A 15 años de su partida, todas las facetas de Carlos Monsiváis aún fascinan

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El escritor Carlos Monsiváis, de quien hoy se cumplen 15 años de su fallecimiento, es fascinante por sus múltiples facetas y porque siempre iba más allá de lo que se pudiera decir de él, mencionó la narradora y periodista Elena Poniatowska. La autora recomendó la lectura de toda la obra de Monsiváis (1938-2010), pues, explicó a La Jornada, el cronista ha sido el intelectual más cercano a las luchas populares y una persona que tenía mayor capacidad de ser universal desde la calle de San Simón, donde vivía una vida estricta.

Relató que ejerció un análisis certero de la realidad política y social, además de tener un gran conocimiento de la vida nocturna de la Ciudad de México. Monsiváis es un referente muy grande y muchísima gente sigue leyéndolo. En la Universidad Nacional Autónoma de México continúan su lectura. Por ejemplo, estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras dijeron que su obra continúa siendo pertinente y centro de la atención de especialistas, uno de ellos incluso consideró que sus textos están encaminados a ser de culto.Foto

La colaboradora de este diario agregó que el análisis de la masacre del 2 de octubre, que el cronista plasmó en El 68, la tradición de la resistencia, es esencial en la vida del país. La autora de La noche de Tlatelolco dijo que fue un analista muy certero de la realidad mexicana y sus juicios eran muy válidos, un poco consejos o guías para seguir. Estaba más empapado que otros analistas de lo que pasaría. Para saber hablar de la realidad del país había que consultar y leer a Monsiváis, y seguirlo.

El intelectual se escapaba de todo lo que se podía decir sobre él: iba más allá. Hay gente que superaba a su destino y Monsiváis fue uno de ellos, sentenció la narradora. Poniatowska presentó ayer en el Palacio de Bellas Artes Nostalgia de Monsiváis, antología de textos de amigos y colegas dedicados al cronista, publicada por Siglo XXI Editores.

Entre los más de 50 libros publicados por el cronista, destacan Días de guardar (1971), Amor perdido (1977), Nuevo catecismo para indios remisos (1982), Escenas de pudor y liviandad (1988), Los rituales del caos (1995) y Aires de familia: Cultura y sociedad en América Latina (2000). Algunos títulos todavía están en existencia en casas editoriales como Era y Penguin Random House.

Javier Aranda Luna reflexionó que ahora que Monsiváis se ha convertido en ícono del santoral laico oficial, convendría leerlo. Ayudaría para saber si el nuevo catecismo que se aplica en su nombre valida hechos concretos de la vida nacional. Su marco de valores, su militancia primero y posteriormente su activismo sin mordaza y sin anteojeras lo convirtieron en una brújula moral.

El cronista “creyó en lo que hoy se desdeña: ‘democratizar las conquistas del elitismo (de ningún modo una mala palabra en mi vocabulario cultural)’ convencido de sus aportaciones. Criticó los ‘presupuestos menguados’, los ‘proyectos inconvenientes’ y las ‘confusiones teóricas en lo tocante al populismo y el elitismo’”, mencionó el escritor.

Aranda propuso dos libros para leer al “barroco Carlos Monsiváis: El nuevo catecismo para indios remisos, unas fábulas que, más que moralejas, nos permiten participar de una imaginación desbordante llena de sentido del humor, y Las leyes del querer, una estupenda crónica dedicada a Pedro Infante y la cultura popular para que podamos decir por la ausencia de Monsiváis como Chachita en Nosotros los pobres: ‘ahora ya tengo un tumba donde llorar’”.

El periodista y poeta Hermann Bellinghausen dijo que merece ser recordado el magisterio cotidiano de Monsiváis, “su ejercicio democrático de historia mexicana, literatura, crítica de arte, crónica política, social y farandulera. Hizo periodismo cultural a la altura de José Emilio Pacheco y, como él, fue historiador de lo público y divulgador de secretos intelectuales. Sobre todo, nos enseñó a leer la realidad con inteligencia, humor e ironía.

Ambos se unieron voluntaria y brillantemente a la tradición de los cronistas y escritores cívicos del juarismo, el modernismo y la modernidad, en la cual crecieron hacia mitades del siglo XX. Con algo de jacobino, supo defender los derechos de las minorías y animó nuevos aires de inclusión y respeto a la diversidad. Animó el debate público.

El narrador reseñó que un problema de la obra de Monsiváis es que “se afincó en la actualidad fugaz. Su lectura chocarrera de la prensa y las declaraciones de políticos y caciques lo emparenta con el vienés Karl Kraus. Su columna vitalicia Por mi Madre Bohemios…, en extremo fechada por naturaleza, algún día se leerá como la bitácora de otro siglo, heredera de Salvador Novo”. Bellinghausen comentó que fue un autor “tan abundante y diseminado, a quien sus libros si acaso antologan, demanda tareas de rescate. Habrá que buscarlo hasta en el Tele Guía, Chanoc, Fantomas y La Familia Burrón”.

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