África, África
Juan Gelman*
Maniobras conjuntas de las fuerzas armadas de EE.UU. y de 22 países africanos y europeos, entrenamiento impartido por marines a tropas de Liberia, Ghana y Senegal, libre acceso del Pentágono a puertos y aeropuertos de Kenia, Etiopía, Marruecos, Namibia, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Túnez, Uganda y Zambia, operaciones encubiertas en Somalia y otras naciones.
El Comando Africa de EE.UU. (Africom, por sus siglas en inglés) está a cargo de estas actividades, y aun otras, con el propósito declarado de combatir al terrorismo mediante sus relaciones militares con los 53 países del continente negro (www.africom.mil). En realidad, este interés comenzó en Washington antes del 11-S.
El entonces vicepresidente Dick Cheney mantuvo en mayo de 2001 una reunión secreta con asesores y representantes de los megapolios petroleros que hizo pública días después. Se emitió un comunicado en el que se recomendaba al presidente que asignara a las secretarías de Estado de Energía y de Comercio la tarea “de profundizar los compromisos bilaterales y multilaterales (con los países africanos) a fin de promover la creación de un ambiente receptivo para las inversiones y operaciones comerciales estadounidenses de petróleo y gas natural”. (www.whitehouse.gov/energy, 21-5-01). Y aún antes, el republicano Ed Royce se ocupaba del tema en su calidad de presidente del Subcomité para Africa de la Cámara de Representantes: “El Subcomité examinó el tema en una audiencia realizada en 2000. Es de interés nacional diversificar nuestras fuentes de abastecimiento de petróleo. La expansión de la producción energética africana atiende ese interés” (www.accra-mail.com, 30-3-10). La “guerra antiterrorista” de W. Bush vino después.
El Instituto de Estudios avanzados políticos y estratégicos (Iasps, por sus siglas en inglés) –un think tank israelí con sede en Jerusalén y una filial en Washington– desempeñó un papel protagonista en la instauración del Africom: en enero de 2001 convocó un simposio en Washington que recomendó la creación de un subcomando estadounidense para garantizar la seguridad regional (www.iasps.org, 16-5-01), es decir, la seguridad de las inversiones petroleras. En Angola –un ejemplo– la Chevron controla el 75 por ciento de la producción de oro negro. Y el Iasps estima que hacia el 2015, un 25 por ciento del consumo de EE.UU. de energía fósil provendrá de Africa. Esto explica algunas cosas.
El presupuesto del Africom aumentó de 50 millones de dólares en el año fiscal 2007 a 310 millones en 2010 sólo en el rubro de gastos corrientes. La ayuda militar a los países africanos es otro apartado: “El Africom está invirtiendo miles de millones de dólares en entrenamiento y armas. Se calcula que esa inversión no será inferior a los 20.000 millones en 2010 y beneficiará a los ejércitos de muchos regímenes represivos” de Africa (www.accra-mail.com, 30-3-10).
En esto consiste la “invasión tranquila” de EE.UU., al decir de un periódico nigeriano (www.vanguardngr.com, 30-9-02). Es una tranquilidad que intranquiliza: a pesar de haber condenado a Sudán por el genocidio de Darfur, Washington trasladó clandestinamente a EE.UU. al jefe del espionaje sudanés, el mayor general Abdallah Gost, para que asesorara a la CIA sobre los intereses militares estadounidenses en el Cuerno de Africa (//articles.latimes.com, 29-4-05). Ocurrió mientras el mayor general era un “wanted” de la Corte Penal Internacional por delitos de lesa humanidad. La lucha del Pentágono y la Casa Blanca para que la libertad y la democracia imperen en el mundo entero tiene, en verdad, ribetes muy peculiares.
El continente negro produce hoy más de 4 millones de barriles de petróleo diarios, tanto como Irán, Venezuela y México juntos. En diez años el incremento de su producción fue del 36 por ciento, contra el 16 por ciento en el resto del mundo. Sudán, Nigeria, Angola, Congo, Gabón, Guinea Ecuatorial, Chad y otros poseen alrededor del 10 por ciento de las reservas mundiales de crudo y, para EE.UU., ofrecen dos ventajas: salvo Nigeria, ninguno de esos países forma parte de la OPEP; y luego, las crisis que padecen están exentas de las complicaciones de un Medio Oriente inconquistable.
Etiopía invadió Somalia en el 2006 so capa de una influencia creciente del extremismo musulmán allí. El Africom proporcionó apoyo logístico, dinero, supervisión y entrenamiento a las tropas etíopes para una operación más bien destinada a garantizar la futura explotación de las reservas de petróleo somalíes, que se consideran ingentes. No hubo soldados estadounidenses en el campo de batalla, pero no hacía falta: fue y es una guerra a cuenta del Pentágono.
Fuerzas de Uganda, la República Democrática del Congo y el sur de Sudán atacaron en el 2008 un reducto de los rebeldes del Ejército de Resistencia del Señor en un parque nacional congolés: 17 asesores del Africom participaron en la planificación del operativo y abastecieron a las tropas ugandesas de celulares y un millón de dólares en gasolina (www.nytimes.com, 7-2-09). Quedó claro que esta presunta acción antisubversiva se limitó a despejar el terreno de los yacimientos petrolíferos.
Hay más que petróleo y gas natural en los países africanos: el Congo acumula el 80 por ciento de las reservas mundiales de cobalto, elemento clave para la industria electrónica. El Africom se encarga de que nunca falte a las empresas occidentales del ramo.
*Poeta y escritor argentino radicado en México