Alvaro García Linera: “El movimiento social empuja el cambio político”

1.082

¿Cuál es la enseñanza de Bolivia comparada con los inicios de la socialdemocracia, a comienzos del siglo XX? Que esta separación entre acción reivindicativa y acción política es una separación artificialmente construida; que es posible que ambas vayan juntas, que lo reivindicativo es político. Hemos absorbido del movimiento social las reivindicaciones de nacionalizar, las reivindicaciones de Asamblea Constituyente, las demandas de industrializar. No ha surgido de la reflexión partidaria. O la misma toma del poder: indígenas tomando el poder. Eso no ha surgido de un partido político y ni siquiera de un partido político indígena. Ha surgido de la acción colectiva. Bolivia es un ejemplo de que la acción reivindicativa puede tener niveles de universalidad, es decir, de construcción de una plataforma de carácter nacional”.

-Pese a ello persiste el problema: creo que hay una cierta fragilidad política en la pura reivindicación, que siempre es corporativa y por tanto fragmentada.

“El movimiento social no siempre construye demandas de carácter universal. Esto lo hace de manera excepcional. Como movimiento social tiene miradas corporativas. Esta es una de las tensiones creativas que estamos viendo. Después de la gran oleada viene el repliegue. Y durante estos repliegues, que pueden ser temporales o prolongados, el movimiento social se repliega en lo corporativo. Este es el problema de hoy, no la falta de institucionalización.

El problema es que el movimiento social tiende en momentos a lo corporativo, lo que nos lleva a un vacío. Qué haces en ese momento, cuando un grupo lo quiere todo incluso con el riesgo de arruinar al resto. Marx no dice nada, Lenin tampoco, Robespierre tampoco, tal vez Mao, pero es muy críptico lo que escribe. ¿Dónde apoyarse? Hay que inventar el camino propio. ¿Hay que darle más poder al Estado? Pero cómo, para que el Estado no le arrebate iniciativas a la sociedad. Estas son las tensiones creativas, que no están en ningún manual.

Por el momento, la sociedad se repliega sobre sí misma. Hay que confiar en la revitalización de la sociedad. No importa que haya marchas, pero que se reivindique lo universal, porque así surgió este proceso, cuando compañeros indígenas, campesinos, obreros, se miraron como gente abusada, humillada, pero que entendían que salían adelante juntos. Así se creó este proceso. Entonces, hay que seguir confiando en esa fuerza vital de la sociedad.

El Estado no puede reemplazar a la sociedad, y menos un Estado revolucionario, pero a la vez tampoco puede quedar arrinconado por el corporativismo de las organizaciones sociales. Tiene que ir reinvindicando lo común, pero apoyado en lo social. Hay que confiar que habrá una nueva oleada, que algunos sectores impulsarán lo universal y otros no. Entonces, con el apoyo de esos sectores y en base al diálogo democrático, impulsar lo universal”.

-Durante el siglo XIX se formó una convicción política que marcó gran parte de ese siglo y el siguiente, pero tal vez es sólo una función de líderes e intelectuales…

“La gente lucha por cosas concretas. Nosotros, los intelectuales, los políticos, nos inventamos ideales para movernos moralmente. La gente que busca comida, trabajo, con el tiempo va haciendo ideales en torno a los cuales se agrupa, pero es un proceso largo. Se pregunta, por ejemplo: Tengo que nacionalizar los hidrocarburos. ¿Por qué? Porque el país y sus ciudadanos necesitan esos recursos. Porque en este país hay recursos que no me llegan, que se los llevan los extranjeros. A partir de su vida concreta se construyen ideales. Este es apenas un despertar, que puede ser ahogado, pero es un despertar en un proceso de largo aliento. América Latina todavía dará mucho que hablar en términos de sus procesos revolucionarios que son de ida y de venida. No nos imaginemos procesos de ascenso permanente”.

-¿Como en el movimiento chileno por la educación: de lo concreto a lo universal?

“La demanda de la educación como derecho colectivo es una cosa fundamental. No sólo afecta la manera en que un gobierno ha imaginado el uso de los recursos de su presupuesto, afecta una política de gobierno. También se pone en debate la educación como un bien público, que el Estado debe asumir, o como un servicio privado cuyo acceso depende del volumen de la billetera. Esa es la lógica neoliberal de la educación. Pero hay una tercera capa, que nos lleva al viejo debate marxista de valor de uso o valor de cambio.

¿Es la educación un valor de uso, un bien necesario que requiere el ser humano para satisfacer sus necesidades, o es un negocio, una mercancía? En esta reivindicación tan simple se está jugando la política gubernamental, la lógica neoliberal, la razón estructural de una sociedad. Por eso es tan bella esta reivindicación.

Donde se presente tiene esta profundidad estructural, que nos conmueve a todos. Es un hecho universal. No es gremial ni reivindicativo. Los jóvenes que luchan por educación, que lo hacen también en Europa, están luchando por un nuevo universo, por un nuevo entendimiento de lo que es patrimonio de todos, derecho de todos por ser humanos, por ser ciudadanos, independientemente del territorio o condición económica”.

*Publicado en “Punto Final”, edición Nº 744, 14 de octubre, 2011

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.