Alemania no podría cumplir el Acuerdo de París con la fecha de 2038 para el fin del carbón

Alemania anunció la semana pasada que pone fecha al fin del carbón: 2038. Tras meses de deliberaciones, una comisión lanzada en 2018 por el Gobierno de Angela Merkel, alcanzó este consenso en un país donde esta fuente de energía representa cerca del 40% para generar electricidad. Aunque el voto de este organismo no es vinculante, el grupo de trabajo cuenta con un amplio apoyo parlamentario. A pesar de los vítores generalizados por el paso, y tratándose de uno de los países que más presume de ‘verde’: ¿Basta la medida para cumplir con el Acuerdo de París?

Carbon Brief, una organización británica dedicada al análisis de datos sobre cambio climático concluye que no. En un análisis publicado este martes, este ‘think tank’ recuerda que la comisión alemana ha trabajado en base al objetivo de limitar el aumento de temperatura del planeta en 2 °C, fijado por el Acuerdo de París. Este tratado ha sido firmado por 174 países más la Unión Europea.
«En este contexto, la salida de Alemania del carbón en el año 2038 se queda muy corta respecto a lo que se necesita para mantener el calentamiento global por debajo de dos grados», escribe Simón Evans, autor del análisis. En concreto, el calendario de salida del carbón a 20 años generaría un exceso de 1.300 millones de toneladas de CO2. Para hacerse una idea, esa cantidad es el equivalente a las emisiones generadas en Alemania durante un año y medio en términos actuales.

Si el Gobierno alemán adopta las recomendaciones de la comisión, la capacidad instalada de carbón apenas caerá más rápidamente que en un escenario de no hacer nada en la próxima década, sugiere el análisis. La razón es que las plantas de carbón más antiguas se retirarían de todos modos debido a que estarían al final de su vida útil.

Comparado con el escenario de no hacer nada, la salida que propone la Comisión del Carbón solo empezaría a reducir emisiones a partir del año 2030. Ahora está por ver si este calendario aplaca las habituales críticas hacia Alemania por una contradicción: es el único país del mundo que inventó una palabra propia para definir la transición energética de energías fósiles a renovables, ‘Energiewende’, y sin embargo es el mayor consumidor de carbón de Europa, la fuente de energía más contaminante.

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