Argentina: Ajuste y corrupción, polos del choque político

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Los dos grandes temas que preocupan a nuestros actuales políticos del poder son el ajuste socio-económico y la cuestión de la corrupción. Gran parte de los juegos del poder tienen que ver con los mismos. Oficialismo y oposición los usan y abusan de ellos, pero al mismo tiempo les temen.

Desde el oficialismo saben que las consecuencias del “ajuste” son inversamente proporcionales a lo que llaman “gobernabilidad”. Cuando crece el “ajuste” y sus efectos, baja la credibilidad del gobierno. Es entonces que buscan encubrir sus políticas detrás de la corrupción “del otro”. Esto le funciona al macrismo respecto del cristinismo, del massismo y del peronismo, en general. También lo imaginan como una política válida para uno de los enfrentamientos políticos más duros que esperan, la lucha política con el massismo. Por están tirando al ruedo, en la disputa en la provincia de Buenos Aires, a una de sus estrellas: Elisa Carrió, una de las “campeonas” en las denuncias y luchas contra la corrupción y “enemiga declarada” de Sergio Massa.

En cambio el cristinismo ha colocado a las consecuencias de las políticas de ajuste del gobierno como su “caballito de batalla” para sostener que las denuncias de corrupción que les hacen no son otra cosa que “persecución política”.

Pero ambos -oficialismo y oposición- además de usar, hasta el cansancio, estos polos para sus disputas políticas, también les temen. Es bueno adentrarse un poco en las razones de ese temor.

El macrismo ha hecho del “ajuste” su gran carta política. La fundamenta en la necesidad de resolver la “herencia del pasado” y que la oposición apela a ese argumentos para poner “palos en la rueda”.

Pero saben, en la intimidad del poder que van construyendo, que los efectos de ese ajuste tienen riesgos. No ven que tales riesgos estén en la oposición del cristinismo más duro, sino en las recurrentes rebeldías generalizadas, los “azos”, que los argentinos han desarrollado desde el 17 de octubre de 1945 en adelante. El cristinismo, por ahora, asume esa posibilidad como una perspectiva propia, aunque sabe que algún reverdecimiento de aquél “Que se vayan todos” los podría llegar a incluir.

Respecto a la corrupción, si bien ella también anida en las filas del actual oficialismo, éste sigue comprobando que la mayor parte de la condena social se desata sobre los principales personeros del gobierno egresado el pasado 10 de diciembre. Por ello promueve que los temas de corrupción abarroten con sus detalles las pantallas televisivas, las tapas de diarios y revistas. Pero, el gobierno, con el rabo del ojo no deja de prestar atención a lo que pasa con la Justicia. No sea cuestión que ella se exceda y termine empujando o creando las condiciones para una “limpieza” generalizada de la que tampoco se salvarían. Tal vez como un anticipo del futuro, vimos en la semana que termina negociaciones que tuvieron que ver con esta situación de evitar ciertas exposiciones –como las citadas en estas reflexiones- destinadas a lograr beneficios mutuos para dirigentes connotados de las fuerzas enfrentadas.

 

Por último el macrismo, al igual que la zorra que no pudiendo alcanzar las uvas salió del paso diciendo que las “uvas están verdes”, ha dejado trascender que no le importa “dejar la calle en manos de la oposición”.

Así aconteció en los últimos 4 grandes actos/movilizaciones que protagonizaron diversas expresiones opositoras.

El 24 de marzo con motivo del aniversario del golpe de Estado de 1976 y repudiando la visita de Barack Obama; el 13 de abril en los Tribunales de Retiro cuando el Juez Claudio Bonadío la citó a indagatoria a Cristina; el 29 de abril en el acto conjunto de los sindicatos agrupados en CGT y CTA y otras organizaciones sociales y el 12 de mayo en la primera marcha universitaria en 14 años, pidiendo mayor presupuesto.

Juan Guahán

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