En Perú, Odebrecht se “comió” al Presidente

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Sabemos que la empresa brasileña de construcciones Odebrecht es la más grande de la región. Desarrolló las más importantes obras públicas de toda la zona. A nadie escapa que para realizarlas debía negociar con los diferentes gobiernos. Tampoco resulta extraño que para realizar ese tipo de obras fuera conveniente “aceitar” las relaciones con los funcionarios de turno de estos países con “atenciones” que facilitaran tales contratos.

La hermana República del Perú fue uno de esos países. Alejandro Toledo -ex presidente de ese país- está prófugo de la justicia del país que presidió y reside en los Estados Unidos. Es acusado de haber recibido alguna de esas “atenciones”. Durante el período en que se realizaron esas obras igualmente gobernaron Alan García y Ollanta Humala, que también están siendo investigados.

El largo brazo de Odebrecht también llegó hasta los pagos argentinos. El mayor cuestionamiento aparece vinculado a las obras del soterramiento del ferrocarril Sarmiento, donde tuvieron injerencia el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (Jefatura de Gobierno de Macri) y el gobierno  nacional (mandato de Cristina) Hasta hoy, la persona más involucrada es Gustavo Arribas, actual jefe de los espías de Mauricio Macri. No se sabe muy bien el destino que tendrían los fondos que habría recibido. No hay que olvidar que una de las empresas que debía realizar esa obra era IECSA que pertenecía a Angelo Calcaterra, primo del actual Presidente. Como entre “bueyes no hay cornadas”, esa investigación va muy, demasiado, lenta.

La renuncia del Presidente de Perú se veía venir. Ya estaba acosado por estas denuncias. Hace pocas semanas logró zafar liberando al ex Presidente Alberto Fujimori, preso por corrupción y delitos de lesa humanidad. Eso le permitió salvarse por una división del bloque fujimorista, en manos de la hija y el hijo del ex Presidente. Tramoyas de esa misma división son las que ahora forzaron su renuncia.

Lo cierto e importante es que el caso Odebrecht seguirá como una sombra a quienes son o han sido funcionarios de primera línea de varios países de la región. De una u otra manera la renuncia de Dilma Rousseff y la crítica situación penal de Inácio “Lula” Da Silva, tienen su origen en el “Lava Jato”, la investigación sobre esta misma empresa, en su país de origen. Quién está detrás de estas investigaciones es fácil saberlo. El refugio del que goza el ex Presidente Toledo en territorio norteamericano es una prueba. El objetivo es claro: Tener a mano un instrumento cierto para controlar, con el mecanismo de la denuncia por corrupción, a dirigentes de la región.

El renunciante presidente peruano, no tenía la fuerza o voluntad suficiente para abrir la minería peruana a los capitales occidentales. A pesar de ser un funcionario ganado por los intereses norteamericanos, el miedo y las inversiones chinas lo tenían paralizado.

Juan Guahán

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