En la era multipolar, la infraestructura digital se convirtió en el nuevo territorio estratégico. América Latina, históricamente proveedora de materias primas, hoy compite por su lugar en los flujos globales de información. Argentina, con sus cables, satélites y data centers, se perfila como un nodo clave, atrapada en la disputa geopolítica entre Estados Unidos, China y Europa.
Cuando se habla de geopolítica, la mayoría piensa en tropas, petróleo o diplomacia. Pero buena parte del poder global hoy circula por hilos de fibra óptica, estaciones satelitales y centros de datos. Son los corredores digitales, invisibles para el ojo común, pero estratégicos para gobiernos y corporaciones. Cada clic, cada videollamada o transferencia de información atraviesa esta red, y quien controla el flujo de datos, controla también el poder simbólico y económico.
La intensificación de esta «geografía de los datos» se refleja en la acelerada expansión de la
infraestructura física. Solo en 2024, el mapa global de cables submarinos registró un incremento de 30 nuevos cables y 192 puntos de aterrizaje, lo que subraya la carrera por asegurar las rutas de comunicación.
En América Latina, la región consolida su rol en la conectividad transoceánica. El proyecto Humboldt, que inicialmente se pensó como una conexión atlántica, se reconfigura como un hito transpacífico. En junio de 2025, se anunció la alianza entre Google y la empresa estatal chilena Desarrollo País para crear Humboldt Connect, un cable submarino que unirá Valparaíso (Chile) con Sydney (Australia).
Aunque su ruta principal es Pacífico, su desarrollo consolida el Cono Sur como un punto de interconexión vital. A esto se suma EllaLink, el cable directo Brasil-Europa que evita rutas norteamericanas y refuerza la independencia tecnológica de la región, el cual ha continuado su expansión, iniciando en 2024 la construcción de un ramal hacia la Guayana Francesa.
La brecha de la calidad de la conexión: del móvil al fijo
Sin embargo, la infraestructura digital en la región presenta un desafío dual. Si bien la conectividad móvil ha alcanzado una alta penetración, la banda ancha fija revela una brecha de calidad significativa.

La disparidad es crucial, ya que el desarrollo de servicios intensivos en datos, como la inteligencia artificial, el big data y la computación en la nube, depende fundamentalmente de la estabilidad y la capacidad de la conexión fija.
Si bien Argentina ha mostrado un avance notable en la penetración de banda ancha fija en hogares, superando el 80% a fines de 2024, la región en su conjunto aún enfrenta el reto de masificar la calidad y velocidad para convertirse en un verdadero actor en la economía digital global.
Argentina como nodo estratégico: la explosión de los data centers
El país no solo participa de estas megaestructuras: a través de ARSAT, la compañía estatal de telecomunicaciones, Argentina despliega satélites de comunicaciones y centros de datos que refuerzan su autonomía digital. ARSAT ha sido reconocida por el gobierno como una empresa superavitaria y estratégica, con planes de inversión en fibra óptica, satélites y data centers para 2025, enfocándose en la ampliación de la Red Federal de Fibra Óptica (REFEFO).
La llegada de proyectos de inversión privados en data centers muestra la tensión entre desarrollo económico y soberanía tecnológica. Esta tendencia se enmarca en un fenómeno regional de explosiva expansión de la capacidad de procesamiento de datos. El mercado de coubicación de centros de datos en Sudamérica, por ejemplo, cuenta con 596 MW de capacidad en construcción, con planes para añadir 1.91 GW adicionales, según BN Americas.
Argentina se convirtió en un foco de esta inversión, impulsada por la necesidad de las grandes tecnológicas de procesar datos más cerca del usuario final. Un ejemplo de la magnitud de esta tendencia es el anuncio de la expansión del Data Center BUE1 de Cirion en Buenos Aires, sumando más de 2 MW de capacidad.
Más aún, la atención global se ha centrado en el país con la propuesta de OpenAI de construir
un centro de datos center de inteligencia artificial, denominado Stargate Argentina, que podría implicar una inversión de hasta 25 mil millones de dólares, equivalente a cerca del 4% del PBI de 2024. Esta inversión masiva refuerza el rol de Argentina como un potencial hub regional para la gestión de información y la IA.
“El control de la infraestructura digital ya no es solo un tema económico, es un asunto de seguridad nacional”, explican en el sector de telecomunicaciones. En ese sentido, cada cable o nodo, define quién puede influir en la circulación de la información en la región.
Disputa multipolar: Estados Unidos, China y Europa
La competencia global se refleja claramente en América Latina. Estados Unidos mantiene una presencia fuerte a través de empresas como Google, Meta y Amazon Web Services, que controlan parte del tráfico de datos regional y centros de nube.
China, por su parte, despliega una estrategia integral que ha evolucionado de grandes préstamos a un compromiso más preciso y estratégico, enfocándose en la «Nueva Infraestructura«. Esto incluye el financiamiento de infraestructura digital, el desarrollo de redes 5G y acuerdos bilaterales de transferencia tecnológica.
Europa, aunque menos agresiva, busca garantizar que la región mantenga estándares y
protocolos compatibles con sus intereses comerciales y regulatorios.
Argentina se encuentra, así, en un delicado equilibrio: ser un corredor que conecte nodos globales sin quedar subordinado a ningún actor. La soberanía digital se convierte en un campo de batalla silencioso, pero determinante para la autonomía política y económica del país.
Un tema que con la política de extrema cercanía del gobierno de Javier Milei con la administración de Donald Trump despeja dudas (a favor de Estados Unidos), pero no define de manera categórica el asunto, ya que los apoyos financieros que sellaron esa alianza acompañaron una coyuntura de crisis, pero no significan un acuerdo a largo plazo.
Impacto regional y soberanía tecnológica
Más allá de Argentina, América Latina observa cómo la conectividad redefine la influencia de los países del Norte. La CELAC y otros organismos regionales promueven políticas de integración digital, aunque con resultados dispares.
La disputa no es solo por infraestructura: también implica protección de datos, regulación de plataformas y control sobre el flujo de información. En este contexto, la región enfrenta un desafío histórico: consolidarse como actor relevante en la geopolítica digital, evitando reproducir patrones de dependencia que marcaron la historia económica.
El futuro digital de Argentina y la región
El mapa de los corredores digitales revela que el poder ya no reside únicamente en quien posee recursos naturales o capacidad militar, sino en quien administra la circulación de información. Para Argentina, participar activamente en estos proyectos es clave: no solo para garantizar conectividad de calidad y desarrollo tecnológico, sino para fortalecer su soberanía digital frente a las grandes potencias.
La multipolaridad exige que los países latinoamericanos comprendan que cada cable submarino, cada satélite y cada centro de datos tiene implicancias estratégicas. Argentina, con
su infraestructura y posicionamiento geográfico, tiene la oportunidad de convertirse en un hub regional de información y de Inteligencia Artificial, un nodo que conecta Sur y Norte, Oriente y Occidente, y que decide parte del flujo del conocimiento del siglo XXI. Pero esa posibilidad no depende solamente de variables tecnológicas sino, fundamentalmente, de estrategias políticas.
En un mundo donde los datos son tan valiosos como el petróleo, Argentina y América Latina navegan un nuevo terreno de poder. La geopolítica ya no se limita a mapas y fronteras visibles: se extiende bajo el océano, en satélites y en los centros de datos que, silenciosamente, definen quién tiene voz y quién puede escuchar en la nueva multipolaridad global.
*Maestrando en Periodismo y Medios de Comunicación (UNLP). Dirije el portal informativo Puro Contenido
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