Antonio Turiel - The Oil Crash
La razón de este frenazo económico tan salvaje es el dichoso coronavirus. Antes de ir al análisis económico propiamente dicho, querría dejar claras una serie de cosas sobre mi opinión sobre la epidemia del CoVid-19 que se está extendiendo por todo el planeta.
Como ya comenté en el post anterior, este coronavirus representa sin duda un serio problema de salud pública. Se trata de un germen que está demostrando ser bastante infeccioso, y eso está favoreciendo su rápida extensión geográfica en un mundo tan globalizado como es el nuestro. ¿Es el CoVid-19 una gran amenaza? Pues no a nivel de la especie humana, pero sí a nivel de los sistemas de salud.
Esta enfermedad está lejos de ser una amenaza a la continuidad de la especie humana. Como muestran los datos que va compilando la OMS, la tasas de mortalidad en la mayoría de los grupos de edad (menores de 50 años) son relativamente bajas, de alrededor del 0,3%, 3 de cada mil, y en un gran número de casos (se suele decir que el 80%) se trata de personas con patologías previas.

Sin embargo, el CoVid-19 supone un problema muy importante para los sistemas de salud. Por un lado, porque la mortalidad (aparente) se dispara en los grupos de edad por encima de los 50 años, llegando a ser del 20% en los mayores de 70 años. Por el otro, porque en todos los grupos de edad genera una gran morbilidad: el tiempo típico para recuperarse completamente de la enfermedad (y no ser infeccioso para los demás) es de unas dos semanas, y hasta el 10% del total de los infectados (reportados) requieren hospitalización, que encima es de larga duración (más de 10 días). Por tanto, si una infección por CoVid-19 se extendiese ampliamente por un territorio colapsaría en nada de tiempo la capacidad del sistema sanitario de darle una respuesta adecuada, y eso redundaría también en mayores tasas de mortalidad. Es por todo ello que el CoVid-19 no puede tomarse tampoco a la ligera.

Dado que además se trata de un retrovirus, que tiene un gran potencial para ir mutando, lo más probable es que el año que viene cepas del CoVid-19 formen parte del pool habitual de virus que infectan estacionalmente a toda la humanidad, como ya pasó con la gripe A. En suma, será un factor más a tener en cuenta en nuestros planes sanitarios, y todo volverá más o menos a la «normalidad» (normalidad que es de una extremada complejidad para los gestores sanitarios, aunque de eso mucha gente no se de cuenta).
Importante como es el CoVid-19, no parece más importante que muchos otros problemas que comprometen el futuro inmediato y a más largo plazo de la Humanidad. Ha habido diversos autores que se quejan de que hasta ahora no se haya dado una respuesta adecuada a la crisis climática, que pone en peligro a toda la Humanidad, pero con el coronavirus se ha podido disminuir radicalmente las emisiones de CO2 en cuestión de pocos días.
Hay un aspecto, sin embargo, que querría destacar de la crisis del coronavirus. Estos días hemos sabido que se ha producido una fuerte caída de demanda de petróleo en China, que llega a ser del 20% de su consumo: 3 millones de barriles diarios menos, por tanto. Es una bajada muy fuerte, y eso solo en China. Al albur de la recesión económica mundial que parece estar gestándose como consecuencia de este parón repentino de actividad, es de esperar que otros países reduzcan también su consumo.
Esta caída repentina del consumo ha tenido consecuencias inmediatas sobre el sector petrolífero, que como sabemos lleva años atenazado por el problema de los bajos precios y los costes crecientes. Por lo pronto, la OPEP ha decido reducir su producción de petróleo en 1,5 millones de barriles diarios para hacer frente a la situación, en un movimiento que parece indicar que ellos están dispuestos a asumir la mitad de la reducción, pero que la otra mitad la deberían asumir el resto de países productores.
La caída de producción de la OPEP, que será asumida principalmente por Arabia Saudita, supondrá un alivio importante justamente para ese país. Como recordarán, en septiembre pasado unos atentados comprometieron seriamente la capacidad productiva saudí, y no era de esperar que se pudiera reestablecer la producción plenamente antes de entre 6 y 9 meses. Para compensar la parte faltante de la producción, Arabia Saudita ha ido tirando del petróleo que tenía almacenado en sus depósitos para cumplir sus compromisos internacionales, pero esa estrategia no podía prolongarse más que unos pocos meses.
Comentábamos en diciembre del año pasado, cuando enunciaba las previsiones para este año, que lo más probable es que el principio de este 2020 estuviera marcada por un intento de los principales agentes económicos de domesticar la crisis económica que viene larvándose durante los últimos años. La crisis del coronavirus ha dado la ocasión perfecta para pilotar ese aterrizaje, quizá más brusco de los deseado pero probablemente más suave de lo que hubiera pasado sin ningún control. Eso quiere decir que todo va según lo previsto, estamos siguiendo la hoja de ruta que se marcó para este año.
Es decir, todo va según lo previsto.
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