La juventud es el futuro de la Patria
El título es una frase redundante e incumplida. Muchos datos de la realidad refieren del drama actual de una gran parte de esa juventud. La misma que ahora es colocada en el centro de los problemas de la llamada inseguridad. Diferentes estrategias dentro del kirchnerismo. Siria: El mundo, por ahora, respira.
Acerca del tema de la niñez, la juventud y su relación con la cuestión de la “inseguridad” la realidad cotidiana nos obliga a reflexionar sobre lo que acontece a nuestro alrededor. Una de esas reflexiones nos remite a una clave de la década de los 40 y 50 del siglo pasado cuando, en los mejores momentos del gobierno de Juan Domingo Perón, se enarbolaba la bandera de “Los únicos privilegiados son los niños”. Esa consigna quedó integrada, por el sentido común, a otra que le da título a esta nota.
Un debate instalado, al interior del kirchnerismo y de la sociedad, sobre la “inseguridad”, trae al escenario la situación de los niños y jóvenes actuales. Además esa discusión parece instalarse como una de las cuestiones centrales de la actual campaña electoral.
Franjas del kirchnerismo, particularmente el gobernador de la Provincia de Buenos Aires y buena parte de sus intendentes del conurbano, están convencidas que su magro resultado electoral tiene que ver con eso que la presenta como “inseguridad”. Es por eso que, sin atender a las cuestiones de fondo, se ha desatado una fiebre por resolver el tema de la inseguridad con mayor presencia de las fuerzas de seguridad (policías y gendarmería) y mayor severidad en las normas legales.
El gobernador bonaerense, Daniel Scioli avaló al candidato Martín Insaurralde en su petición de llevar a los 14 años la edad de imputabilidad a los menores. Ante la avalancha de críticas recibidas, desde los sectores más próximos a la Presidenta que piensan más en el después del 2015 que en las elecciones de octubre, el sciolismo procura reducir esta “diversidad de opiniones” planteando que solo aspiran a debatir un Proyecto de Responsabilidad Penal Juvenil para la democracia.
Esta es una cara de lo que está pasando, pero hay otra y en ella podemos observar algunos datos más que significativos. Varios estudios fundados en los propios números del INDEC concluyen que, desde 2003 hasta el 2012, ha crecido el número de jóvenes –entre 15 y 24 años, mayoritariamente mujeres- que son “ni-ni”, es decir ni trabajan, ni estudian. Los que se encuentran en esa situación suman entre 650 y 850 mil jóvenes, una proporción que va del 12,5 al 15% de la totalidad de la franja que abarca esas edades. Estas cifras indican que al final del 2012 había un 10% más de ni-ni que al comienzo del 2003.
Por otro lado se hizo pública, durante esta semana, el reclamo –al gobierno de la provincia de Buenos Aires- de una veintena de organizaciones sociales, avaladas por representantes de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Dichas organizaciones, a través de “hogares”, “centros de día”, “casas del niño” y otros instrumentos, se dedican al cuidado de unos 150 mil niños y adolescentes, menores de 18 años, en situación de riesgo y residentes en esa jurisdicción. Reclaman, entre otras formas asistenciales para ese sector desprotegido, el pago de becas adeudadas, que oscilan entre los 300 y 900 pesos mensuales. Dirigentes de este sector sostienen que «mal puede el gobierno pretender resolver el problema de los menores que delinquen cuando está vaciando el sistema asistencial». Otro dato que es bueno recordar es que la mayoría de los 30 mil detenidos en cárceles bonaerenses son pobres y menores de 25 años.
Lamentablemente el eje de la discusión no está instalado en torno a las formas de superar el mal endémico de una niñez y juventud sin destino, ni lugar en el mundo. Cuando se debate si la edad de punibilidad debe ser a partir de los 14 o 16 años, sin considerar el marco anteriormente descripto, se está tomando un camino equivocado y de dolorosas consecuencias. Las recientes declaraciones de dos intendentes del Gran Buenos Aires -uno de los cuales acaba de asumir como Secretario de Seguridad de la Provincia- alardeando sobre el uso de armas de fuego es el indicio de un rumbo equivocado, que otras expresiones kirchneristas tienen razón en cuestionar. Es claro que no se resuelven los problemas de estos niños y jóvenes con aumentar la punición o perseguirlos con más policías, gendarmes o prefectos. 
La provincia de Buenos Aires incrementó –en los últimos 5 años- en un 266,5% su presupuesto destinado a Seguridad. En el mismo período los Programas de Niñez y Adolescencia crecieron un 72%. Quienes así lo decidieron, más que gobernantes dotados de sabiduría, parecen irresponsables barman agitando un coctel explosivo.