Anabazys

1.608

R.W.

 

Exhibida en el XXII Festival de cine latinoamericano de Trieste, esta producción de 2007, de Joel Pizzini y Paloma Rocha concursó para el Premio del Público on-line del concurso de Arcoiris TV. Es un largo metraje no argumental dividido en 13 partes –o capítulos–, a veces obsesivos, siempre trascendentes, en torno de la cinematografía de Glauber Rocha; en este caso su filme La edad de la Tierra. No es una película de entretenimiento. El cineasta nunca se ocupó por divertir.

 

Rocha –padre, incidentalmente, de la co guionista, co directora y también "narradora implícita y leit del recorrido del filme", informa Arcoiris TV– por sí mismo es una revolución estética, de contenido y política de la cinematografía brasileña y latinoamericana. Cuando se habla de un creador –en este caso de un realizador cinematográfico– que todo lo somete a juicio y revisión: su arte, su experiencia, su vida, su oficio y sobre todo su mensaje, suelen utlizarse palabras grandilocuentes.

En el caso de Glauber Rocha ello configura el delito de pleonasmo, según lo define en una de sus acepciones el diccionario: "demasía o redundancia viciosa de palabras".

Lo cierto es que Rocha, según sus biógrafos, tarda en 1980 poco más de seis horas en el montaje de la La edad de la Tierra, película que tiene en su primera versión dos horas y cuarenta minutos. Estamos ante un monstruo que difícilmente crítica y audiencias aceptan. De hecho el Festival de Venecia rechazó su trabajo. Mirado con la perspectiva del tiempo transcurrido fue lógico: alteraba el sentido del cine de la época.

Antes de morir, probablemente por falta de atención médica, en agosto de 1981, había publicado cuatro libros sobre cine y realizado un puñado de películas que dejan muy atrás las diversas polémicas y querellas que su apasionada personalidad bahiense había protagonizado. Una multitud, fundamentalmente de pobres, lo acompañó hasta el lugar donde se confundió con la tierra que amó.

Más allá de sus méritos propios, esta película descifra y sitúa –en lo que se puede situar inteligiblemente– el trabajo de un raro talento cuyo mérito no es haberlo mostrado e impuesto, sino haber vivido y trabajado sin transar ante nada. Algo que hoy, a menos de 30 años de su desaparición, parece un peldaño de leyenda. Que no debemos olvidar, si de verdad es leyenda ahora que el Cinema Novo es historia.

Incidentalmente, Anabazys significa asunción.

Para verla 

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