Alemania: llamado al borde de la tercera guerra mundial

3.112

Ante el peligro de un ataque militar contra Irán y Siria, Helga Zepp-LaRouche*, presidenta del Movimiento por los derechos civiles Solidaridad y del Instituto Schiller de Alemania, emitió un llamado a los gobiernos, para que declaren públicamente que su país, bajo ninguna circunstancia, tomará parte en una guerra contra Siria o Irán. Es el siguiente.

«Me temo que esto será un fait accompli… va a suceder una mañana, simplemente: nos despertaremos y el ataque habrá ocurrido». Fue el comentario reciente a la revista EIR del general (retirado) Joseph P. Hoar, ex comandante en jefe del Comando Central de EEUU, sobre el peligro de un ataque inminente contra Irán. Otros oficiales militares estadounidenses vienen advirtiendo sobre las «consecuencias incalculables» de un ataque contra Irán.

Poco días antes Nikolai Makarov, jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas rusas, advirtió que Rusia podría ser involucrada en un conflicto nuclear regional, que podría crecer y convertirse en una guerra a gran escala.

Especialistas importantes en temas del sudoeste asiático advierten desde hace tiempo, que cualquier guerra contra Irán significaría la tercera guerra mundial.

Cuando una amenaza es tan terrible, tan inimaginable que sobrepasa la comprensión humana normal, la psiquis tiene una tendencia a suprimir esta realidad, como si fuera por defensa propia. Y la idea de una tercera guerra mundial, en la cual se utilizarán armas de destrucción masiva, es ciertamente un caso de este tipo.

Con la guerra contra Libia, y ahora las amenazas contra Siria e Irán, muchos sienten que algo terrible está por suceder. Experimentan un efecto dejà vu —escuchan la misma propaganda que se lanzó durante el armado de la guerra contra Irak— y admiten que simplemente no quieren escuchar ni mirar informes de noticias, dado que son meramente el calentamiento para las verdaderas hostilidades.

Pero es mejor para nosotros pensar lo impensable, porque sólo si los individuos y gobiernos pueden pintar en su imaginación, con detalles espantosos, cuales serán las consecuencias de una guerra global que involucrará el despliegue de armas ABC, podríamos efectuar el cambio de curso que puede anunciar y evitar este peligro de guerra —como si faltaran cinco minutos para medianoche.

Es un hecho que existen fuerzas que creen que la reducción en la población causada por una guerra de este tamaño, al menos mil o dos mil millones de personas, es un resultado deseable. ¿Pero cómo sería la vida para aquellos que sí sobrevivieran? E incluso si uno u otro de nosotros se encontrare entre los sobrevivientes, eso ¿sería causa de alegría? O en realidad estaríamos maldiciendo ese día, deseando que nosotros también, estuviéramos entre aquellos ya muertos.

El propósito de este llamado es sacudir al público para que despierte, y apelar a aquellos en posiciones de influencia para que hagan todo lo concebible para evitar esta guerra. Reclamamos que los gobiernos emulen al ministro de Relaciones Exteriores de Dinamarca, Villy Sovndal, y declaren públicamente que su país no será parte, bajo ninguna circunstancia en una guerra contra Siria o Irán.

Y, segundo, se debe eliminar toda la dinámica que subyace al peligro de guerra, es decir, el derrumbe cercano del sistema financiero transatlántico, y del euro en particular.

El cataclismo económico

«El cataclismo financiero amenaza las naciones más importantes de Europa», «Sólo Alemania está segura, todo los demás se van a hundir», «El fatal efecto dominó del euro», etc… Cada titular de los medios va tumbando al anterior con escenarios de horror, y así, el fin está de verdad cerca. El último truco fue un intento de hacer que Alemania cometa hara kiri accediendo a que el Banco Central Europeo (BCE) abriera sus compuertas con enormes cantidades de dinero y adquiriese todos los bonos del gobierno de los países insolventes de Europa, como también de todos los ‘valores tóxicos» de los bancos privados.

El BCE es un prestamista de último recurso. Ese es un pecado mortal en contra de la estabilidad monetaria, y además, una violación flagrante de los propios estatutos del BCE. Así que bienvenidos a la hiperinflación a la Weimar 1923, sólo que esta vez, no sólo en un país, sino en toda la región transatlántica.

El cambio de régimen ha sido la política vigente desde hace tiempo, no sólo contra las naciones tránsfugas en cualquier lugar del mundo, sino también es el arma de probada calidad contra cualquier gobierno europeo que se rehusa a reducir la calidad de vida de sus ciudadanos a un 50% y bajar su expectativa de vida a través de recortes en el presupuesto público a la salud y los programas sociales.

Los gobiernos de Irlanda, Portugal, Grecia, Italia, y esta semana España, han caído víctimas de esta política. Gobernantes electos se reemplazan por tecnócratas no electos, tales como Lucas Papademos en Grecia, Mario Monti en Italia, y el nuevo director del BCE, Mario Draghi, quienes fueron directamente empleados por el famoso banco de inversión Goldman Sachs o trabajaron en colaboración con él.

Los negocios de Goldman Sachs están bajo investigación por el fiscal general de EU, y se le dedicaron largos pasajes en el Informe Angelides del Congreso estadounidense sobre las causas de la crisis. Sin mencionar el hecho de que los asesores que ayudaron al gobierno griego a falsificar sus libros para obtener la entrada a la Unión Europea eran así mismo empleados de Goldman Sachs. La democracia pasó de moda en la Unión Europea, y ha sido reemplazada por una abierta dictadura de los banqueros.

«No necesitamos elecciones, necesitamos reformas», opina el presidente de Europa, Herman Van Rompuy. ¿Alguien lo eligió a él?

Si continuamos por este rumbo de aumentar la austeridad brutal contra la población, todo en nombre de dominar las deudas que fueron el resultado de los paquetes de rescates para los bancos; si cedemos nuestra última pizca de soberanía a una «unión fiscal» o un gobierno económico europeo, o incluso a una unión política europea; entonces habrá una revuelta popular en contra de eso. Porque no existe tal cosa como un «pueblo europeo». En cambio, hay 27 naciones diferentes en la Unión Europea, cada una con lenguaje propio, cultura e historia.

Darle el poder a una burocracia supranacional de la Unión Europea cuyos tratados, procedimientos y reglas, demarcadas como si estuvieran escritas en una especie de «esperanto de la UE», son incomprensibles para la gente de esas naciones, es como regresar a Europa a una situación de facto como a los días anteriores a que Gutemberg inventase la imprenta, cuando los académicos eran los únicos que podían deliberar en latín, mientras que las masas de la población no podían leer nada escrito en su propio idioma.

Con esta Europa de la UE, lidiamos con un imperio, y el problema es que los políticos «pro Europa» han internalizado la lógica de ese imperio. En ningún lugar se ve más claro que en la actitud hacia la guerra en Libia, cuando el ex primer ministro británico Tony Blair, el presidente francés Nicolás Sarcozy, y otros, prefirieron olvidar, ¡tan rápido!, que poco tiempo antes la carpa de Gadafi se armaba en sus ciudades capitales, para buscar acuerdos lucrativos.

¿Y qué lecciones nos llevamos de la guerra de la OTAN contra Libia, una guerra que, de acuerdo al presidente Barack Obama, se trató solamente de una «intervención humanitaria», en la que un jefe de Estado fue eliminado y asesinado bestialmente, sin ningún recurso legal?

Lothar Rühl escribe en un artículo titulado Las lecciones de Libia en el Frankfurter Allgemeine Zeitung:
«Las operaciones aéreas, incluyendo, y en el futuro incluso mucho mas que antes, aviones robot y misiles crucero, son medios preferidos para cualquier intervención militar. Esta lección además es válida para los planes del Bundewehr (ejército alemán), que debe priorizar cualquier tipo de despliegue aéreo con aviones jet caza, helicópteros, y aviones robot».

Rühl luego pregunta, con respecto a los acontecimientos en Siria e Irán:
«El tiempo es corto. ¿Cuál es nuestra prioridad en una intervención o un ataque preventivo?» Una pregunta que deja abierta. Ese tipo de pensamiento revela un plan dirigido al apocalipsis.

La única oportunidad de la humanidad para evitar la catástrofe —que nos amenaza ahora— es el cese del curso de confrontación sobre el cual nos encontramos. En nuestro siglo 21, no hay conflicto que no pueda ser resuelto por medios diplomáticos. La guerra no debe ser una opción porque nos arriesga a la exterminación de la especie humana.

El experimento europeo —es decir, la creación de una unión monetaria entre naciones completamente diversas que definitivamente no representaron una «zona monetaria óptima» y que no podrá serlo en el futuro previsible— ha sido un fracaso. Lo honesto y responsable que hay que hacer es admitir esto, y sacar las conclusiones pertinentes.

Hay ciertamente una salida: se deben cancelar todos los tratados de la UE, desde Maastricht hasta Lisboa. Las naciones de Europa deben volver a obtener su soberanía sobre las monedas y sus economías. Se deben acordar tipos de cambio fijo, para frenar la especulación contra las monedas y los ahorros de la gente.

Se debe adoptar inmediatamente un sistema bancario dual, en el que los bancos comerciales que sirven al bienestar general y la economía real estén bajo protección estatal. Los bancos de inversión, y el sector de la banca fantasma, deben dejar de operar inmediatamente con el dinero de los contribuyentes, y sus ganancias especulativas virtuales deben anularse.

Un sistema de crédito debe financiar a la economía real y la inversión de capital sensato, de acuerdo a un criterio de economía física, creando así las bases para honrar los reclamos legítimos del viejo sistema.

En lugar de lanzarnos por un rumbo de confrontación suicida contra Rusia y China —un rumbo que sólo puede provenir de una mentalidad imperial perversa— debemos firmar acuerdos de cooperación a largo plazo, 50 a 100 años, con estas y otras naciones en proyectos futuros tales como energía y seguridad en materias primas; proyectos a gran escala de infraestructura y gestión de aguas; reverdecer desiertos; la expansión de la agricultura para una población mundial en crecimiento, e investigación en los efectos del clima galáctico en nuestro planeta y el vuelo espacial tripulado.

En suma: proyectos que podemos describir como las metas comunes de la humanidad.

Está en juego nada menos que la existencia misma de la especie humana. Enfrentados con esta cuestión trascendental, ¿podemos demostrar que, como lo planteó Friedrich Schiller, somos seres humanos, y no bárbaros?

* Periodista y cientista política. Fundadora del Instituto Schiller y del movimiento solidario por los derechos civiles Bürgerrechtsbewegung Solidarität. Casada desde 1977 con Lyndon LaRouche, político estadounidense.

Addenda
El mensaje recibido en espíritu cristiano

Desde el 20 de Noviembre del 2011, fecha en que fue difundido el documento no recuerdo que gobierno alguno haya respondido a este llamado, negándose a tomar participación en una guerra.

En América Latina como si nunca se hubiera emitido, considerando que nuestra América en particular, no tiene razón para banderizarse con los Estados en conflicto, cuyas invasiones ilegales han servido sólo para adueñarse de las riquezas naturales que, por una bendición de Dios, han sido beneficiadas para abastecer al mundo de combustible para el desarrollo de la paz y no de conflictos bélicos, con que el capitalismo salvaje pretende adueñarse del mundo entero.

Como dice Helga Zepp LaRouche, una guerra a estas alturas de nuestra civilización, serviría solamente para exterminar todo vestigio humano y ser viviente sobre la tierra. Porque según esta ciudadana alemana, serìan miles de millones de seres humanos que desaparecerían en un conflicto bélico nuclear, pero los que queden vivos, también querrán morir por los efectos que provocarían las radiaciones,y terminarían con la vida de los sobrevivientes cayéndoseles los pedazos de carne de sus cuerpos como fueron la victimas de Hirohsima y Nagasaki en la segunda guerra mundial.

Las organizaciones mundiales como la ONU,o la OEA, la misma Iglesia Católica y los protestantes han guardado silencio, haciéndose complices del desastre mundial que amenaza con borrar del mapa a los seres humanos.

El Evangelio de Cristo no fue para encerrarlo entre cuatro paredes, sino para divulgarlo en las calles, llamando al hombre al arrepentimiento; como dice Dios en su Palabra la Biblia: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos, entonces yo oiré delsde los cielos y sanaré su Tierra.» (2 Crònicas 4:14)

¿Dónde están los Tribunales de la Haya para condenar y enjuiciar a los criminales de guerra?
¿Dónde esta esa prensa escrita, televisada o radiodifundida que no dice nada. Que no denuncia ante el mundo a los criminales que quieren acabar con la humanidad mediante un conflicto nuclear?

Los que protestan morirán, pero también morirán los que por omisiòn callan.

¿Dónde están los estudiantes que están luchando por justicia, si saben que con una conflicto bélico no lograremos sobrevivir?
¿Quién se preocupa por nuestros hijos, nuestros nietos, que recién comienzan a vivir, cuando ya la muerte la tienen en las puertas de sus casas?

Ha llegado el tiempo de doblar las rodillas y buscar el rostro de aquel que nació en un pesebre y apenas hacen unas semanas celebramos su nacimiento en Navidad, y le reconocíamos como el salvador del mundo.
Y en ningún otro hay salvación, solamente en Cristo Jesùs.

José Oyarzún.
Misionero.

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.