Alerta por el riesgo de desaparición de peces migratorios

  • La cantidad de bagres en la cuenca amazónica y otros peces migratorios está disminuyendo en los ríos de todo el mundo. Los ambientes naturales, las personas y las economías ya sienten los impactos. Las hidroeléctricas y otras obras de infraestructura, la sobrepesca y la contaminación son las principales causas.

Puerto Villarroel (en el departamento de Cochabamba, Bolivia) nació en 1972 alrededor de una pista para aviones que transportaban prisioneros políticos o trabajadores de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). La pesca siempre fue la principal actividad económica  para los pobladores de esta comunidad asentada a orillas del río Ichilo, un afluente del río Mamoré. Sin embargo, hoy el futuro de sus pescadores está amenazado por la reducción significativa en la cantidad de peces desde la construcción de las hidroeléctricas brasileñas de Santo Antonio y Jirau, en el río Madeira.

Las centrales, construidas entre 2008 y 2016, están a unos 1.700 kilómetros de la comunidad, bajando por los ríos Ichilo, Mamoré y Madeira. Pero esta distancia, similar al trayecto por carretera entre las capitales Brasilia (Brasil) y Asunción (Paraguay), no ha impedido que las represas afecten la migración y reproducción de valiosos peces para las economías y la alimentación de las familias del municipio.

La cantidad de dorados y otros peces migratorios está disminuyendo en la cuenca amazónica y en los ríos de todo el mundo. Foto: Periodistas por el planeta.
La cantidad de dorados y otros peces migratorios está disminuyendo en la cuenca amazónica y en los ríos de todo el mundo. Foto: Periodistas por el planeta.

Según un estudio publicado en la revista científica Neotropical Ichthyology por investigadores brasileños, bolivianos, argentinos y franceses, la cantidad media anual de peces en Puerto Villarroel se redujo de 24 a 16 toneladas después de la construcción de las represas en el río Madeira, una reducción del 33 %. Algunas especies se vieron más afectadas que otras. La presencia del dorado amazónico en las pesquerías se redujo del 5,5 % al ​​0,4 %, una fuerte caída del 93 %. El peso de los peces capturados también disminuyó. No se descartan extinciones y aún más pronunciadas reducciones de poblaciones.

“Las represas representan la principal causa de la disminución de la población del bagre dorado. La posible extinción o la fuerte reducción del Brachyplatystoma rousseauxii en la cuenca del Madeira tendría consecuencias tanto económicas como ecológicas a escala regional. En Bolivia, la especie contribuyó a aproximadamente el 5 % de los desembarcos anuales de la pesca comercial y representa un valor económico real de más o menos USD 56.000 anuales”, destaca el trabajo.

El Madeira es el afluente que aporta la mayor cantidad de sedimento de las altas montañas andinas al río Amazonas. Sus nutrientes son valiosos para la fertilidad de las llanuras de inundación y para la pesca tanto en Brasil como en Bolivia. Hay alrededor de 1.500 pescadores artesanales registrados solo en el tramo medio del Madeira. Las crecidas del río desencadenan la migración de las especies hacia la reproducción.

Jirau y Santo Antônio fueron las primeras hidroeléctricas de la Amazonia con turbinas para la generación de energía que no requieren grandes embalses. También fueron de las primeras que consideraron corredores para facilitar la circulación de los peces. Pero esto no ha frenado el cambio en la subida y bajada natural de las aguas ni dejado de afectar a las especies hasta 250 kilómetros río abajo, según un estudio publicado en Fronteras de la Ciencia Ambiental.

Puerto Villaroel y los ríos Ichilo, Mamoré y Madeira, con las centrales eléctricas de Jirau y Santo Antonio.

Tras más de dos décadas investigando la Amazonia, Carolina da Costa Doria, postdoctora en gestión de pesquerías por la Universidad de Florida (Estados Unidos), explica que las represas interrumpen la conectividad de los ríos y alteran el movimiento, la alimentación y la reproducción de los peces, especialmente los que sobreviven solo en largos tramos de agua dulce, como los grandes migrantes.

“Estos depredadores son fundamentales para mantener el equilibrio ecológico, la alimentación y los ingresos de las familias amazónicas. Es necesario mantener grandes tramos libres en los ríos y seguir la adaptación de la especie a las obras ya implantadas. Las nuevas represas tendrán repercusiones muy graves para las economías y las personas que dependen de estas especies”, dice  Costa Doria, quien hoy es profesora en la Universidad Federal de Rondonia.

 

Crisis global

El drama de Puerto Villarroel no es un hecho aislado. Las poblaciones de peces migratorios se han reducido en un 76 % en varias regiones del planeta desde la década de 1970. Las pérdidas fueron mayores en Europa (93 %) y en América Latina y el Caribe (84 %). Las tasas son más altas que las de las especies terrestres y marinas. Para los científicos, sin embargo, es necesario seguir estudiando aún más la situación de los peces en Asia, África y Oceanía.

Esta información procede del primer informe mundial sobre peces migratorios publicado por la Fundación Mundial sobre la Migración de los Peces y la Sociedad Zoológica de Londres (Inglaterra). También del reporte Índice Planeta Vivo, un termómetro de la biodiversidad mundial coordinado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés). Las especies de peces migratorios más conocidas son la piramutaba, el salmón, el besugo, el pez manchado, la cachara, la pirarara, la curimba y el bacalao de los ríos australianos.

“Los peces son importantes desde el punto de vista cultural, especialmente para los pueblos indígenas; desde el social, para la recreación y la salud mental; desde el económico, para la pesca y otras actividades comerciales; desde el nutricional, como la mayor fuente mundial de proteínas; y desde el ecológico, para mantener la biodiversidad y el equilibrio de los ecosistemas. Hay muy buenas razones para proteger los peces para las generaciones futuras”, detalla el profesor Lee Baumgartner, posdoctorado en Ecología por la Universidad de Canberra (Australia).

dorado o bagre
El dorado o bagre recorre 8000 km entre las regiones andinas y la desembocadura del Amazonas. Foto: Periodistas por el planeta.

En Brasil, los peces migratorios también viven en cuencas como las de los ríos San Francisco, Paraná y Uruguay. La Amazonia tiene más de 50 especies migratorias, entre ellas la mayor maratonista de agua dulce. El Dorado recorre 8.000 kilómetros entre las regiones andinas y la desembocadura del río Amazonas. Pero, el gran campeón también sufre por las acciones humanas. El dorado más grande jamás registrado fue de casi 2 metros. Hoy en día, miden la mitad.

Pao Fernández Garrido, máster en Restauración de Ecosistemas de la Universidad Politécnica de Madrid (España), explica que la fragmentación de los ríos por todo tipo de represas, la contaminación doméstica e industrial y la sobrepesca son la raíz de la mala situación mundial de los peces migratorios. Factores como estos han llevado a la enorme reducción de las reservas naturales y pesqueras en el continente europeo.

“Por primera vez en la historia, estimamos que hay al menos 650.000 barreras en los ríos de 33 países europeos. Pero estamos conscientes de que el número real de barreras es mucho mayor, alrededor de 1,2 millones. Hay, en promedio, alguna barrera cada dos kilómetros en los ríos de la región”, dice la ingeniera forestal y experta en remoción o desmontaje de represas.

La represa Jirau en Brasil. Foto: Cortesía de Philip Fearnside.
La represa Jirau en Brasil.

La deforestación, que amplifica la crisis climática, también complica la multiplicación de las especies. Los cambios de temperatura pueden desencadenar la migración y la reproducción de los peces. Esto hace que dichos acontecimientos sucedan en momentos inadecuados, por ejemplo, en épocas del año en que las aguas están bajas o no hay suficiente alimento en los ríos para los adultos y las crías.

En Sudamérica, solo en la Amazonia brasileña hay 221 represas hidroeléctricas en funcionamiento: 27 grandes, 102 medianas y pequeñas, y 92 microgeneradoras. Otros 35 están en construcción o empezarán a construirse, según un reportaje de InfoAmazonia. En el complejo del río Madeira, hay planes para construir la planta binacional de Ribeirão, en Nova Mamoré (RO), y de Cachuela Esperanza, en el río Beni, en Bolivia. Las medidas adoptadas para el paso de los peces en estas estructuras están bajo observación y crítica permanente de los expertos.

“Los pasajes para peces a menudo son aprobados sin que se pruebe si estos beneficiarán a las especies migratorias. Los estudios demuestran que estas medidas pueden ser una trampa ecológica, aún más sin herramientas calificadas para seleccionar los mejores sistemas para ciertos ríos”, afirma Luiz Gustavo Silva, del Instituto Federal de Tecnología de Zurich (Suiza).

Distribución de proyectos hidroeléctricos en la Amazonia brasileña. Fuente: InfoAmazonia.

El problema crece cuando los ríos son bloqueados en zonas que deberían ser protegidas. Un análisis publicado en Conservation Letters muestra que al menos 1249 grandes represas están dentro de áreas protegidas en todo el mundo —907 de ellas construidas después de la creación de las reservas.

Mientras tanto, la sobrepesca se vuelve aún más crítica en las regiones donde las poblaciones de peces ya están bajo presión. La producción pesquera anual en la capital Porto Velho, del estado de Rondônia, el mayor del sector brasileño de la cuenca del Madeira, es de 315 a 755 toneladas. Diez especies migratorias son las más capturadas entre los diferentes peces conocidos en el río Madeira.

El escenario también es preocupante porque la Amazonia brasileña tiene las peores tasas de tratamiento de aguas residuales urbanas de todo el país. Capitales como Manaos (Amazonas), Belém (Pará), Porto Velho y Macapá (Amapá) están entre las diez ciudades brasileñas que menos recogen y tratan sus aguas residuales. El escenario no es muy distinto en toda la Amazonia sudamericana.

Ríos libres

Norteamérica tiene la menor tasa de reducción de las poblaciones de peces migratorios (28 %), según el primer informe mundial en la materia. Esto se debe a los mayores esfuerzos de investigación y vigilancia, la creación de áreas protegidas, la restauración de ecosistemas y la demolición de represas obsoletas. Solo el año pasado, más de 1.500 kilómetros de ríos fueron liberados en los Estados Unidos.

Desde 2016, otros 3.200 kilómetros han sido despejados en el río Penobscot en el estado de Maine. Como efecto secundario directo, el número de arenques en el curso de agua ha saltado de unos pocos cientos a casi 2 millones. En Europa han comenzado acciones similares. No en Brasil. Hay un estudio para la eliminación de una represa de sedimentos en el río Pandeiros, en la municipalidad de Januária, en el estado de Minas Gerais.

“Se toman mejores medidas para contener la disminución de los peces migratorios cuando hay investigación y vigilancia. Necesitamos más inversión para profundizar la investigación más que todo en las regiones con deficiencia de datos y adoptar las mejores medidas contra la disminución de estas especies, como mejorar la planificación previa a la ejecución de proyectos de generación de energía”, dice Luiz Gustavo Silva, del Instituto Federal de Tecnología de Zurich (Suiza).

 

Anteriormente vinculado a la Universidad Federal de São João del Rei, en Ouro Branco (MG), el investigador es también uno de los autores del estudio mundial sobre peces migratorios, y explica que “el número de especies de peces migratorios amenazados, especialmente en América Latina, es proporcionalmente menor que en otras regiones del mundo. Pero el resultado muestra que, si la tasa de disminución continúa, en un futuro próximo podríamos tener más de estos peces incluidos en las listas de especies en peligro de extinción”.

Para él, la situación regional no es la más crítica porque todavía hay grandes ríos fluyendo, especialmente a través de la Amazonia, amortiguando la disminución de las especies migratorias. No obstante, la construcción y planificación de las represas continúa. Por eso aboga por mantener siempre grandes tramos libres de acuerdo con las características de cada río y las especies que viven en él.

“Los ríos sin tramos libres son letales para los peces migratorios. Al igual que los jaguares, son indispensables para la conservación de grandes espacios y muchas otras especies. No habrá represas realmente sustentables con proyectos que sigan pesando más que todas las variables económicas. Necesitamos atacar este escenario con más ciencia y debates públicos sobre la generación de energía y la conservación del medio ambiente”, recomienda.

Los tonos azules apuntan a los tramos más libres de los ríos. En rojo, los más bloqueados. En verde, los intermedios. Fuente: Índice Planeta Vivo, WWF.

De acuerdo a la investigadora Pao Rodríguez, los gobiernos y el sector privado siguen eludiendo los conocimientos y la tecnología del siglo XXI, y actuando con políticas y obras anticuadas, lo que aumenta los riesgos para el medio ambiente y las poblaciones más vulnerables. Cree que es necesario afrontar la realidad y los desafíos, abandonar la hipocresía de los discursos “verdes” y “sustentables”, y acabar de una vez por todas con la destrucción de los ecosistemas que nos garantizarán un futuro más seguro. “En países como Camboya y Vietnam, el 80 % de las proteínas que consume la gente proviene de peces migratorios. No tienen supermercados que vendan pescado traído de miles de kilómetros de distancia, sino que pescan y consumen el pescado local. Estamos hablando de la fuente de alimentos de millones de personas y de los empleos que desaparecerán con la construcción de represas en sus ríos. Estamos poniendo todo esto en riesgo manejando los ríos al ‘estilo europeo’”, enfatiza.

*Esta publicación es parte de un proyecto periodístico liderado por Periodistas por el Planeta (PxP) en América latina.

 

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