Abbas: Imposible regreso al hogar (Safed)

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«Quiero ver Safed», dijo el presidente palestino Mahmoud Abbas al Canal 2 de Israel. «Tengo derecho a verla, pero no a vivir allí», añadió.  Durante la guerra que siguió a la creación del Estado de Israel (1948- 1949), los residentes palestinos huyeron de esta norteña ciudad, que debían compartir con sus vecinos judíos. Nacido en Safed, Abbas, entonces de 13 años, formó parte junto a su familia del flujo de refugiados palestinos.

En sus declaraciones televisivas de principios de este mes, el presidente pareció abandonar el «derecho de retorno» de los refugiados a las tierras que ahora los israelíes consideran su hogar, uno de los eternos problemas del conflicto.

Para las autoridades israelíes, ese reclamo histórico constituye una amenaza existencial. Según estas, aceptar el retorno de millones de refugiados palestinos a Israel atentaría contra la propia concepción del Estado, pues alteraría de forma definitiva su mayoría judía.

Al afirmar que no tenía derecho a vivir en su ciudad natal, Abbas pareció dispuesto a renunciar a lo que la mayoría de los palestinos consideran una prerrogativa incuestionable. Sin embargo, habló solo por él, según aclaró luego.

Por su parte, en plena campaña electoral por su reelección, y con una agenda definitivamente de derecha, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu se apresuró a desestimar el compromiso de Abbas.

«No hay relación entre las afirmaciones del presidente de la Autoridad Nacional Palestina y sus acciones», señaló en una declaración.

Safed, ubicada en las norteñas montañas de Galilea, es una ciudad importante por sus implicancias religiosas. Es donde surgió la Cábala, corriente de pensamiento esotérico vinculada al judaísmo, hace cientos de años.

Los creyentes se congregan una vez al año en el monte Merón, donde está la tumba del rabino Shimon Bar Yochai, a quien se atribuye la autoría del Zohar, o «libro del esplendor», del siglo II, el texto más profundo de la Cábala y fuente del conocimiento esotérico.

Tras la expulsión de los judíos de España durante la Inquisición de fines del siglo XV, eminentes rabinos como Isaac Loria y Yosef Karo se asentaron en esta ciudad, revelando los secretos cabalísticos.

«La espiritualidad de la Cábala no supone ningún conflicto con ninguna tradición, creencia o fe», dijo Eyal Reiss, director del Centro Tzfat de Cábala. «Desde Safed difundimos un mensaje meramente divino y pacífico, y conocimiento para todos», explicó.

Además, Safed es una de las cuatro ciudades sagradas para el judaísmo. Cada una de ellas corresponde a los cuatro elementos fundamentales de la creación.

La sureña localidad cisjordana de Hebrón representa la tierra, pues según el Génesis fue allí donde Abraham, el patriarca bíblico de las tres religiones monoteístas, hizo la primera compra en la historia de un terreno.

Bendecida por el mar de Galilea, Tiberíades, en el norte, es el símbolo del agua. Jerusalén, del fuego, por la segunda destrucción del Templo judío, devorado por las llamas romanas en el año 70 después de Cristo.

«Desde entonces, la presencia divina está en Safed. El elemento espiritual que compone esta hermosa creación es su aire, que revela los canales ocultos del alma de la Cábala», dijo Reiss.

De hecho, «hay algo en el aire adonde sea que se mire», observó, mientras se suben las empinadas escaleras empedradas de la Ciudad Vieja.

Pero no todo fue siempre idílico. Safed fue invadida por cruzados, mamelucos, otomanes y británicos, además de sufrir plagas, terremotos y pogromos árabes, el último en 1929.

Eterna, pero olivada, Safed exuda una sensación de grandeza abandonada y oculta en el murmullo de sus oraciones.

Se dice que el mesías llegará a Jerusalén desde Safed como preludio de la libertad y la paz eterna para que todos comprendan la impenetrable sabiduría de Dios.

Pero ahora, asuntos más terrenales eclipsan a los espirituales.

El derecho de Abbas a regresar a Safed, como visitante, se volvió un tema de conversación para todos.

«¿Abbas vivió aquí?», preguntó un incrédulo residente local, mientras otro replicó: «No hay nada aquí para él».

«Recibimos 1,2 millones de turistas al año», señaló el alcalde Ilan Shohat. «No hay problema en recibir uno más. En cuanto a Abbas, todavía le debe explicaciones a la ciudad», añadió.

La reacción del alcalde a la declaración del presidente palestino obedece a que se acusa a Abbas de haber estado implicado en la planificación de un ataque con toma de rehenes contra una escuela primaria por parte de insurgentes palestinos en 1974, que terminó con 22 niños y niñas muertos, 20 de los cuales eran de Safed.

«Mientras no pida perdón y no muestre remordimiento, es un visitante no deseado», sentenció.

«Abbas solía cruzar ese puente camino a su casa», recordó Gaby Hameiri, uno de los ancianos de esta ciudad y celebridad local, mientras señalaba una pasarela.

Hameiri dice recordar a Abbas. «Es solo dos años mayor que yo. Nuestros padres eran socios. El mío era dueño de un comercio de lácteos, y el suyo tenía cabras y leche», dijo.

En 1944, Hameiri acompañó a su padre a la casa de Abbas. Fue a implorarle que intercediera ante las autoridades británicas por un hermano, detenido bajo sospecha de estar vinculado a la organización sionista extremista Leji (Combatientes por la Libertad de Israel), que peleó contra las autoridades del Mandato Británico de Palestina.

Pero la conversación terminó mal. «‘Su hijo es un terrorista’, dijo su padre. Papá replicó: ‘Solo nos protegemos de ustedes los árabes’. El aire se enturbió. Los hijos estábamos ahí. Seguro que Abbas debía estar presente», relató.

Una marca del paso del tiempo es que la casa de la calle Jerusalén ahora alberga a una compañía de seguros y un comercio de teléfonos celulares. En el patio, una parra se eleva torcida, tan vieja como el mismo conflicto.

«Le diría a Abbas: ‘Eres un hombre mayor ahora, igual que yo. Leo tus labios. Desearía leer en tu corazón que terminas de aceptar que estas tierras no son menos nuestras que tuyas'», añadió.

Lo mejor sería devolver a Safed lo que es de Safed.

El estudio de la Cábala podría ser un bálsamo tranquilizador para las agraviadas almas. «¿Por qué no?», opinó Reiss. «Que Abbas venga y estudie aquí. Si le cuesta, le enseñaré por Skype (programa de mensajería y conversación electrónica), incluso en árabe», ofreció.

*Análisis distribuido por IPS

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