A Malcom X aún lo siguen matando
Clodovaldo Hernández - Ciudad CCS
No resulta nada sorprendente, pero es bueno que quede constancia: a Malcom X lo siguieron matando mediáticamente después de haber sido asesinado. Aún lo rematan de vez en cuando. Su caso es una demostración de que no es nada nueva esa tendencia del aparato cultural dominante a destruir a los líderes de los movimientos auténticamente populares, incluso cuando ya han sido dados de baja.
Veamos como lo trató la revista Time, en marzo de 1965, apenas un mes después de que mataran a este dirigente estadounidense: “Fue un demagogo desvergonzado, su evangelio era el odio y su credo era la violencia. Malcom X, en vida y en muerte, fue un desastre para el movimiento de los derechos civiles”.
Aún a tanta distancia temporal, queda la impresión de que solo les faltó decir que bien muerto estaba. Si para ese entonces hubiesen existido las redes sociales, seguramente muchos lo habrían pregonado a cielo abierto.
Un poco más moderado, el The New York Times escribió que fue “un hombre extraordinario y retorcido que desaprovechó extraña y lastimosamente su vida”.
Algunos podrán decir que la prensa estadounidense, siempre tan liberal, repudiaba a Malcom X porque lo comparaba desfavorablemente con otro gran luchador por los derechos de los afrodescendientes, Martin Luther King. Puede ser. Lástima que unos años más tarde, en 1968, el inclemente aparato de poder de la supremacía blanca estadounidense también terminaría por quitarle la vida a King, de la misma forma, a balazos.
A Malcom X le dispararon tres sujetos, un total de 16 tiros, mientras hablaba en un acto de la Organización por la Unidad Afroamericana, en Manhattan. Según las investigaciones, el crimen fue cometido por integrantes de la Nación del Islam, a la que había pertenecido Malcom X y de la cual había abjurado. Pero siempre quedará la duda de que insólitos resortes se movieron por detrás de los fanáticos que halaron los gatillos.
Aparte de la prensa, muchos otros sectores fueron poco delicados con respecto a su muerte. Le estaban cobrando su actitud ante el magnicidio de John F. Kennedy que había ocurrido dos años antes. En ese momento, el irreverente líder negro dijo: “Cuando los pollos regresan a casa a dormir no me siento triste, siempre me alegro”. Según algunos hermeneutas del pensamiento de Malcom X, con ello quiso decir que la violencia se revierte contra quien la promueve.
39 Intensos años
Malcom X nació como Malcom Little, en el estado de Nebraska, en mayo de 1925. Su vida es una historia vertiginosa. El padre, Earl Little, era defensor de los derechos de los afroamericanos, y en esas lides andaba cuando fue asesinado.
Malcom tenía entonces solo seis años. La madre, Louise Norton, entró en un rápido declive y terminó recluida en un sanatorio psiquiátrico. El niño fue a parar a hogares sustitutos. Como tantos otros muchachos con esa trayectoria, él se forjó en la calle, se relacionó con ladrones, traficantes de drogas y otros antisociales y terminó condenado a una larga pena de cárcel.
Entre rejas se hizo miembro de la Nación del Islam y, debido a sus naturales dotes de orador, comenzó a ascender en el escalafón de esta organización hasta llegar a ser uno de sus principales voceros, solo comparable con el líder fundador Wallace Fard Muhammad y con su epígono, Elijah Muhammad, quienes eran considerados encarnaciones de Alá y Mahoma respectivamente.
Para asumir su nueva religión, renunció a su apellido “de blanco” (Little) y, como muchos otros militantes, asumió la X, una señal de que nunca podría averiguar su verdadero apellido africano.
Según una de las versiones más repetidas, la Nación del Islam tenía como uno de sus principios la convicción de que el mundo había pertenecido originalmente a las personas de raza negra, pero en un experimento fallido fueron creados los “diablos de ojos azules”, es decir, los blancos, que luego se apoderaron de todo.
La cárcel para Malcom X, además de su centro de formación religiosa, fue una especie de universidad. Leyó centenares de libros, de modo que cuando, en 1952, obtuvo la libertad condicional, era poco menos que un erudito en varios temas.
En 1953 se agudizaron sus problemas con el statu quo estadounidense porque se declaró comunista justo en la peor época de la Guerra Fría, durante el auge del macartismo. La mezcla de su visión religiosa con la doctrina marxista resultaba demasiado explosiva para una sociedad aterrorizada por sus gobernantes respecto al riesgo de un ataque nuclear soviético, y en la que aún los negros luchaban por su derecho a orinar en los mismos baños que los blancos.
Los enfrentamientos internos con otros líderes obligaron a Malcom X a renunciar a la Nación del Islam en 1964. Fundó dos organizaciones propias: la religiosa Muslim Mosque Inc. o Asociación de la Mezquita Musulmana, y una más secular, la Organización por la Unidad Afroamericana. Durante el breve tiempo que le quedaba de vida peregrinó a La Meca.
Cuando le tocó explicar la ruptura con la Nación dijo que pretendía trabajar para incrementar la conciencia política de los afroestadounidenses al lado de otros líderes de derechos civiles, algo que Elijah Muhammad le había prohibido. Fue entonces cuando se produjo el único encuentro con Martin Luther King, de quien se diferenciaba no solo por el componente religioso (King era bautista) sino también porque no abrazaba el tipo de pacifismo que propalaba el otro gran líder negro.
Malcom X reivindicaba el derecho de los afroamericanos a responder a la violencia con violencia. Seguramente es por eso que a King lo mataron y luego le reconocieron sus méritos, mientras a El-Hajj Malik El-Shabazz (nombre musulmán de Malcom X) lo mataron y lo siguieron matando.
Un líder universal
Como figura internacional, Malcom X interactuó con líderes del entonces llamado Tercer Mundo como Fidel Castro, el egipcio Gamal Abdel Nasser, el guineano Ahmed Sékou Touré, el ghanés Kuame NKrumah y el zambiano Kenneth Kaunda. Malcom X le dijo a Castro: “Mientras el Tío Sam esté contra ti, sabes que eres un hombre bueno”. El diálogo ocurrió en septiembre de 1960, en un hotel de Harlem. Fidel respondió: “No es el Tío Sam, sino los que controlan aquí las revistas y los periódicos”.
“Nadie conoce al amo mejor que sus sirvientes. Hemos sido sirvientes desde que nos trajeron aquí. Conocemos todos sus trucos. Sabemos todo lo que va a hacer el amo antes de que lo sepa él mismo”, le dijo Malcom a Castro.
El internacionalista y exviceministro venezolano para África Reinaldo Bolívar destacó de Malcom X “la evolución en positivo del ideario civilista, la búsqueda que hizo en la comprensión de la verdadera dimensión del islamismo como religión inclusiva y la conciencia de que las luchas por los derechos humanos debían superar las diferencias étnicas, que las grandes batallas son por los derechos civiles universales y que la africanidad era un todo que superaba la noción afroestadounidense”.
“Eso hizo de Malcolm X un líder de talla universal –puntualizó–. Un hombre capaz de unir las reivindicaciones y aspiraciones nacionales a las demandas universales de los explotados del mundo”.
Excelente nota.