La degradación climática se acelera y parece incontenible. Cada día son mayores sus consecuencias, como “nuevos” cataclismos y la fragilización de la salud humana. Temas que estarán sobre la mesa en la Cumbre del Clima a realizarse en Belén de Pará, Brasil, entre el 10 y el 21 de noviembre.

Cualquier individuo del pequeño grupo que aglutina al 0,1% más rico del planeta produce más contaminación por carbono en un día que uno que forma parte del 50% más pobre en todo un año. Para ilustrarlo: cada individuo multimillonario emite más de 800 kg de CO2 por día. Ni siquiera la persona más fuerte del mundo podría levantar tanto peso. Por el contrario, cualquier individuo del sector más empobrecido del planeta produce una media de 2 kg de CO2 al día, carga que hasta un niño pequeño podría alzar sin dificultad.
La Organización No Gubernamental Oxfam Internacional acaba de publicar su informe El saqueo climático: cómo unos pocos poderosos están llevando al mundo al desastre. Sus conclusiones corroboran contundentemente esta realidad: desde 1990, las emisiones totales en concepto de gases de efecto invernadero de este 0,1% más rico han aumentado un 32%, mientras que las de la mitad más pobre, un 3%. Para esta ONG, ya no queda duda de que la responsabilidad por la crisis climática va de la mano con el poder económico en el marco de un modelo productivo y de crecimiento del consumo de por sí devastador.
El informe formula una hipótesis de mucho peso: si todo el mundo emitiera gases nocivos como lo hace este reducido grupo que concentra la riqueza mundial, el presupuesto de carbono –es decir, la cantidad de CO2 que se puede emitir sin provocar un desastre climático– se agotaría en menos de tres semanas.
Aunque teñida de irrealismo, la única manera de evitar esta tragedia consiste en asegurar que el calentamiento del planeta no supere 1,5° C, el techo máximo acordado por la comunidad internacional en la Cumbre del Clima de París COP 21 en 2015. Y para que esto fuese posible, el sector de super ricos debería reducir sus emisiones per cápita en un 99% hacia 2030 (https://www.oxfam.org/es/
El informe ofrece más que cifras. En efecto, también analiza cómo los multimillonarios están utilizando su influencia política y económica para perpetuar la dependencia del resto de la población con respecto a los combustibles fósiles para maximizar sus propios beneficios. “Los súper ricos no solo consumen carbono en exceso”, afirma, “sino que también invierten activamente en las empresas más contaminantes y se benefician de ellas”. Casi el 60% de sus inversiones son de alto impacto climático, como ocurre con el petróleo o la minería._
Oxfam denuncia también que cada multimillonario produce, como promedio, 1,9 millones de toneladas de CO2e al año a través de sus inversiones y negocios. Esa cifra, para emitir semejante cantidad de gases de efecto invernadero se compara a casi 10,000 vueltas al mundo en sus jets privados. Según Oxfam, las inversiones de este núcleo, aproximadamente 308 individuos multimillonarios y aun multibillonarios, suman más que las emisiones combinadas de 118 países.

En síntesis: “La crisis climática es una crisis de desigualdad. Las personas más ricas del mundo están financiando y beneficiándose de la destrucción del clima, dejando que la mayoría de la población mundial soporte las fatales consecuencias de su poder sin control”.
Adicionalmente, un elemento no menos preocupante, las emisiones del 1 % más rico son suficientes para causar aproximadamente 1,3 millones de muertes relacionadas con el calor a finales de siglo, así como 44 billones de dólares de daños económicos que sufrirán los países de ingresos bajos y medios-bajos para 2050 por el mismo motivo. Oxfam concluye que: “Los efectos de estos daños climáticos afectarán de manera desproporcionada a quienes menos han contribuido a la crisis climática, en particular a las personas que viven en el Sur Global, con mayor impacto en las mujeres, las niñas y los grupos indígenas”.
Civilización en coma y entubada
“Los sistemas sanitarios pronto se verán desbordados”, alertaba a fines de octubre la red de colaboración académica internacional The Lancet Countdown en su estudio La cuenta regresiva sobre las consecuencias del cambio climático en la salud humana. Trece de los veinte indicadores de amenazas sanitarias, sostiene, alcanzarán niveles récord en 2025, y la causa principal es la subordinación al consumo de combustibles no renovables.
Coordinado y publicado por el University College London en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), dicho estudio reúne el aporte de 128 personalidades de 71 instituciones académicas y de agencias de Naciones Unidas de todo el mundo. Según su edición de octubre, el año 2024 fue el más caluroso jamás registrado, lo cual expuso a cada habitante del planeta a una media de dieciséis días de temperaturas peligrosas para la salud.
El exceso de calor provocó la cifra récord de un deceso por minuto. Los más vulnerables –niños menores de un año y personas mayores– sufrieron olas de calor de hasta veinte días de duración, un aumento del 304% con respecto al periodo 1986-2005. Como consecuencia directa, se registró un incremento significativo de infecciones agudas, enfermedades crónicas y cáncer, así como de trastornos neurológicos.
Por otra parte, la contaminación atmosférica provocada por incendios forestales también tiene efectos devastadores en la salud humana. En 2024 causó 154 mil muertes, otra cifra récord. Cada año, más de 2 millones de muertes se deben a la contaminación generada por la quema de combustibles fósiles, a las que se suman otros 2 millones por la contaminación doméstica debido a la calefacción o a las cocinas con leña, de carbón o querosén.
Otra fuente de preocupación son las enfermedades transmitidas por vectores. Lancet Countdown verifica una expansión no menor del área de presencia de mosquitos y otros transmisores, como garrapatas y flebotomos, a medida que se recalienta el clima. Por ejemplo, el mosquito Culex, vector del virus del Nilo Occidental, ya ha llegado a Europa, y su presencia se ha observado incluso en Islandia. Las condiciones propicias para la transmisión de malaria también se extienden ahora muy al norte del globo terráqueo. (https://lancetcountdown.org/
Bomba meteorológica
La violenta tormenta Benjamín azotó regiones de Europa Occidental la noche del 22 de octubre y los días siguientes. En Francia, 19 departamentos se declararon en alerta naranja. Las ráfagas de viento alcanzaron localmente 170 km/h y las intensas lluvias se prolongaron durante varios días, con el consiguiente temor de crecidas y desbordamientos. Varias zonas de Suiza también entraron en estado de alerta.
La intensidad de Benjamín fue excepcional para esta época, a tal punto que los meteorólogos creen que este fenómeno podría haberse convertido en una “bomba meteorológica”, como afirma un artículo reciente en reporterre.net, un medio independiente especializado en ecología. La “bomba meteorológica” refiere a depresiones atmosféricas (características de las tormentas) cuando la presión atmosférica cae de forma abrupta y en pocas horas. Esta caída provoca que el aire gire muy rápidamente, generando vientos excesivamente violentos.
Los expertos sostienen que el calentamiento global intensifica aún más este tipo de fenómeno. Como resultado, toda Europa podría enfrentarse a tormentas más intensas en el futuro debido al cambio climático, con el corolario directo del aumento de las precipitaciones. Mecánicamente, cada grado adicional de temperatura en el aire se traduce en un 7% más de humedad, ley de la termodinámica que explica el incremento de la intensidad de las lluvias.
El proyecto European Climameter, especializado en estudios sobre el papel del cambio climático en los fenómenos meteorológicos extremos, estima que entre el 10% y el 20% de la intensificación de las precipitaciones durante las recientes tormentas en Europa es resultado directo del cambio climático (https://reporterre.net/Les-
Similarmente, aunque en otro contexto, dos grados más en la temperatura del océano contribuyeron a la furia del huracán Melissa, que devastó Jamaica y buena parte del Caribe a partir del 28 de octubre. En algunos lugares, los vientos alcanzaron casi 300 kilómetros por hora.
Calentamiento global, fenómenos meteorológicos extremos y crisis médico-sanitarias en aumento: todo ello constituye una nueva cadena de penurias en el creciente deterioro del medioambiente, y con serias secuencias sobre la salud de la población. Condiciones que le dan un nuevo significado, mucho más dramático, al dicho popular “el calor me mata”, tan antiguo como actual, y no solo durante los veranos en regiones tropicales y subtropicales. También ahora, en las mediterráneas.
*Periodista argentino,radicado en Suiza. Colabora con medios helvéticos, europeos y latinoamericanos. Autor o coautor de varios libros, entre ellos “Sembrando Utopía”, “Nicaragua: L’aventure internacionaliste”; “El otro lado de la mirilla”; “Leonardo Boff: Anwalt der Armen” (Leonardo Boff, abogado de los pobres); “Ni fous, ni morts” etc.
Los comentarios están cerrados, pero trackbacks Y pingbacks están abiertos.