Acaso humor financiero. ¿Nació el capitalismo sensato?

Jorge Costa*

Las intervenciones de gobiernos y bancos centrales, en un intento de contención de la crisis financiera, impresionan por su dimensión –se realizó en Septiembre de 2008 la mayor nacionalización de la historia del capitalismo, 85 billones de dólares– y por su insuficiencia: la crisis continua evaporando las inyecciones masivas de dinero público.

Todavía, en lo esencial de su naturaleza, estas intervenciones no constituyen una novedad absoluta. La socialización de las pérdidas o de los fraudes del capital han sido una de las tareas mas importantes del Estado liberal, concretada ante las deslocalizaciones(1),quiebras fraudulentas, etc..

En la presente crisis se hace de manera especial evidente la transferencia de riqueza de la economía productiva y del trabajo (impuestos) para el capital financiero. Ya sea como parte de la medicación para los especuladores confundidos (inyecciones de liquidez), ya sea en la cobertura destinada a la supervivencia del valor de las empresas (nacionalización del Northern Rock, Fanny Mae, AIG…).

Esta evidencia brutal, diariamente presentada por los medios de comunicación en todo el mundo, amenaza el mito de la auto-regulación de los mercados y el dogma de la austeridad, ahora subvertidos por la generosidad estatal. Al mismo tiempo, abre un debate global sobre la emergencia social. Los recursos movilizados para salvar accionistas en crisis siempre estuvieron disponibles, pero les fueron negados a las necesidades urgentes de nuestra época.

Este secuestro de la riqueza pública nunca fue tan escandaloso. Para la izquierda socialista que moviliza opiniones y movimientos, es hora de reforzar la exigencia de políticas públicas: en la Europa do BCE, urge un plan de inversiones para enfrentar el alza del costo de vida y el desempleo; en los Estados Unidos, para atender a la ausencia de la salud pública; en Portugal, para financiar un régimen de reformas dignas.

Por otro lado, es cierto que la nacionalización de instituciones financieras estadounidenses e inglesas es una “hospitalización” temporaria para parar las hemorragias antes de devolver los pacientes al casino. Pero también es cierto que estas nacionalizaciones instalan, como desde hace décadas no sucedía, un debate estratégico en el campo de la economía. Tal debate puede morir antes de nacer, si queda sujeto a “nuevos consensos” y a la afinación de instrumentos que vuelvan el capitalismo mas regulado y previsible.

Pero puede también, por el contrario, desarrollarse una disputa de fondo, en torno del modelo económico y de la propiedad social. En la banca como en los combustibles, por ejemplo: ante la crisis climática, ¿el mundo debe rendirse ante la rentabilidad privada de un sector con ganancias astronómicas –arriesgando además la creación de nuevas burbujas financieras con el comercio de carbón– o debe optar por nacionalizaciones que reviertan esos recursos para políticas ambientales activas?

Es divertido asistir a la presurosa conversión de los fanáticos liberales a un “capitalismo sensato”. Pero, la ideología del libre mercado y de la austeridad presupuestaria no tardará en salir del hoyo donde hiberna por estos días, lista para presentar a los mas débiles las nuevas facturas de la presente crisis.

La respuesta a la inestabilidad del capitalismo global, pasa por las cuestiones de la propiedad pública, de la capacidad de planificación e intervención social. El descrédito del liberalismo convoca a las verdaderas alternativas.

(1) Movimiento que realizan las empresas multinacionales al trasladar sus centros de trabajo hacia países del Tercer Mundo, lo que les supone manejar costos muy reducidos.

* Integrante del Bloco de Esquerda.
 Traducción: Insurrectasypunto para Kaos en la Red (www.kaosenlared.net).
Texto original en portugués: http://www.esquerda.net

 

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