Estados Unidos. – LA GUERRA LLUEVE SUICIDIOS

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

«Me duele la espalda», explicó. El dolor comenzó «cerca de Bagdad». Señaló la base de su columna vertebral. «Estalló una granada de mortero. Tengo un par de esquirlas de metal enterradas por ahí». Uno de mis compañeros fue herido en un ojo. Está peor que yo». Dave dijo que estaba a punto de cumplir 26 años y llevaba casi dos viviendo en la calle.

–¿Heroína? –pregunté al azar.

Él sonrió.

–A algunos les ha ido peor. Brazos, piernas, cerebro.

Le pregunté dónde dormía.

–En parques, bajo puentes, a veces en refugios para los sin hogar si no tengo algo que me puedan robar.

Se echó a reír. Le di la mano y le deseé suerte.

–Oiga» –me dijo–. Todavía no me he suicidado como hicieron algunos de mis camaradas.

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Dave se refería al promedio de 18 veteranos que se suicidan cada día en Estados Unidos. «Solo en California, 666 veteranos se suicidaron en 2006», reportó John Koopman (San Francisco Chronicle, 12 de mayo de 2008).

Dave puede haberse estado refiriendo a Tim Chapman, también de San Francisco. Al igual que Dave, no se pudo readaptar a la vida civil después de su experiencia con la guerra en el Medio Oriente. Tim se convirtió en drogadicto. Se hizo miembro de una pandilla. Su esposa lo dejó y él comenzó a pensar en quitarse la vida, le dijo a Koopman.

Por todo el país las comunidades tienen que lidiar con decenas de miles de soldados que regresan de Afganistán e Iraq con cuerpos y mentes heridos. Mientras continúen las guerras de Bush –ninguno de los candidatos ha prometido retirar a todas las tropas– el país se enfrentará a una creciente colección de veteranos, muchos de los cuales no pueden funcionar en familia o en entornos laborales. Sufren de heridas de guerra –físicas y mentales– que exigen tratamientos costosos.

Aunque el número total de veteranos ha comenzado a disminuir a medida que van muriendo los participantes de la II Guerra Mundial y de la de Corea, «dentro de 25 años el gobierno espera gastar US$ 59.000 millones de dólares al año para compensar a los guerreros heridos, en comparación con US$ 29.000 millones en la actualidad». Y la reportera Jennifer C. Kerr cita al Departamento de Asuntos de Veteranos, el cual admite que la factura podría ser mucho mayor». (Associated Press, 11 de mayo 2008).

Los que no muestran heridas o no acuden a tratarse o no responden al tratamiento se han convertido en los casos más riesgosos. En 2005 Noticias CBS comenzó a investigar los suicidios entre militares estadounidenses. «Cada semana 120 personas que habían cumplido servicio militar cometieron suicidio. Ese es el doble del promedio de los no veteranos», fue la conclusión de un reportaje de Armen Keteyian de CBS (13 de noviembre de 2007).

CBS le pidió al Dr. Steve Rathbun, jefe en funciones del Departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Universidad de Georgia un detallado análisis de la estadística de suicidios obtenido de las autoridades gubernamentales en 2004 y 2005. A partir de las cifras, Rathbun descubrió que los veteranos «tenían el doble de probabilidad de suicidarse que los no veteranos». Los veteranos de Iraq y Afganistán, entre 20 y 24 años, tenían la más alta tasa de suicidios entre todos los veteranos –entre 22,9 y 31,9 por cada 100 000. La población general tiene una tasa de 8,9 por 100 000.

A principios de abril, un grupo de abogados en representación de los derechos de los veteranos presentaron una demanda judicial en un tribunal federal de San Francisco. La demanda aseguraba que la VA había ocultado deliberadamente el riesgo de suicidio entre los veteranos. El abogado Gordon Erspamer fue generoso cuando dijo: «Desafortunadamente la VA se encuentra en estado de negación. Erspamer se refería a los correos electrónicos escritos por el Dr. Ira Katz, director de Salud Mental de la VA. Katz había insistido que el riesgo de suicidio para los veteranos que regresaban de Iraq y Afganistán estaba en una tasa normal.

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«No hay una epidemia de suicidios en la VA», dijo Katz a Ketetian de la CBS en noviembre pasado (2007). Pero en un correo electrónico de 2007 Katz escribió: «Nuestros coordinadores de prevención del suicidio están identificando unos 1.000 intentos de suicidio al mes (12.000 al año) entre los veteranos que atendemos en nuestras instalaciones médicas», Eso contradice la cifra que la VA entregó a Noticias CBS (790 intentos de suicidio en 2007).

El correo electrónico «No para la Solicitud de Entrevista de Noticias CBS» comenzaba con «¡Chist! Katz terminó su correo con: ‘¿Es esto algo que debemos tratar (cuidadosamente)… antes de que alguien lo descubra?'»

El Representante Bob Filner, presidente del Comité de la Cámara para Asuntos de los Veteranos calificó esto de «crimen contra nuestra nación, contra los veteranos de nuestra nación.» (Noticias CBS).

Posteriormente Katz lamentó este comentario. «Fue un error y pido disculpas (al Comité de la Cámara) por ello». (Noticias Interactivas de CBS, 23 de abril de 2008.) Katz confesó que conocía que unos 12.000 veteranos al año habían intentado suicidarse mientras se encontraban bajo tratamiento por parte de la VA. Esa cifra no incluye a los que no están bajo tratamiento. Katz se preguntó: «¿Es eso algo que debiéramos tratar (cuidadosamente) nosotros en algún tipo de comunicado antes de que alguien lo descubra?»

Funcionarios de la administración Bush están hartos de las bromas pesadas. ¿Recuerdan a Michael Brown de la FEMA después del huracán Katrina? Los burócratas derechistas reservaron sus chistes más crueles para los enviados al Medio Oriente y los que regresaban de allá, casi 1.7 millones de hombres y mujeres. Los veteranos que padecían de heridas o traumas a menudo observan sus condiciones que empeoran, lo que provoca mayores discapacidades. Los nuevos veteranos saben más que los de guerras anteriores acerca de la obtención de sus legítimos beneficios y, por tanto, de los costos crecientes.

Debido que los cuidados médicos en el campo de batalla y de emergencia han mejorado considerablemente desde la II Guerra Mundial y Corea, e incluso desde Viet Nam, las heridas que anteriormente hubieran provocado la muerte ahora son tratables. El número de veteranos que reciben pensiones después de su servicio en Afganistán e Iraq ha crecido casi hasta la cifra de 200.000.

Sin embargo, cuando la solicitud «especial» de rutina de Bush para continuar la guerra aparece en el Congreso, la mayor parte de los congresistas –y con toda seguridad, no el presidente– no se enfoca en los veteranos discapacitados. Desde 2001, cuando Bush inició sus dos guerras, el número de veteranos parcialmente destruidos ha aumentado en 25 por ciento. Una cifra de 2.9 millones de ex soldados como Dave –o casos mucho peores– pueblan el país. Se unen a veteranos de más edad provenientes de otras guerras como parte de esos que pueden incluirse en la descripción de Franz Fanon: los condenados de la tierra.

Rick bebía, un hábito que adquirió en Viet Nam, donde sirvió dos períodos de servicio realizando misiones de «búsqueda y rescate». En el plazo de una década después de su regreso a Estados Unidos se convenció de que veía sombras malévolas. Esas elusivas entidades fabricaban parásitos y se los enviaban para que se le metieran bajo la piel y ahora lo han seguido hasta la gasolinera cerca de su vivienda en la calle Oakland.

Lleva dos décadas luchando contra ese temor –con la ayuda del licor y otras sustancias, por supuesto–. «La guerra fue la época más emocionante de mi vida», dijo mientras se rascaba las manchas por donde las imaginarias entidades han entrado a su piel. «Uno se pregunta por qué iban a hacerlo otra vez».

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Decenas de millones de estadounidenses preguntan a Bush y a sus asesores supuestamente conservadores si nuevamente van a enviar a jóvenes hombres y mujeres a luchar en una guerra que no tuvo una justificación y amenaza con continuar eternamente. Millones preguntan: ¿Por qué no puede retirarse Estados Unidos? ¿Por qué el Congreso no le corta los fondos? Ante las respuestas sacuden la cabeza.

La guerra civil puede desatarse. No podemos abandonar a esos pobres iraquíes. Al Qaeda pudiera proclamar la victoria. Nuestra reputación, nuestro prestigio, nuestra conciencia nacional, bla, bla, bla…

Steve Smithson, uno de los subdirectores de la Legión Norteamericana, dijo a la reportera Jennifer Kerr de AP que el suicidio «es un costo de la guerra».

Un estudio de la Corporación RAND consideró que unos 300.000 ex soldados han padecido de Trastorno de Estrés Post-traumático. Más de 320.00 probablemente hayan sufrido heridas traumáticas del cerebro en combate. La naturaleza de las guerras de Bush significa que «en Iraq y Afganistán todos los miembros de las fuerzas armadas, no sólo los de infantería de combate, están expuestos a las bombas en los caminos y a las muertes de civiles. Esa distinción somete al estrés de la guerra a una gama mucho más amplia del personal militar». (Julian Barnes, LA Times, 18 de abril de 2008.)

¡Basta ya!

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* Miembro del Instituto para Estudios de Política y director de Aquí no jugamos golf (disponible en DVD por medio de roundworldprodutions@gmail.com).

En la revista Progreso Semanal del 22 al 28 de mayo, 2008.

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