Israel y las elecciones de EEUU; la pollítica sucia elimina a la política

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Se sabía que de un momento a otro la campaña republicana de calumnias contra Barack Obama tenía que comenzar con entusiasmo. Pero, ¿quién iba a saber el escenario y el personaje que iba a lanzar la primera piedra?

Al hablar en el parlamento israelí, el propio George W. Bush lanzó el primer ataque desembozado contra Barack Obama al evocar recuerdos del Holocausto y equiparar a aquellos que estarían dispuestos a hablar con líderes tales como el presidente de Irán –como Obama dijo que haría– con los que trataron de aplacar a los nazis.
Max J. Castro *
De esa manera, aún antes de que la candidatura haya sido decidida formalmente, la maquinaria republicana de ataque, personificada en el presidente, lanzó uno de los ataques políticos más ruines, demagógicos y divisivos de los últimos tiempos –y desde territorio extranjero.

Lo agresivo del ataque se corresponde con la desesperada situación en que se encuentran los republicanos –o debieran encontrarse, dado su desastroso desempeño. Eso es si solo la raza y el hipernacionalismo no desempeñaran todavía un enorme papel en la política estadounidense.

Lo divisivo del ataque es un componente esencial de la estrategia republicana para lograr en noviembre una victoria aparentemente improbable. Descansa en el temor y el prejuicio para ganarse segmentos vulnerables del electorado demócrata, en especial judíos conservadores y electores blancos de clase obrera.

Pudiera pensarse que el Holocausto es un asunto demasiado serio, y la guerra y la paz en el Medio Oriente demasiado importante como para que estas cosas sean convertidas en mero pasto partidista. Pero Bush siempre ha demostrado ser totalmente incapaz de una buena política cuando se trata del Medio Oriente, y totalmente dispuesto a hacer politiquería con el tema.

En el aspecto de los planes, a siete meses de terminar su mandato George W. Bush todavía está asegurando que puede solucionar el conflicto palestino-israelí y presidir sobre la creación de un estado palestino para fin de año. Es más, ningún presidente norteamericano con una visión tan estrecha del asunto como Bush –tal como se reflejó en el discurso del presidente en Israel, el cual dejó consternados a los aliados de EEUU en la región– tiene la menor posibilidad de servir de mediador en pro de una paz entre Israel y los palestinos.

Dios los cría y ellos se juntan

Ningún presidente ha apoyado las políticas israelíes de línea dura de manera tan firme como Bush. Pero también todo el discurso en cuanto a las relaciones entre Estados Unidos e Israel tiene una calidad casi surrealista. En ninguna parte es tan evidente que en la manera en que los medios ponen a prueba el apoyo inquebrantable y prácticamente incondicional a Israel por parte de los candidatos, excepto, quizás hasta dónde están dispuestos a llegar los candidatos para acatar la disciplina.

Un buen ejemplo: John Roberts de Noticias CBS le preguntó a Hillary Clinton qué haría ella si Irán atacara a Israel con armas nucleares. En respuesta, Clinton dijo que Estados Unidos "arrasaría" a Irán.

El hecho de que de ninguna manera esta es una pregunta periodística razonable o una respuesta política, sino más bien una prueba, se demuestra por lo siguiente: Irán no tiene armas nucleares. Es más, la inteligencia de EEUU ha descubierto que Irán no tiene un programa para construir armas nucleares. Si Irán comenzara un programa de ese tipo, pasarían muchos años antes de que tuviera una bomba viable, y probablemente después de que Hillary Clinton sirviera un hipotético segundo período. En contraste, Israel ya posee un número significativo de armas nucleares.

Por lo tanto, una pregunta razonable sería qué haría la candidata si Israel atacara a Irán con armas nucleares, por ejemplo, para evitar (o disuadir) que ese país construyera sus propias armas nucleares. Es más, incluso pudiera ser razonable preguntar qué haría Estados Unidos si una facción extremista ganara las elecciones en Israel y usara un arma nuclear para atacar Gaza. Después de todo, Irán nunca ha lanzado un ataque militar contra Israel, mientras que Israel ha atacado repetidamente a Gaza.

En cuanto a la respuesta de Clinton, Israel tiene todas las armas nucleares necesarias para aniquilar a Irán, y en el caso improbable en que esto no disuadiera a los líderes iraníes, sin duda Israel tiene la capacidad y disposición para borrar a Irán en represalia –con sus propios medios y mucho antes de que Estados Unidos pudiera reaccionar.

Lo absurdo de la pregunta y la belicosidad de la respuesta reflejan una mentalidad que de ninguna manera es propiciatoria para lograr la paz entre las dos partes contendientes del conflicto israelo-palestino. Eso requeriría una evaluación honesta de la situación, algo que ningún político norteamericano que aspire a un cargo electivo es capaz de hacer.

Sin embargo no todo el mundo es guiado por el oportunismo, los prejuicios o el temor. Henry Siegman, un ex director ejecutivo del Congreso Norteamericano Judío y del Consejo de Sinagogas de Estados Unidos, y actualmente profesor de la Universidad de Londres, ha escrito cosas (Duro amor por Israel, en The Nation, 5 de mayo de 2008) que ningún candidato estradounidense o líder occidental estaría dispuesto a decir:

"El escándalo de la impotencia de la comunidad internacional para solucionar una de las orgías de sangre más prolongadas de la historia es que se sabe cuál es el problema, pero no se tiene el valor de decir la verdad, mucho menos enfrentarla… Ese problema es que a pesar de todos los pecados atribuibles a los palestinos –y son innumerables, incluyendo una dirigencia inepta y corrupta, fracaso en la construcción de instituciones, y la violencia asesina de grupos de rechazo– no hay perspectiva de un estado palestino soberano viable, fundamentalmente porque los distintos gobiernos de Israel, desde 1967 hasta hoy, nunca han tenido la intención de que un estado de ese tipo existiera…

"Sería una cosa si los gobiernos israelíes hubieran insistido en aplazar un estado hasta que ciertas preocupaciones de seguridad se hubieran resuelto. Pero ningún gobierno con una actitud seria acerca de una solución de dos estados al conflicto hubiera proseguido, sin pausa, al robo y fragmentación de las tierras palestinas, lo cual hasta un niño comprende hace imposible un estado palestino."

No se puede esperar este tipo de honestidad en un candidato presidencial en Estados Unidos. En su lugar, la expectativa es tan alta en términos del apoyo incondicional a Israel, que se puede esperar que los republicanos ataquen a Obama simplemente porque él haga el más mínimo gesto de imparcialidad o por expresar el más leve grado de compasión por el sufrimiento de los palestinos. Ese proceso ya ha comenzado.

Lo irónico es que la dinámica política interna que lleva a los líderes de EEUU a consentir a Israel, hace que los presidentes sean fundamentalmente incapaces de actuar con el tipo de imparcialidad que ayudaría a Israel a lograr lo que más necesita: una paz duradera.

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* Periodista.
majcastro@gmail.com

En Progreso Semanal Semanal, semana del 22 al 28 de mayo, 2008.
http://progreso-semanal.com.

 

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