Ante el derrape de Bolsonaro, la derecha prueba con Sergio Moro, preferido de EU

Sólo el 19 por ciento de los brasileños apoya la gestión del presidente Jair Bolsonaro, mientras que el 65 por ciento la desaprueba y señala que los mayores problemas son las corrupción, la pobreza y la desigualdad social, seguidos por la inflación y el alza de precios, el desempleo y la falta de crecimiento, reveló Valor Econômico.

Pese a esta realidad, Bolsonaro ha logrado la aprobación en el Senado –por 47 votos a 32- de André Mendonça como undécimo miembro del Supremo Tribunal Federal. Dice la ley que, para integrar la corte, es necesario “notorio saber jurídico y reputación inmaculada”, cualidades que nadie reconoce en el nuevo magistrado.

Ha sido Abogado-General y ministro de Justicia en el gobierno de Bolsonaro y todas sus iniciativas en ambos puestos fueron destinadas a proteger a la familia presidencial y perseguir a opositores, atropellando las reglas más elementales de la democracia. Para seducir a esos 47 senadores, Mendonça, suele prestar saludo militar a Bolsonaro, a quien clasificó varias veces como “profeta”, no medió esfuerzos.

Se hizo evidente que la preparación de Mendonça, además de un implante capilar, incluyó un intenso entrenamiento para que participara en la sesión evaluatoria de diputados, donde trató de deshacer la imagen de ser “terriblemente evangélico”, que fue la razón por la que Bolsonaro justificó su nombramiento a la corte suprema.

Contrariando frontalmente a Bolsonaro defendió el Estado laico, reconoció el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo, atacó a la dictadura militar y la tortura tan elogiadas por el clan presidencial, en fin, todo un demócrata progresista. Pero después de la sesión, volvió a ser el mismo. Hay cinco pedidos de juicio al presidente abiertos en el Supremo Tribunal. No caben dudas sobre cómo votará Mendonça.

En declaraciones al portal Poder 360, el negacionista Bolsonaro volvió a defender la no obligatoriedad de las vacunas contra el coronavirus, cuestionó duramente su efectividad y dijo que buscará cambiar la legislación para que sólo el gobierno federal pueda determinar reglas sobre el pasaporte Covid para ingresar a determinados lugares.

Paradójicamente, Río de Janeiro canceló este sábado su fiesta oficial de fin de año, a la que cada año acuden millones de turistas de todo el mundo, tras detectarse los primeros casos de coronavirus asociados a la variante Ómicron en Brasil

Las encuestas

La publicación de tres encuestas electorales agitó la disputa por la Presidencia. Los sondeos realizados por Paraná Pesquisas, PoderData e Ipespe señalaron la consolidación del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva al frente de los sondeos de cara a las elecciones del año próximo, y la tendencia a la baja de Bolsonaro.

Brasil, con el ultraderechista Jair Bolsonaro, un capitán retirado en la presidencia que acaba de afiliarse al Partido Liberal, el noveno de su carrera, es un caso modélico de la inestabilidad de la democracia en América Latina, al rehabilitar a los militares y a la corrupción en la política. Su referencia es el período más brutal del régimen de excepción, con la dictadura entre 1969 y 1975, cuando más imperaban los órganos de represión política, con torturas y asesinatos de opositores y exilios masivos.

Bolsonaro fue el candidato de los militares y representa un intento de regresión a los años de dictadura que duró 21 años. Construyó en sus 30 años como legislador una simbiosis con las Fuerzas Armadas, que mantuvieron la confianza de la población pese al período dictatorial. Eso le permite contar con una base social que aún le asegura cerca de 20 por ciento de apoyo popular pese a su desastrosa actitud respecto a la pandemia de Covid-19, responsable en parte de los 614.000 muertos por la pandemia.

No es casual que el nuevo partido de Bolsonaro, el Liberal, es uno de los más involucrados en los escándalos de corrupción, que consolida su adhesión al llamado “Centrão” (Gran Centro), una coalición informal de partidos derechistas definidos como “pragmáticos”, sin idearios o escrúpulos ideológicos, que apoyaron a casi todos los gobiernos a cambio de beneficios personales y partidarios.

Los estudios muestran que el exministro de Justicia y exjuez de la Operación Lava Jato Sergio Moro (Podemos) sigue disputando el tercer puesto con Ciro Gomes (PDT), ambos considerablemente distantes de Lula y Bolsonaro en la preferencia de los votantes. La candidatura de Moro ha cobrado protagonismo gracias a los principales medios de comunicación en las últimas semanas, que buscan un candidato  de una “tercera vía”, capaz de enfrentar a Lula y Bolsonaro.

La vieja derecha neoliberal está haciendo pruebas a los eventuales candidatos, en las que Moro se presenta ahora oficialmente como afiliado a un partido político, Podemos, de derecha y para peor bolsonarista –considerado el partido del Lava Jato- que tiene como principal líder al senador del estado de Paraná, Álvaro Dias, histórico aliado de Moro y Deltan.

Aunque Podemos es apenas el decimotercer partido en número de afiliados, es el tercero en el Senado Federal por el tamaño de su bancada. Con un 92% de adhesión a los proyectos del gobierno, sus 11 diputados federales se situaron por encima de los cinco congresistas del partido Patriotas (90%) y por delante del PSL, partido por el que fue elegido Bolsonaro, que mantuvo un 85% de adhesión a las agendas gubernamentales.

Temeroso de Lula, líder del Partido de los Trabajadores (PT) y peleado con Jair Bolsonaro, el polémico exjuez, considerado el candidato preferido por Washington, admitió finalmente su deseo de  disputar la presidencia en 2022. Pero también el fiscal del que dirigía el grupo de trabajo de Lava Jato, Deltan Dallagnol, anunció su renuncia al cargo para presentarse como candidato. La confirmación de estas candidaturas refuerza la noción de que la Operación Lava Jato actuó como un partido político.

«Son candidatos de derecha, que dialogan con la extrema derecha, con sectores de la alta burocracia federal y con sectores del poder judicial. El lavajatismo es un estado de ánimo de la clase media alta, que cree que el principal problema del país es la corrupción. Históricamente, esta bandera ha sido capturada por la derecha. Bolsonaro subió con esta bandera», dijo el escritor Milton Alves a Brasil de Fato.

Los abogados, juristas y profesores de derecho que integran el grupo Prerrogativas publicaron una nota en la que condenan las pretensiones políticas de Deltan Dallagnol y Sergio Moro. Señalaron que se trata de la «consumación de una maniobra criminal de aprovechamiento político del sistema judicial”.

* Investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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