Argentina: Algo (mucho) habrá que cambiar
¿Qué nos pasa? Algunos temas, de estos días, que impresionan y muestran el pozo en el que estamos metidos en la Argentina: el precio de los medicamentos; la evaluación escolar; el paro de las mujeres; las reflexiones que trae la reciente recordación del 17 de octubre. Los hechos semanales han sido tantos y tan fuertes que he seleccionado unos pocos para analizarlos, no en función de la coyuntura sino, en su perspectiva histórica.
“Nadie se realiza en una comunidad que no se realiza”, esta frase de Juan Domingo Perón es la mejor síntesis para entrar en un tema tan complejo como el de responder a la pregunta: ¡Argentinos! ¿Qué nos pasa?
Buscando esa respuesta conviene comenzar por señalar que no conviene escudar nuestras dificultades detrás de los problemas que tienen otros pueblos del mundo o de la región. En ese sentido asumimos la idea que “mal de muchos consuelo de tontos”.
Parece conveniente acercarse al centro de algunos grandes problemas, pero no desde consideraciones generales, sino desde pequeñas cuestiones de la vida cotidiana. En este caso apelaré a algunos sucesos de la semana que termina, que fueron señalados en la introducción del tema.
Precio de los medicamentos
Ricardo Peidró es un “visitador médico”, Secretario General de la Asociación Agentes de Propaganda Médica (APM) y Secretario General Adjunto de la CTA Autónoma. Hace algunos días, en un programa televisivo explicó la denuncia de su gremio sobre los precios que los laboratorios (que facturan 75 mil millones de pesos anuales) ponen a los remedios que distribuyen.
Manifestó que esos valores superan, en cifras astronómicas, los precios que tienen en Europa. Los incrementos son muy variados pero oscilan entre un 55% y más del 250%. Esa desfachatez se agrava si tenemos en cuenta los ingresos de un europeo y de un vecino de estas tierras. Cabe recordar que aproximadamente un 60% de los remedios que se distribuyen son producidos por laboratorios extranjeros.
Los mayores incrementos sobre su valor en Europa se dan en costosos remedios para tratamientos de cáncer, artritis y esclerosis. En esos casos ese valor mayor del remedio vendido aquí ronda el 250%. No le va en zaga el precio de un remedio de consumo masivo como el Ibuprofeno donde los precios locales superan en más del 200% a los valores que tiene en Europa.
En el caso de los remedios, como en el de tantos otros, la situación la podemos resumir en la conocida frase: “La culpa no es del chancho…”. Los gobernantes permiten esa estafa y saben que lo pueden hacer porque tienen impunidad. Se la viene asegurando la decrépita justicia terrenal. Frente a eso solo nos queda pedir: ¡Que Dios se apiade de sus almas!
La evaluación escolar
Alrededor de 1.400.000 estudiantes fueron evaluados durante el martes y miércoles pasado. Se trata de estudiantes del sexto y tercer grado de la primaria (en este último caso solo a título de muestra) y del último año de la secundaria de unas 39 mil instituciones educativas, públicas y privadas de todo el país. Esta prueba, del Programa Aprender, fue anónima y obligatoria para docentes y alumnos.
Se trató de la continuidad del Operativo Nacional de Evaluación (ONE) iniciado en los 90 y continuado por el kirchnerismo, aunque nunca había tenido la resistencia del realizado esta semana. Se opusieron varios gremios docentes (Sadop y los integrantes de Ctera, entre otros), en el mismo sentido se expresaron variados grupos de padres y varios núcleos estudiantiles. Esta oposición dejó su marca en las ausencias, respuestas burlonas, ocupación de establecimientos y destrucción de algunas planillas. No obstante ello, según la evaluación oficial, la tarea fue cumplida por el 90% de los involucrados.
Según el gobierno se trataba de “radiografiar” el estado de la educación. La oposición planteó diversas críticas. La más importante de ellas es que dicha evaluación apunta a crear las condiciones para avanzar en la privatización del sistema educativo.
Es probable que ello sea cierto pero sobre este tema, más allá de las hermosas palabras que siempre rodean las cuestiones educativas, es bueno tener presente que la educación transita un estado de creciente crisis. Una de sus manifestaciones es el avance de la educación privada. Durante la larga década del gobierno kirchnerista hubo un recurrente discurso, de sindicatos docentes y gobierno, en defensa de la educación pública. Sin embargo la realidad muestra otra cara. Esos datos indican que, para la enseñanza primaria, entre el 2003 y 2014 la escuela pública perdió el 3,55% de su matrícula, mientras que la privada creció en un 25,32%. La secundaria, en ese mismo período, registró un crecimiento de la pública en un 13,23% y la privada en un 20,11%.
En materia educativa, como en tantas otras cosas, no alcanza con los discursos. Los hechos deben ir por delante de las palabras.
La crítica más sólida la formula la pedagoga Adriana Puiggros cuando dice que esa evaluación “fue diseñada con una estructura vertical en cuya cúspide está el ministro de Educación de la Nación, continúa una enredada burocracia y en la base quedan los “aplicadores” (maestros). En esas palabras está planteada una de las claves de nuestra educación y de esta evaluación (aprobada por el Consejo Federal de Educación, es decir los ministros de todas las provincias) ajena a los sujetos intervinientes, no solo los maestros, sino –fundamentalmente- las comunidades. Esa falta de vínculo entre el hecho educativo y la comunidad está en la base de la actual crisis.
Eso es lo que habrá que “dar vuelta”. La escuela como está, “no da más”. La educación sarmientina fue pensada de arriba hacia abajo para integrar una Nación que se estaba constituyendo. Hoy, siglo y medio después, ésa y otras demandas requieren otro tipo de respuestas, que piensen la educación de abajo hacia arriba, con un uso adecuado de las nuevas tecnologías, que esta escuela no da. Vincular fuertemente la escuela a la comunidad, para que ésta tenga mayor decisión sobre todo el “hecho educativo” (incluidos contenidos y docentes) es un camino que habrá que empezar a recorrer para acortar la brecha que hay entre escuela y realidad.
El paro de las mujeres: un “miércoles negro”
Son muchas las razones que explican el porqué centenares de miles de mujeres decretaran un paro de una hora y se movilizaran -mayoritariamente vestidas de negro- en nuestro país, en la región (Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay, Guatemala, México) y en otras partes del mundo (España, Francia)
La convocatoria tuvo razones manifiestas; un contenido opositor y encerró un tema poco explicitado sobre el poder del patriarcado.
La razón manifiesta de esta convocatoria fue el reciente femicidio de una joven de 16 años producido en Mar del Plata. De allí nace el fundamento para este llamado del colectivo “Ni una menos” y otras 50 organizaciones semejantes. Es una nueva y legítima respuesta a los horrores de reiterados femicidios que avergüenzan a toda la sociedad y su cultura machista.
Muchas de las consignas coreadas dejaron en evidencia el carácter opositor de esta movilización. Ello se puede vincular a varias razones. Entre ellas, el bajo interés manifestado por el gobierno por resolver estos hechos, proponiendo eliminar del Ministerio Público –por ejemplo- la Unidad Especializada en Femicidios (UFEM); también responden a la bronca que transpira gran parte de la sociedad y para el cristinismo constituyó una forma de respuesta a lo que consideran una persecución penal a Cristina.
Pero, tal vez, lo más importante de esta gigantesca expresión colectiva es posible que no esté contemplado por lo que se ha dicho y expresado públicamente. Uno de los twitter que circularon nos aproxima un poco más a cuestiones claves: “Nosotras paramos por primera vez en la historia de Latinoamérica. Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras”. Se trata del rol subordinado que la cultura actual ha reservado para las mujeres.
El patriarcado domina el poder de la mayor parte de las instituciones. También lo hace desde las relaciones laborales, hasta los programas masivos de comunicación. En este sentido, las diferencias salariales por el mismo trabajo realizado; los eventos deportivos con sus “promotoras”; los contenidos de programas cómicos y de entretenimiento, no dejan lugar a dudas.
Ese trato o “destrato” de las mujeres tiene su contrapartida en otros órdenes de la vida. Pero hay dos situaciones que no se pueden dejar de mencionar y son altamente significativos: La universidad y los barrios más humildes.
En las universidades, públicas y privadas, el 60% de asistentes son mujeres y para el 2013 el 55% de quienes egresaron eran mujeres.
En los barrios pobres la mayoría de la militancia que sostiene a las familias, en la lucha y la vida cotidiana, son mujeres aunque ello no esté reflejado en la conducción de las organizaciones sociales.
El dominio cultural y cotidiano del actual patriarcado es incompatible con estas realidades. Estamos recorriendo una transición. La cultura machista está en quiebre, pero aún las mujeres no han ocupado el lugar que les corresponde. Lo sepan o no, lo quieran o no, ésa es una cuestión que está en el fondo de lo que está aconteciendo y le da fundamento al reclamo femenina de esta semana.
Esta crisis del patriarcado se emparenta con la crisis social a la que estamos asistiendo. ¡Qué bella posibilidad para que los llamados “problemas de género” se resuelvan en simultáneo con los problemas sociales! Estamos transitando la agonía de un dominio patriarcal guiado por el poder del dinero. Las injusticias reinantes han demostrado su fracaso.
Con motivo de una nueva conmemoración del “Día de la Lealtad” hubo actos para todos los gustos, todos ellos reivindicatorios del peronismo y de su historia. Los hubo cristinistas, pejotistas, massistas y hasta macristas… todos “peronistas”. Tanta maleabilidad política conduce a la necesidad de mencionar algunos datos históricos.
Han pasado 71 años desde el 17 de octubre de 1945 cuando una gigantesca pueblada puso a Perón ante la historia y lo colocó al frente del movimiento de masas más importante de América del Sur. Durante esos 71 años el peronismo gobernó al país durante 51,3% del tiempo.
Perón murió, durante su tercera presidencia, el 1° de julio de 1974. Desde aquel 17 de octubre de 1945 transcurrieron –hasta la muerte de Perón- algo menos de 30 años y en ese período, su movimiento había gobernado el 35,23% de ese tiempo.
Desde la recuperación de las instituciones constitucionales (desde asunción de Raúl Alfonsín 10/12/1983 hasta el 17 octubre de 2016) pasaron 32 años y medio. En ese período el peronismo gobernó el 79,8% del tiempo.
El peronismo, con todas sus contradicciones, comenzó siendo (1945) un acto de rebeldía de los sometidos, el “subsuelo de la patria sublevada”. Expulsado del gobierno por un Golpe de Estado (1955), una sacrificada resistencia lo trajo nuevamente al gobierno (1973) del que sucumbió por sus contradicciones internas y por no servir a las necesidades imperiales (1976).
Muerto Perón y luego de una cruel dictadura retornó al gobierno (1989), luego de un breve interregno radical, en este prolongado último período de gobiernos constitucionales. Volvió por el prestigio ganado con su rebeldía inicial, por los avances de la justicia social durante su gobierno y por su rol en la resistencia a la dictadura.
Pero, desde los 80 hasta ahora, sus características son distintas. Ahora es un “partido del poder”, un instrumento del sistema. De sus rebeldías, de su carácter plebeyo y de ser el “hecho maldito del país burgués” solo quedan –en su dirigencia- algunas formas y nostalgias.
De allí su actual flexibilidad para albergar las opiniones más diferentes pero siempre con el rasgo distintivo de ser un mecanismo para acceder a la administración de estructuras estatales. Éstas sirven para llegar pero su actual característica de un partido más del sistema no termina de satisfacer a los sentimientos e intereses populares identificados con su origen y su resistencia a los modelos de tipo elitista u oligárquico.