Indígenas de la nororiental provincia argentina de Chaco mantienen desde hace varios meses un conflicto por irregularidades en la  entrega de tierras fiscales a sus comunidades y en otros asuntos. La crisis se  agudizó en los últimos días por la negativa de las autoridades a avanzar en la  investigación de las denuncias por ellos formuladas, lo cual provocó que los aborígenes profundizaran  la protesta. 
 
Durante los primeros días de la huelga de  hambre en la casa de gobierno provincial, protagonizada por cuatro mujeres y  ocho hombres, la policía les impidió incluso ir al baño, ubicado fuera de la  sala donde están concentrados. 
 
Abogados del Instituto del Aborigen, entidad gubernamental, señalaron a IPS que presentaron entonces un recurso de amparo. La  justicia consideró que no hay delito, porque los indígenas no ingresaron con  violencia, y prohibió que se los mantenga  encerrados. De todos modos, el acceso al lugar en que se  encuentran los huelguistas está restringido a dirigentes indígenas y a  periodistas. 
 
«Los que estamos aquí somos todos toba, pero estamos representando a 60.000 indígenas de la provincia»,  remarcó Eliseo López, unode los huelguistas, quien habló entre náuseas y  mareos. López tiene cuatro hijos que están junto a  su mujer a 400 kilómetros de Resistencia, la capital  provincial. 
 
Oscar Arévalo, del Colegio Médico de Chaco, examinó a los manifestantes y declaró que «su estado es deplorable».  
«Es gente que padece desnutrición de base, anemia crónica, parasitosis, y a eso  hay que agregar que están sin comer, encerrados e incómodos. Algunos ya no se  tienen en pie (…) El grado de deterioro es muy importante y  su resistencia física va a llegar al límite a fines de esta semana», pronosticó  el médico. Este martes, Ceferino Pérez, uno de los huelguistas de más edad, se  vio obligado a dejar el ayuno y fue hospitalizado, pero el resto sigue, casi sin  aliento.
 
«Ya no confiamos en el gobierno provincial,  nuestra última esperanza es que nos escuche el gobierno nacional antes de que  muera alguno», dijo Sandoval. 
 
Según datos del Instituto Nacional de  Estadísticas y Censos (Indec), en Argentina hay unos 400.000 indígenas  pertenecientes a 20 etnias diferentes. En particular en Chaco viven 60.000 de ellos que conforman los pueblos toba, mocoví y wichí. Allí se registran los  índices más elevados de pobreza e indigencia del  país. 
El INDEC informó que el año pasado, mientras el promedio nacional de pobreza alcanzaba a 40 por ciento de los 37 millones de argentinos, en Chaco llegó a 65 por ciento. Dentro del universo de la pobreza provincial, los indígenas llevan la peor parte, según análisis de organizaciones sociales.
La justicia, esa entelequia
Los huelguistas de hambre reclaman infructuosamente que el gobernador de Chaco, Roy Nikisch, los reciba y responda a sus denuncias sobre manejo irregular de tierras fiscales durante una década. Por ley, esos predios debieron ser entregadas a las comunidades indígenas y de pequeños productores, pero terminaron en manos de grandes propietarios.
 
Asimismo, piden la renuncia de Lorenzo  Heffner, intendente (alcalde) de la localidad de Villa Bermejito en la provincia  de Chaco, al que acusan de discriminar a los  indígenas. Heffner está procesado por malversación de  fondos contra un organismo nacional, y este mes un fiscal lo requirió a juicio  por discriminación. El gobernador Nikisch pertenece a la Unión Cívica Radical  (UCR), opositora del gobierno nacional del Partido Justicialista  (peronista). 
 
Nikisch acusa al presidente Néstor Kirchner  de fomentar protestas indígenas a través de la Secretaría de Tierras para el  Hábitat Social, a cargo de Luis D?Elía, dirigente de unos de los sectores  mayoritarios del movimiento «piquetero» de trabajadores desocupados, llamado así  por la modalidad de protestar con el bloqueo de calles y  rutas. 
 
Hace una semana, de visita en Chaco, D’Elía  sostuvo: «El gobernador debe atender los reclamos del movimiento aborigen  sobre la devolución de tierras robadas a indígenas y campesinos pobres en épocas de Ángel Rozas, el gobernador anterior y también perteneciente a la UCR, a favor  de amigos del poder político y económico de  entonces». 
 
La huelga comenzó el 21 de julio tras un mes  de diálogo entre el gobierno provincial y los dirigentes indígenas. Ese día, las autoridades entregaron una propuesta que no satisfizo las peticiones de las comunidades, entonces los representantes aborígenes decidieron permanecer en la  sede gubernamental e iniciar la medida de fuerza. 
Cuando el asunto es la vida futura
«Estamos ante una situación muy grave, con un gobierno autista e intolerante», señaló Walter Zanuttini, abogado del Instituto del Aborigen de Chaco. Esta organización, que tradicionalmente era dirigida por un empleado del gobierno, está desde 2005 a cargo de un indígena que representa los intereses de las comunidades.
 
Orlando Charole, presidente del instituto,  reclama desde mayo a las autoridades que reciban a una delegación de indígenas. En junio, miles de indígenas marcharon desde el interior provincial hasta Resistencia, donde permanecieron estacionados en un campamento frente a la sede  del gobierno hasta ser escuchados. 
 
El 10 de junio el gobierno provincial aceptó  dialogar con las comunidades y prometió dar una respuesta. Pero, el 21 de julio,  tras 40 días de espera, la propuesta decepcionó a los  peticionarios. 
 
«Ofrecieron dos vehículos, 45 puestos de trabajo y un organigrama para el Instituto del Aborigen para el que pedíamos más  presupuesto», relató Zanuttini. «El tema de las tierras ni siquiera lo tocaron,  a pesar de todas nuestras denuncias», resaltó. 
 
Según el no gubernamental Centro de Estudios e Investigación Nelson Mandela, de los 3,9 millones de hectáreas de tierras  fiscales que había en esa provincia en 1995, quedan apenas 660.000. Sin embargo,  las comunidades, que por ley debían ser las principales beneficiadas, quedaron fuera del reparto. 
 
Los indígenas en huelga exigen que se intervenga al Instituto de Colonización de la provincia, a cuyo cargo están las  tierras, a fin de que se investiguen los presuntos negociados con los  lotes. 
Su majestad, la política
El gobierno admitió que quedan sólo 660.000 hectáreas de tierras fiscales y ordenó suspender la cesión de nuevos lotes por seis meses. Pero según Zanuttini, el gobierno se niega a investigar lo sucedido con los millones de hectáreas de tierras entregadas.
 
«El Instituto de Colonización vendía tierras  a sus amigos a precios irrisorios y en seis meses las revendían al precio real a grandes propietarios», dijo el abogado. «Fue un negocio que estimamos en 700 millones de pesos (235 millones de dólares) y los organismos de control  provincial ya iniciaron una investigación», añadió. 
 
Zanuttini sostuvo que el gobierno se resiste a abrir la puerta a una investigación que pueda derivar en un escándalo. «Es una  bomba de tiempo, porque si acepta avanzar en esta investigación va a salir a la  luz la corrupción de una década, y van a caer funcionarios del actual y de  anteriores gobiernos», advirtió. 
 
En tanto, los indígenas en huelga  desfallecen en silencio por la inanición a pocos pasos del despacho del  gobernador. 
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* Periodista de Inter Press Service (www.ips noticias.net).
			
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