Colombia: El verdugo exige luz verde para silenciar a Hollman Morris

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Dick Emanuelsson*

El presidente colombiano Álvaro Uribe quiere que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) regule “las medidas cautelares del periodista Hollman Morris, para ajustarlas al deber de protección consagrado por la Corte Constitucional”, según un comunicado emitido por la presidencia el miércoles.
Esto no es nada más que una exigencia para que el verdugo tenga acceso libre para silenciar al valiente reportero Hollman Morris. El colega es corresponsal de Radio Francia Internacional, hace trabajos para Telesur, sobre todo a través su programa “Contravía” pero también es conocido en Inglaterra por los reportajes que el ha hecho para la prestigiosa cadena de noticias BBC.

Según lo que informa el diario gubernamental El Tiempo, que cita el comunicado del presidente, Morris “ha roto sus compromisos” [1] por haber realizado lo que tiene que hacer, periodismo.

La obsesión de Uribe de no permitir a cualquier costo lo más mínimo de protagonismo político de la guerrilla, lleva a Uribe a tal extremo que comienza a arremeter contra todos y todas aquellos que hacen su trabajo, como en el caso de los periodistas nacionales e internacionales en Colombia. Uribe no tiene problema con 95 por ciento de los periodistas locales serviles y se cuida de atacar a los corresponsales internacionales. Pero hay algunos que le irrita a tal grado que los acusa descontroladamente de hacer las tareas de la guerrilla de las FARC-EP.

Morris conoce el “Ojo del Huracán”, Plan Patriota

Según el gobierno, Morris, “a pesar de alegar riesgo extraordinario para su vida, se sometió a riesgo extremo, sin informar al Estado”, cuando el periodista colombiano cubrió la entrega de cuatro prisioneros de guerra el 1 de febrero. Uribe y el ministro de defensa acusaron a Morris por haber recibido en mano las coordenadas de las FARC del lugar en donde la insurgencia iba a entregar sus prisioneros. La verdad, como el mismo Morris relató a una emisora local, es que Morris y su equipo se habían ingresado a la zona donde él sospechaba que los guerrilleros iban a entregar los cuatro uniformados.

Es la misma zona en donde fuimos unos 15 personas, periodistas, políticos y activistas de derechos humanos, en diciembre del 2004 [2]. Partimos de Florencia y llegamos a Cartagena de Chaírá, en el departamento de Caquetá. Como pudimos constatar, la región esta llena de guerrilla y a pesar los 20.000 unidades de la contraguerrilla, la Armada y las armadas de helicópteros de Black&Hawk y aviones de guerra, pues ahí esta la guerrilla que controla toda esa extensa región con excepción de algunos puntos como Peña Blanca, Remolino de Caguán y uno e otro retén por el río.

 
Los 15, entre ellos estaba también Morris y su equipo más un corresponsal de El Tiempo, pudimos constatar, que el comandante del puesto del abandonado Peña Blanca, el capitán Carlos Álvarez, nos comentaba que cada noche la guerrilla les disparaban al puesto del otro lado del río. Pudimos constatar que no existía un solo habitante en el pueblo que, durante el control de la guerrilla de las FARC-EP, tenia más o menos 1500 habitantes. Esta zona es el “Ojo del Huracán” o mejor dicho; el centro del Plan Patriota, la operación militar más grande del conflicto social y armado de Colombia, dirigido y dibujado por los mejores asesores militares estadounidenses.

Dos retenes del ejercito y dos de las FARC-EP

¿Qué pasó durante los cinco horas del trayecto al municipio de Remolino de Caguán (no equivocarse con San Vicente de Caguán, en donde fueron las negociaciones de paz 1999-2002), en donde se realizó una cumbre de 1500 campesinos que denunciaron a las FF.MM. por violar los derechos humanos flagrantemente en esta región?

Pues durante el viaje por el Río Caguán, pasamos por cuatro retenes fluviales en donde el ejército nos paraba dos veces y la guerrilla dos veces. Antes de llegar a Remolino de Caguán, nos “invitó” al corregimiento el comandante Mozquera, que el 1 de febrero de 2009 también estuvo presente en la entrega de los cuatro prisioneros de guerra a Piedad Córdoba. Nos explicó sobre la situación de la guerra, que esta guerra es una guerra principalmente contra la insurgencia y al campesinado.

Oficial violó derecho sagrado de periodismo

En el regreso pasamos por los mismos retenes y cuando llegamos al ultimo, el mayor Espítia, el jefe del retén al frente del muelle de Cartagena de Chairá, exige a la practicante de periodismo de la Universidad de la Cooperativa en Bogota, Diana Rojas de 18 años, que entregue toda su filmación de video durante dos días en Remolino de Caguán que contenía innumerables denuncias de los campesinos contra los militares. Protestamos y le dijimos, el corresponsal Álvaro Angarita del semanario Voz y yo, que “Usted está violando el derecho sagrado del periodismo, cuyos convenios internacionales el gobierno colombiano ha ratificado y que significa que no se puede revocar las fuentes periodísticas”.

“Estamos en guerra”, se defendía Juan Carlos Castillo, cabo segundo, justificando su actuación de la revisión de todo el material periodístico. Angarita subrayó que estaban cometiendo un grave error, violando el Artículo 57 de la misma constitución colombiana, artículo que también Morris ponía ante los militares el 1 de febrero cuando fue retenido durante siete horas por el ejército. Ante la presencia de un corresponsal internacional, el mayor no tenia otro remedio de soltar la joven periodista que llorando y asustado dejó el reten del ejercito.

“¿Y donde está Hollman Morris y sus dos acompañantes?”

Llegamos a Cartagena de Chairá y fuimos recibidos otra vez por los militares que no querían que regresáramos ese día a Florencia, capital de Caquetá. Comenzaron a chequear otra vez las cédulas y de repente nos preguntó un capitán de la Policía, casi gritando: “¿Y donde está Hollman Morris y sus dos acompañantes?” Más tarde escribí en mi reportaje: “Nos tienen chequeados hasta el último colega”.

Pero a mi me tocó otro abuso, porque llegando al municipio de Paujil ese día y un retén de la contraguerrilla nos ordenó de bajar con todo el equipaje y con la cédula en la mano. “Usted, ¿cómo se llama?”, me preguntó un tipo grandote. Le mostré la cédula y me dice: “Venga conmigo, la Brigada nos ha comunicado”. “¿Sobre qué?”, le pregunté. “No sé, que se va a presentar no más en el Comando acá”, y da la conversación por clausurada.

Un minuto más tarde apareció un oficial que me saludó y sólo preguntaba si era periodista. Fue una “minidetención” pero nada, sólo quería “verme” y que la Brigada les había comunicado. Pero no dijeron por qué. Así funciona la “protección del estado” a los periodistas.

“Permisivos cómplices del terrorismo”

El mundo de las Farc. Revista Semana, 4 de enero 2009. http://www.semana. com/noticias- nacion/mundo- farc/119209. aspx

 

 

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