Amores que matan

1.049

Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

fotoCon la elección de Soledad Alvear como abanderada de su partido, el PDC, sumada a la de Michelle Bachelet representando al pacto PS-PPD, se ha destacado en las últimas semanas el hecho inédito en la historia de Chile de que estemos ad portas de tener una mujer como próxima Presidenta de la República.

Esto constituiría una prueba irrefutable del cambio cultural en un país que apenas hace más de medio siglo estableció el derecho a voto de las mujeres; que hasta hace poco no tenía ley de divorcio y en el cual, si bien las mujeres constituyen más de un tercio de la fuerza laboral, continúan ganando menos que los hombres.

Son las aristas de un proceso que viene produciendo profundas transformaciones en las relaciones políticas, sociales y económicas de la sociedad chilena, pero que a nivel cotidiano se evidencian en una cuota preocupante de violencia y agresividad.

Porque si en las esferas de poder el comportamiento frente a este cambio se manifiesta en un discurso público de aceptación y orgullo en tanto se destaca como señal de modernidad de una sociedad avanzada que no discrimina, esto tiene su correlato en las cuatro paredes de los hogares de Chile, donde las cifras de maltrato a las mujeres aumentan, llegando hoy a extremos alarmante los casos de femicidio.

Solo en el mes de enero del 2005, los asesinatos de mujeres en manos de sus parejas ascienden a cinco.

Obviando los ribetes escabrosos y de conmoción pública que revisten algunos de estos hechos, cabe destacar un estudio de la Corporación La Morada, en el que señala que 40 mujeres son asesinadas cada año en manos de sus parejas.

Es la cara extrema de la violencia contra la mujer que exhibe a la vez la profunda contradicción que emerge del proceso de cambio cultural que altera y tensiona las relaciones de género con un nuevo contrato no explicitado, no concordado y menos planificado, como ocurre con los procesos irreversibles que trastrocan ordenamientos arcaicos y tradicionales.

Cuando la mujer irrumpe en la esfera laboral, adquiere poder en la pública y se transforma en una interlocutora validada que exige igualdad de derechos en todos los ámbitos, incluyendo el de su hogar y frente a su pareja; la respuesta de un sector que abarca todo el espectro socioeconómico es el de la violencia.

La masculinidad, conformada como identidad donde confluye la suma del poder económico, político, sexual, patriarcal, al verse cuestionada, deteriorada o amenazada por los nuevos roles que asume la mujer, intenta restituirse a golpes, asumiendo la violencia como recurso defensivo.

¿Qué hacer ante esta embestida contra la mujer que viola sus derechos humanos y altera lo que nos jactamos urbi et orbi: de que somos tan modernos y desarrollados que en Chile una mujer puede ser Presidenta de la República?

Los amores que matan ya no son asimilables simpáticamente a la letra de un tango o a la expresión del cante jondo.

Si la identidad golpeada del macho tradicional se replica en la violencia enceguecida que lo transforma en victimario, es un tema que la sociedad debe enfrentar con una legislación adecuada.

Con campañas públicas de formación e información; con mayor educación; con lugares de refugio que alberguen a la mujer agredida y un marco de prevención claro y oportuno donde la palabra de la víctima sea escuchada a tiempo.

Al menos antes que su cadáver abra los noticiarios y alimente el morbo nacional exponiendo el drama hasta la saciedad, para luego, sin mediar explicaciones que eduquen y promuevan al menos un debate, pasar a la nota siguiente.

Los cambios profundos muchas veces resultan traumáticos, y la madurez, desarrollo y nivel de educación de un país se miden en la mayor o menor fluidez de estos procesos.

A juzgar por el inicio del 2005, vivimos una paradoja. Por un lado, dos mujeres son precandidatas a la Presidencia de la República. Por otro, cinco son asesinadas por sus parejas.

Hay amores que matan… ¡Y políticas públicas que oportunamente pueden ayudar a que esto no siga ocurriendo!

—————————————-

* Periodista. Dirige la revista de cultura Rocinante. (www.rocinante.cl).

Artículo publicado originalmente en el Portal del Pluralismo (www.portaldelpluralismo.cl).

Reproducido aquí por gentileza de Mujeres Hoy (www.mujereshoy.com).

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.