempo, u otras tecnicidades. Puso a su abogado en el parlamento y el Ministro de Justicia era su presunto heredero. Cuando el tribunal lo estaba juzgando durante el gobierno de Monti, su ex-Ministro de Justicia encabezó una marcha hacia el tribunal con varios otros ex-ministros y parlamentarios, para protestar en contra del proceso judicial. Finalmente el gobierno de Monti ya no era considerado viable para gobernar y Berlusconi le quitó la alfombra de debajo de los pies.
Como todos saben, Monti fue sucedido por otro gobierno no elegido, encabezado por Enrico Letta, un político poco inspirador pero serio y joven, que tampoco pudo lograr mucho. Y después llegó el joven y ambicioso florentino Matteo Renzi, que se acababa de convertir en el nuevo líder del Partido Democrático y que le tiró la alfombra de debajo de los pies de Letta. Desde que asumió,  es el tercer Primer Ministro que no fue elegido en las urnas, en una sucesión muy rápida.
En una nota muy rápida, vale la pena subrayar que Letta es de Pisa, otra ciudad histórica de la Toscana. Florencia y Pisa tienen una antipatía histórica, lo que dio vida a toda una serie de chistes.
Durante todo esto, Berlusconi ha estado haciéndose la victima de los “comunistas”, que nunca han conseguido sacarlo por vías democráticas y están usando la Justicia, como única manera para eliminarlo. Entre los 7.5 millones de personas que votaron Berlusconi en las últimas elecciones, hay un número considerable que están de acuerdo con él. Berlusconi sigue más vivo que nunca y sólo ahora me siento cómodo como para centrarme en la cuestión de: ¿Qué va a pasar ahora?
Este texto ha sido escrito para responder a esta pregunta. Discúlpenme si he tardado tanto en llegar aquí, pero sin esta explicación básica de saber de dónde viene la política italiana, no sería posible entender hacia dónde se está andando.
En pocas palabras, lo sabremos dentro de poco. Renzi hizo su entrada de la misma manera que un programa de televisión muy popular “Desiste o Dobla” (es interesante subrayar que Renzi efectivamente ha  ganado un concurso en la televisión italiana). En este juego, o uno gana y se califica para la siguiente fase con el doble del premio, o uno pierde y sale del juego. Hasta ahora, para Renzi ha sido siempre el doble, y está ahora en la tercera fase de “Desiste o Dobla”. En sólo diez años, se ha convertido en el Presidente de la Provincia de Florencia en 2004 (una entidad administrativa que administra todos los pueblos del territorio de Florencia). Salió en 2009 para convertirse en alcalde de Florencia, y ahora dejó ese puesto para ser Primer Ministro. Durante su carrera, el no trabajó como un hombre de equipo, pero como uno que decide y basta, y es discutible si sus logros son de veras relevantes. Pero supo siempre ser el bulldozer donde quiere que fuera y tiene una gran confianza en sus calidades, declarando que él es una mezcla de Macchiavello y Lorenzo de Medici.
Es fácil ver lo que va a pasar ahora, uno no necesita de un análisis sofisticado para entender. O Renzi es capaz de implementar por lo menos el 50% de las reformas que anunció, o va a ser la victima de las expectativas que él mismo ha creado.
Renzi no es el primer toscano que llega a Roma y quiere irrumpir en el caos administrativo romano, que tiene sus orígenes no en Roma, ya que se convirtió en capital de una Italia unificada en 1870, pero de la administración papal, establecida en el siglo XV. Roma es un lugar muy peculiar. Durante la guerra de supremacía entre Italia, España y Francia, el lema  Romano era: Francia o Spagna perchè se magna (Francia o España porque se come).
Una vez estaba yo acompañando a un senador chileno, Eduardo Frei, que fue Presidente de Chile entre 1964 y 1970. Estábamos atrasados y le pedí al taxista que por favor se apresurara, porque tenía a un senador chileno. Sin ningún cambio obvio en su conducción, me miró a través del espejo, muy divertido, y me preguntó: ¿está seguro que después de tantos emperadores y papas, un senador chileno hace alguna diferencia?
Como decía antes, en este caos romano, ya otro toscano antes de Renzi llegó a Roma montado en su caballo blanco anunciado que la burocracia iba a morir. Era arentino (Arezzo es otra ciudad histórica de la Toscana). Amintore Fanfani, famoso por su dinamismo, se convirtió en Primer Ministro en 1958, manteniendo al mismo tiempo el cargo de Ministro de Exteriores. Él trabajaba desde las 8 de la mañana, y tenía las llaves de todas las puertas de la dirección general del ministerio, haciendo con que todos tuvieran que ir a buscar las llaves donde él, y así controlar los que llegaban después de las 9 de la mañana. Su gobierno duró nada más que unos meses. Pasó a la minoría por unos cuantos votos secretos en el parlamento y la última fue una ley insignificante sobre reglamentación de mercados de frutas y verduras que fue rechazada. Aunque no fue su relación con la burocracia lo que lo llevó a su caída, había una atmósfera de celebración muy palpable en los palacios romanos. Puede ser que los tiempos hayan cambiado…it aldo moro
Para acabar esta parte sobre los toscanos que bajan hasta Roma, mis amigos extranjeros tienen que saber que si los piamonteses no hubieran unificado Italia, no hubiera sucedido nunca. El Piamonte era una expresión del positivismo francés y del Estado prusiano. Era la región italiana donde la revolución industrial tomó pié seriamente. La unificación fue hecha con la indiferencia general de por lo menos 90% de la población. La capital italiana, originalmente en Torino, pasó a Florencia y finalmente a Roma. Ahí empezó una inmigración del sur, y no del norte, que agrandó Roma hacia el tamaño de una capital. Así que hay muy poco de influencia piamontesa en Roma, al contrario, Roma es vista por el norte como siendo del sur (aunque está en el centro). La visión común es que Italia acaba en Florencia, y abajo están los africanos. El éxito del partido Liga es predicado en la creencia de que si el Norte se separara de Roma significaría una separación de la corrupción y de la ineficiencia. La Liga hasta llegó a inventar una nueva raza, los padanos, del nombre de la región hasta el rio Po (el río más grande de Italia), la Padania…
En el cliché italiano y la imaginación colectiva, los toscanos son considerados muy inteligentes, algo cínicos, con gran cultura e ingeniosos, con un muy buen sentido del humor. El dialecto toscano fue, después del fin del latín, elegido entre todas las otras lenguas de Italia, como la lengua nacional. Los alemanes hablan una lengua que fue creada por Martín Lutero en un monasterio. En Italia, el toscano fue elegido por su superioridad literaria (Dante, Boccaccio, Petrarca, etc.). Y como son de ingeniosos… Yo estaba acompañando a Luís Echeverría una vez, cuando vino a Italia terminado su cargo de presidente de México en 1976. Estábamos caminando en la ciudad vieja y me perdí, aunque conozco Florencia muy bien, por mi madre (mi padre era de Torino, pero soy también medio argentino). Le pregunté direcciones a un niño de unos diez años, que nos dijo que estaba caminando en la misma dirección. Pasamos por una tienda de arquitectura gótica que estaba siendo renovada, completamente cubierta del techo al suelo de terciopelo rojo. Echeverría, curioso de este entorno particular me preguntó qué es lo que vendía esa tienda. Le pregunté al hombre que estaba en la puerta mirando hacia la calle, me miró y me dijo “cabezas de burros”. Empecé a pensar cómo responderle pero en ese momento escuché la voz del niño que dijo “y el negocio le debe estar yendo muy bien, ya que sólo les queda una”.
Renzi llegó como un bulldozer  florentino. Es ingenioso, joven, moderno, iconoclasta y trata a las instituciones sin respeto, para conectarse con el hombre común, que perdió confianza en el sistema político. Ha construido un nuevo gabinete, al cual le falta experiencia real, para marcar una ruptura con el pasado. Su problema es que ha elevado mucho las expectativas, prometiendo todo, ahora.
Por eso, el futuro es muy simple y fácil de entender. Hay la posibilidad de que lo logre y en las próximas elecciones de 2015 Renzi va a ganar muchos votos, incluso una gran mayoría de los votantes de Berlusconi. Estoy convencido que Berlusconi va a salir de todo esto sin ninguna marca y va a hacer de Renzi su heredero. Sigue diciendo a sus seguidores que le gusta Renzi, que “ha eliminado más comunistas en dos meses que yo en 20 años”.
También hay una gran probabilidad de que Renzi no sea capaz de cumplir con todo lo que ha prometido e Italia va a entrar muy pronto en una crisis muy seria. No hay alternativas visibles, ninguna cara nueva, ninguna idea fresca y la deterioración institucional, política y económica va a continuar. Bajo  mi punto de vista, el verdadero problema no está a nivel de Renzi, sino a nivel de bases. Italia se ha convertido en un espacio ocupado por miles de grupos de poder, bajo varias configuraciones posibles: sindicatos, empleadores, banqueros, magistrados, contables, policías, lo que sea. La fragmentación institucional también continúa a nivel  de espacios: local, provincial, regional, nacional. No hay ninguna tendencia que produzca algo superior. La corrupción es endémica y es mucho más perniciosa que la mafia (accidentalmente la única institución de éxito). Déjenme darles un ejemplo:
En Roma hay un metro. Las escaleras no las limpian casi nunca. La ACEA,  empresa estatal que gestiona los transportes públicos, dice que eso es responsabilidad de la AMA, otra empresa estatal que está a cargo de limpiar las calles. Después de una campaña mediática sobre este oprobrio para los turistas, llegó un comunicado de prensa donde se informaba que los dos directores de las dos empresas públicas decidieron establecer un grupo de trabajo al cual se les pedía presentar en tres meses una serie de propuestas para que los dos directores pudieran decidir. ¿Por qué estas dos personas, que ganan más de 300.000 euro al año no pueden simplemente pedir a un par de miembros de su  equipo que les traigan unas propuestas, en vez de esperar tres meses para ver lo que un grupo de trabajo propone? Este es un ejemplo de porqué Italia se ha detenido. ¿Cómo puede Renzi resolver esta fase de la esclerosis?
Para acabar este análisis sobre la excepcionalidad de Italia en Europa, vamos a asumir que al nivel de superestructuras (gobierno, parlamento, ministros), Renzi tendrá éxito. Aún así, el futuro de la sincronización de Italia con el resto de Europa no encaja.
Renzi ha resucitado a Berlusconi y a sus objetivos. Berlusconi era hace algunas semanas un hombre puesto de lado por el senado y prohibido de mantener cargos públicos como resultado de su sentencia definitiva por la corte italiana más alta. Ahora bien, este hombre sentenciado fue recibido por el Presidente de la Republica para una consulta sobre el gobierno Renzi. Está libre y nadie puede ya considerarlo a un hombre que está fuera de la arena política. Este es un hecho sin precedentes en toda la historia moderna europea. Está de nuevo a la cabeza de su partido, es nuevamente un líder legítimo. La ruptura que su delfín Angelino Alfano y otros hicieron, no cambia el hecho de que Berlusconi sigue controlando por lo menos 6 millones de votos, de acuerdo con las últimas encuestas.
Además, Renzi está claramente intentando cogerle espacio a Berlusconi. En el partido de la izquierda, Partido Democrático, que Renzi lidera y que fue su trampolín para el gobierno, es el primer líder que viene del mundo católico y no de la constelación nacida después de la ruptura del PCI. Es un moderado completamente ajeno a ideologías y conceptualismos. Si sobrevive hasta las próximas elecciones, es claro que va a llevarse gran parte del electorado de Berlusconi. Repito que esto es probablemente algo que Berlusconi espera que así sea, ya que el podría salir de la escena con gracia y presentar a Renzi como su creación histórica, con lo comunistas fuera del camino.
El Partido Democrático se va a ir más hacia el centro hasta crear una ruptura para crear una izquierda más radical, que igual va a ser irrelevante. El Partido Democrático va a pasar por un cambio antropológico. Ya pasó antes con el Partido Socialista italiano, que estaba en la verdadera izquierda, aunque distintamente diferente del partido comunista. Cuando otro bulldozer, Bettino Craxi, que lideraba el partido desde 1976 se fue en exilio a Túnez para escapar a la justicia italiana y el PSI se desmoronó, un gran número de socialistas votó por Berlusconi, no por la izquierda. Con Renzi, el Partito Democrático se va a convertir en un partido mucho más moderado, más cerca del centro que de la izquierda. Y otra vez vamos a tener en Italia una situación diferente del resto de Europa.
Para concluir, esto no es necesariamente un problema mayor. El problema es la parálisis italiana y la falta de participación en la vida política. Italia está en declino hace diez años y no veo ninguna razón para ser optimistas. Es cierto que Italia es un país muy resistente habitado por personas imprevisibles. Puede que algo inesperado suceda. Tal vez la sociedad civil, que es enorme pero no está estructurada para crear una verdadera alternativa, ocupada en su día a día, empuje la sociedad para un nuevo Renacimiento. Quizás una nueva figura va a aparecer, capaz de galvanizar y unificar. Esperemos que no sea un populista. Pero la crisis italiana está rodeada por la crisis europea, a su vez involucrada en el declino del occidente en términos absolutos, y todo está rodeado por un modelo económico que está aumentando las desigualdades sociales a un nivel sin precedentes.
De acuerdo con la London School of Economics, Inglaterra va a tener el mismo  nivel de desigualdades sociales en 2030 que durante el reinado de la Reina Victoria. Durante esos tiempos, un poco conocido filósofo alemán estaba elaborando su “Manifesto” en la biblioteca del British Museum.
Mientras tanto, entre  2000 y l 2014, Italia ha cambiado 11 veces su Ministro de Relaciones Exteriores,  frente  a  dos en Rusia y tres en Alemania. Alguien se ha dado cuenta?

Por consiguiente, entender la política italiana no es realmente tan relevante. Como me dijo mi primer jefe Aldo Moro con una sonrisa: “¿por qué esa necesidad en entender? Simplemente informen sobre los hechos”.

*Fundador y presidente emérito de la agencia informativa Inter Press Service y publisher de Other News.

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.