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La divulgación de la carta se produjo horas después de que Oscar Tulio Lizcano, uno de los políticos incluido en la lista de canjeables y quien permaneció secuestrado durante más de ocho años, logró fugarse con la complicidad del jefe de la columna rebelde encargada de su cautiverio.
La libertad de Lizcano volvió a poner en el centro de escena al “canje de prisioneros”, que había pasado al olvido tras la liberación, a comienzos de julio, de Ingrid Betancourt, tres contratistas estadounidenses del Pentágono y una docena de oficiales del ejército y la policía.
En efecto, luego del regreso de Lizcano, familiares de otras 28 personas que aún están en poder de las FARC (dos líderes políticos y 26 militares) clamaron por un entendimiento entre el gobierno y la guerrilla. En la misma línea se pronunciaron dirigentes políticos y organizaciones no gubernamentales.
“La carta de las FARC conocida hoy nos da nuevos bríos a quienes venimos clamando por una solución política, no sólo al asunto del intercambio humanitario, sino al extenuante conflicto armado y social que arrastra nuestro país desde hace casi cinco décadas”, declaró al diario mexicano La Jornada la senadora liberal Piedad Córdoba.
Según la legisladora, la misiva marca una notoria diferencia con anteriores pronunciamientos rebeldes, “lo cual nos hace aún más optimistas sobre la posibilidad de que el gobierno y las FARC se sienten de una vez por todas a negociar”.
La senadora fue pieza fundamental hace siete meses en la liberación de seis dirigentes políticos que habían caído en poder de las FARC a comienzos de la década.
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