Antropología a punta de pistola

Gilberto López y Rivas.*

Human terrain team handbook (2008), del militar Nathan Finney, es otro de los documentos importantes disponible en Wikileaks para analizar la utilización de la antropología en las campañas contrainsurgentes y en la ocupación neocolonial de países por parte de las fuerzas armadas de Estados Unidos. El propósito fundamental de este manual es servir en la preparación y el trabajo de los equipos (human terrain teams, HTT) que actúan en las estructuras militares estadunidenses (regimientos, brigadas, divisiones, fuerzas combinadas, etcétera).

Estos equipos están compuestos de cinco a nueve personas empleadas para apoyar a los comandantes en el terreno a partir de compensar sus deficiencias de conocimiento cultural del contexto en el que maniobran. Los equipos se conforman de la conjunción de soldados y de especialistas militares y académicos provistos por contratistas del ejército, supuestamente con una sólida preparación en ciencias sociales.

La hipótesis rectora del manual es que “una condición fundamental de la guerra irregular y de las operaciones de contrainsurgencia es que el comandante y su estado mayor no pueden seguir limitando su atención a las materias tradicionales: misión, enemigo, terreno y condiciones meteorológicas, tropas amigas y apoyo disponibles, y tiempo.

"La población local del área de conflicto debe ser considerada un aspecto tan crítico como distintivo del diagnóstico del teatro de la guerra por parte del comandante… La dimensión humana es la esencia misma de la guerra irregular.

"Entender la cultura local y los factores políticos, sociales, económicos y religiosos es crucial para una contrainsurgencia y para operaciones de estabilidad exitosas, y últimamente, para el triunfo de la guerra contra el terror”.

Los aspectos clave de la misión de los equipos HTT son tres:

1) Investigación por medio de las ciencias sociales (utilización de métodos antropológicos y sociológicos clásicos como entrevistas abiertas y estructuradas, análisis de texto, encuestas y observación participante).

2) Recolección de información relevante para la unidad castrense y presentación de la misma en términos familiares a una audiencia militar.

3) Creación de un marco analítico cultural para la planeación, toma de decisiones y diagnósticos operativos.

El programa, en suma: investigará, interpretará, archivará y proveerá información y conocimiento cultural para optimizar la efectividad operativa y armonizar las acciones en curso dentro del entorno cultural. Con el falso supuesto de que el programa no forma parte del trabajo de inteligencia militar, el manual señala contradictoriamente que sus productos deben ser incorporados en el plan de operaciones de esta sección y que sus equipos deben estar presentes en todas las etapas del proceso de toma de decisiones militares.

Los equipos HTT de civiles y militares tienen un líder (comúnmente un oficial en activo o retirado), un científico social, un procesador de información y dos analistas. Según el manual, la composición óptima incluye al menos un miembro del equipo que hable la lengua de la zona, otro que sea experto en el país en cuestión, y otro que sea mujer, para permitir que el equipo tenga acceso a 50 por ciento de la población frecuentemente subestimada en las operaciones militares.

La naturaleza del programa, el papel y los objetivos de los equipos varían según sea la acción intervencionista de las fuerzas armadas estadunidenses, clasificada en el manual como “contrainsurgencia, construcción de naciones (nation building), ocupación, mantenimiento de la paz, operaciones cinéticas o una combinación de estos objetivos”.

Comprendiendo el programa el espectro completo de sociedad y cultura, los equipos deben determinar cómo ganar el apoyo de la población local, mitigar su desconfianza y usar la extensa familiaridad con todos los aspectos de la sociedad para lograr esos objetivos.

Es significativo que los equipos HTT no cuenten con vehículos propios. Para realizar su investigación de campo utilizan el transporte y la protección de las secciones militares de las que forman parte. El manual menciona que los miembros de estos equipos portan armas de autodefensa (sic) solamente, esto es: andan armados, y requieren del apoyo logístico de la unidad militar para la que trabajan, incluyendo boletos, raciones, seguridad y espacios de trabajo” (que, por cierto, suelen ser dentro del sector de inteligencia).

Por su parte, el Informe final de la American Anthropological Association (AAA) fechado en octubre de 2009 –después de un exhaustivo análisis– señala que este programa es motivo de preocupación para la asociación, ya que cumpliendo funciones de investigación, es fuente, a su vez, del trabajo de inteligencia y lleva a cabo funciones tácticas de guerra de contrainsurgencia. Dada esta confusión, cualquier antropólogo trabajando en el programa tendrá dificultades para cumplir el Código Disciplinario de Ética.

El programa está adscrito dentro del Departamento de Defensa en su rama de Inteligencia, y en Iraq y Afganistán la información del programa forma parte del acervo de inteligencia militar.

La AAA concluye: “Cuando la investigación etnográfica está determinada por misiones militares, no sujeta a revisión externa; cuando la recolección de información ocurre en un contexto de guerra, integrada a los objetivos de la contrainsurgencia, y con un potencial coercitivo —todos ellos factores característicos de los conceptos y la aplicación del programa—, no es posible que estos trabajos sean considerados como un ejercicio profesional legítimo de la antropología”.

Uno de los científicos sociales participantes en el programa en Iraq señaló acertadamente: No se puede hacer antropología a punta de pistola.

* Antropólogo.

En la sección opinión de
La Jornada de México, bajo el título Antropología de la contrainsurgencia y la ocupación neocolonial.

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