Costa Rica: la fugaz visita de Bachelet

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Adriano Corrales Arias*

El señor Presidente de la República, Óscar Arias, muy diplomáticamente atildado, invitó a su homóloga chilena Michelle Bachelet a nuestro país, de paso hacia la "Cumbre" Iberoamericana a celebrarse en El Salvador. Una visita fugaz pero interesante.
La Bachelet, proveniente del Partido Socialista chileno con un aura de justiciera popular, luego de su paso por el Ministerio de Salud y de Defensa  –primera mujer que ostenta dicho cargo en América Latina–, llegó a la presidencia con promesas y buenos augurios (ganó en segunda ronda con un 53% de los votos).

Sin embargo, a medida que pasa el tiempo su aura se ha desdibujado y las protestas estudiantiles y de otro género le han granjeado una creciente impopularidad. Un poco parecido sucede con nuestro presidente, solamente que éste, desde su llegada al poder, se ha visto enfrentado con diferentes sectores de la sociedad civil por su torpe y antidemocrática manera de conducirse y de llevar los asuntos de estado.

Electo de una manera engañosa por lo que un ex presidente (Luis Alberto Monge) calificó como “bazoocazo constitucional”, ya que la Constitución sigue diciendo, a la letra, que la reelección presidencial no es posible a no ser que se apruebe en la Asamblea Legislativa por dos terceras partes, o en una Constituyente, cosa que no sucedió, el mismo día de la toma de posesión enfrentó una gran marcha de protesta por la forma en que llegaba a la presidencia. (Recordemos que la reelección se dio por un fallo de la Sala Constitucional que “interpretó”, a su manera, la constitución política).

Sin un norte claro, su gobierno hace aguas cada vez más, porque se hace evidente que su único plan de gobierno era la aprobación, a toda máquina, del TLC con Estados Unidos. Hoy,  a contravía de su prédica de “paz con la naturaleza”, su administración se saca de una vez por todas la careta democrática y pacifista al decretar la apertura de la minería a cielo abierto, lo que ha provocado en la Región Norte –Las Crucitas de San Carlos–, entre otras regiones, una devastación del bosque y de sus principales especies.

Llama la atención que la señora Bachelet avale esa política de tierra arrasada adobada con el eufemismo de “paz con la naturaleza”. Además coincidió con el Presidente de la República, Óscar Arias, en apoyar las iniciativas impulsadas por nuestro país tales como el Tratado sobre Comercio de Armas, el Consenso de Costa Rica, y Costa Rica por Siempre, según la Declaración Conjunta suscrita entre ambos mandatarios.

Pero lo que mueve casi a risa, sino fuera por lo serio y trágico del asunto, es que don Óscar dijera que había invitado a la señora Bachelet para que le explicara a los costarricenses cómo se habían “concertado” los chilenos para lograr su “milagro económico”. Es decir, cómo lograron el primer régimen neoliberal en América Latina, que es a lo que aspira el señor Arias.

Olvida el presidente, entre otras muchas cosas, que dicho esquema económico fue impuesto bajo una de las más brutales y asesinas dictaduras de América del Sur, la del tristemente célebre Augusto Pinochet y su caravana de la muerte, apoyada, claro está, por los gobiernos de Estados Unidos, que no titubearon nunca a la hora de apoyar el derrocamiento del gobierno socialista del recordado presidente Salvador Allende.

Por supuesto, don Óscar nos había prevenido al respecto: su gobierno sería una “tiranía en democracia”, tal y como anunció en los días de campaña. Seguramente echa de menos la presencia de un ejército y de cuerpos represivos para imponer un criterio que se nos ha cargado a través del fraude y el miedo. Criterio que aboga por un Tratado comercial con Estados Unidos, que no es más ni menos que la entrega de nuestros recursos y nuestra soberanía a las empresas transnacionales.

Si la señora Bachelet, que brega por matizar los efectos del “libre comercio” en su país, vino a apuntalar esa antipatriótica política de los hermanos Arias y de los más conspicuos empresarios centroamericanos, no nos queda más que decirle: Bye Mrs. President, bye and thank you; el señor Arias, su hermano, su gabinete y sus desplantes, han quedado aislados justamente con la debacle globalizada de la breve fiesta neoliberal que por suerte no termina de alcanzarnos.

Y el pueblo costarricense, señora presidente, sigue resistiendo en todos los frentes para lograr una alternativa política que le permita revertir la derrota pírrica que, a punta de engañifas y temores, este gobierno logró orquestar. Y que los Arias, tarde o temprano, serán pasto desmemoriado de una contrarreforma que, esperamos, no podrán llevar hasta el final.


*Escritor.
Especial desde San José de Costa Rica, 30 de octubre de 2008.

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