Asuntos de moral: la prensa y la prostitución, una asociación muy lícita

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Rivera Westerberg

Cuando comenzaba a instalarse esa cosa extraña –y un tanto mágica– de la internet, allá por 1990 en estas tierras, voces hubo que pronosticaron una "era nueva" en materia de intercambios culturales y de estricta información; las personas nos comunicaremos horizontalmente –decían–, el autoritarismo retrocederá. Está por verse, pero 2008 se despide, entre otros zapatazos, con el estremecimiento de los grandes medios periodísticos gráficos: la "gente" –gente, nunca ciudadanos– prefieren los "blogs" a comprar diarios…

Sólo que hay "necesidades" de consumo estupendamente estimuladas, el erotismo y la fornicación paga, por ejemplo, y no es la menor, que precisan del relativo anonimato de la página impresa. Pocos adultos perderán su tiempo visitando infatigables los salones virtuales del cíber-porno. La maquinaria humana, preterida y castigada, irá a buscar quizá ya no en los viejos barrios rojos, pero sí en los avisos económicos de diarios y revistas, un derrotero para ese poco de solaz (que es engaño) de una cópula rápida casi tan vergonzante como discreta.

En un mundo entregado a la voracidad de las "utilidades" por el que se transita, convertidos todos en mercancía –de carne, de oficio, de nombre, de tiempo–, no faltan quienes sostienen que el ejercicio de la prostitución obedece a un imperativo vocacional de ciertas mujeres y de ciertos varones, que no hacen más que ofrecer un "producto" para el cual siempre habrá una demanda superior.

Allá los curas y su discurso contra el placer –hace menos de 30 años un papa osó decir que mirar con deseo a la propia o propio cónyuge era pecado (por eso, puede ser, muchos son los sacerdotes que eligen mirar y tocar a sus alumnos o catequistas: no son cónyuges, no habrá deseo, el pecado se esfuma)–. Y acá también los grandes editoriales y crónicas de insufrible moraliña que en algunos países demandan se establezca la responsabilidad penal a ¡los 14 años!

Claro, se trata de rateros, de jóvenes violentos que han mamado la violencia convirtiéndola en su gramática a través del orden en el que nacen, no forjado por ellos mismo ni sus padres: prendo la tele, ése automóvil es poderoso, ésa bebida me dará prestigio, aquel viaje me conferirá estatus, ése perfume o ropa o calzado me convertirá en triunfador o triunfadora… Sólo que no tengo educación ni trabajo ni esperanza de educarme y trabajar.

En la secuencia horaria que sigue al "spot", en las noticias, en la página cinco, digamos, se informa de despidos, malversaciones, puentes que se caen, hospitales que no funcionan, políticos que se divierten. Nunca se justifica tomar una pistola, pero en ocasiones es comprensible que alguien la tome…

Librados de la pulsión sexual debido a urgencias reproductivas, destruidas las relaciones de pareja por las necesidades mercantiles, solitarios entre ánimas solas los seres humanos, empobrecidos por todos los conceptos, convertida la actividad eugenésica en tregua pasajera dentro de una larga guerra por la supervivencia, son esos pocos minutos de piel y piel probablemente el último refugio para ser. Enajenados, pero ser –o creerlo.

Y la prensa moral de todos los días en todas partes ayudará a concretar los espantosos encuentros semiclandestinos, tarifados, necesariamente breves, urgentemente perversos. En sus páginas libres (la libertad de prensa, ¿qué es eso?) los anuncios. El resto lo hace el teléfono celular o cualquier otro. Y si el eventual futuro "cliente" es demasiado tímido para llamar, ¡pues hay avisos sobre lugares de encuentro! (de alterne, se llaman en algunos países; de diversión, en otros; café-con-piernas, en alguno).

Porque, es evidente, el comercio sexual, contribuir a facililitar el "contacto" es otra cosa. ¿Qué será? Y no se trata de un fenómeno social exclusivo del Tercer Mundo. Se lee, referido a la prensa española, en www.periodistadigital.com:

"El País, El Mundo y La Vanguardia son los diarios que más ingresos perciben por publicidad de contactos. El primero, con una media de 850 anuncios, encabeza el ránking, seguido del diario de Unedisa (500) y del periódico del grupo Godó (440). El País recibe un día normal alrededor de 16.600 euros por su sección de contactos.

"Extrapolando este ingreso a todo el año (y tirando a la baja, ya que los fines de semana se incrementan las tarifas), el diario ingresa más de seis millones de euros en este concepto, un 2,8% de su volumen de negocio.

"El Mundo, por su parte, roza los cinco millones de euros en ingresos anuales, ABC dos millones y La Razón apenas medio.

"Tan sólo La Gaceta, el diario Público y el catalán Avuí han optado por no aceptar esta publicidad. El respeto a la integridad de la mujer es el principal argumento para ello.

"Más de 70 asociaciones feministas —la mayoría de izquierdas— firmaron en 2002 un manifiesto contra todos los que fomentan la prostitución. La industria del sexo, reza el documento, ‘acapara un mercado cuya finalidad es el uso del cuerpo de las mujeres. De ahí que haya que penalizar toda conducta de intermediación lucrativa en el mercado de la prostitución’”.

Así nos va a la especie.

 

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