Argentina: gravísima denuncia. – LA BUENA LECHE ESTÁ CONTAMINADA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Una asociación ciudadana, Justicia Ambiental, y el ex Defensor Público del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y luchador por la defensa del ambiente natural, Elio Brailovsky (der.), presentaron en conjunto una denuncia y petición de investigación en los tribunales argentinos a raíz de la contaminación de alrededor del 90% de los productos lácteos que se expenden en el país.
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En marzo de 2006 tomó estado público la culminación de la investigación realizada por la Facultad de Química y Farmacia de la Univesidad de Buenos Aires, recogido por el portal-web Universia (www.universia.com.ar) que recogió el infome difundido por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET – www.conicet.gov.ar). Al respecto, los denunciantes citan:

«La doctora Edda Villaamil Lepori, profesora asociada de la cátedra de Toxicología y Química Legal y directora del equipo de científicos, dice: «Analizamos 50 muestras de leches maternizadas y 51 muestras de yogures y postres disponibles en el mercado. Hallamos que solo el 10 por ciento de ellas estaba libre de los plaguicidas cuya presencia queríamos detectar, dada su peligrosidad, especialmente para los bebés y niños».

La contaminación de este tipo de alimentos no es un fenómeno nuevo, ni en Argentina ni en el mundo. Un estudio científico de Argelia Lenardón, María Inés Maitre, Eduardo Lorenzatti y Susana Enrique del Laboratorio de Medio Ambiente del Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química -INTEC- (UNL-CONICET), develó en el año 2000 la existencia de plaguicidas organoclorados en leche materna de un grupo de mujeres de Santa Fe.

Estos plaguicidas tienen las sigyuientes caracterí´sticas básicas: a) se acumulan en los ecosistemas; b) se acumulan en el organismo de los seres vivos, incluidos los seres humanos, y c) son peligrosos para la salud de los mismos.

Todos los plaguicidas son de alta toxicidad.

fotoQué encontraron en el laboratorio universitario

Aldrin y Dieldrin, en el 31.7% de las muestras analizadas. Aldrin y dieldrin son los nombres comerciales de dos insecticidas –sustancias químicas manufacturadas– que no existen naturalmente en el ambiente. El aldrin se transforma en dieldrin cuando entra al ambiente o a nuestro cuerpo, de ahí que se mencionen juntas.

Los vegetales pueden incorporar dieldrin del suelo y acumularlo en hojas y en las raíces; los animales que ss alimentan de esas plantans acumulan una gran cantidad de dieldrin en sus tejidos grasos. Y como la leche tiene un alto contenido graso, la grasa de la leche puede acumular este insecticida. Posteriormente la población humana, al consumir alimentos ya contaminados a su vez procede a acumularlo. Las madres que crían, a su vez, lo trasladan a sus hijos.

Tanto en animales como en seres humanos el aldrin y el dieldrin entran rápidamente al cuerpo luego de la exposición, produiéndose entonces la mutación del aldrin a dieldrin. Éste permanece largo tiempo en la grasa corporal. Puede tardar varias semanas o años para que el compuesto se elimine completamente.

Ambos afectan la salud de manera similar. Quienes han sido expuestos a cantidades elevadas de dichas sustencias, por ejemplo durante la producción de insecticidas o por beber agua contaminada, presentaron síntomas de intoxicación. La mayoría sufrió convulsiones y otros efectos en el sistema nervioso, y algunas sufrieron daño renal.

Si la exposición es a concentraciones mínimas la acumulación se producirá a lo largo de un período de tiempo. En todo caso a niveles moderados tanto el aldrin como el dieldrin producen dolor de cabeza, mareos, irritabilidad, vómitos o movimientos musculares sin control. En agunos casos ciertos organismos incluso destruyen sus glóbulos rojos. Probablemente sean carcinogénicos.

DDT en el 53,3% de las muestras analizadas. El DDT (diclorodifeniltricloroetano) fue un plaguicida usado extensamente para controlar insectos en cosechas agrícolas y otros portadores de enfermedades tales como la malaria y el tifus. Oficialmente por diversas disposiciones legales no se lo utiliza. Pero hay evidencias ciertas de que todavía se lo fabrica y vende en muchos países.

El DDT se degrada lentamente y esa lentitud hace que permanezca en el suelo posiblemente cientos de años, donde, como en el caso anterior puede ser absorbido por plantas y por los animales y personas que consumen esas plantas.

Este producto se almacena en los tejidos grasos e ingresa al cuerpo también a través de lácteos contaminados. Se elinina principalmente en la orina, pero también en la leche materna y así pasar directamente a los bebés. Las mujeres embarazadas contaminadas con DDT tienen mayores probabilidades de tener un bebé prematuro.

Con el tiempo, aun en cantidades moderadas puede afectar el hígado –cáncer– y la capacidad reproductiva la reproducción.

El DDT puede pasar de la madre al feto a través de la placenta. Se lo ha detectado en el líquido amniótico, en la placenta de seres humanos, en el feto y en la sangre del cordón umbilical.

Durante el desarrollo puede alterar el funcionamiento de los sistemas reproductivo y nervioso. Esto parece ser causado por la capacidad del DDT o de sus metabolitos para imitar la acción de hormonas naturales. Un estudio demostró que la exposición de ratones al DDT durante las primeras semanas de vida produce problemas de comportamiento en exámenes realizados a los 4-5 meses de edad. Estos estudios suscitan una preocupación: que la exposición temprana al DDT pueda causar efectos perjudiciales permanentes o que se manifiestan mucho después que la exposición ha terminado.

Endosulfán en el 9,9% de las muestras analizadas. Endosulfán es un insecticida artificial que puede acumularse en ecosistemas y grasas animales. Ingerido pasa lentamente del estómago a los tejidos del cuerpo. En altas concentraciones afecta indirectamente al corazón y de los pulmones.

Algunas investigaciones hacen pensar que las exposiciones relativamente prolongadas de endosulfán afecten la capacidad del organismo para combatir infecciones; pero no se ha demostrado directamente. Un número limitado de estudios en animales no han producido evidencia de cáncer. Pero otros dejaraon en evidencia que sí puede dañar el material genético de las células.

Heptacloro en el 57.4% de las muestras analizadas. Se absorbe de modo similar a los ya mencionados. En animales se ha observado daño del hígado, excitabilidad y disminución de la fertilidad. Los efectos son más severos cuando los niveles de exposición son altos y la exposición dura varias semanas.

La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) clasificó al heptacloro como posiblemente carcinogénico en seres humanos. La exposición de animales a dosis altas puede producir pérdida de peso y la muerte de las crías recién nacidas”.

No pdía faltar: hexaclorobenceno en el 9.9% de las muestras analizadas. El hexaclorobenceno es distribuido rápidamente –en unas pocas horas– a través de la sangre, especialmente al tejido graso, donde se estima que permanecerá por lo menos durante un año. Una gran porción será transferida por la madre a su bebé en la leche materna, si no lo ha hecho durante el embarazo por la sangre.

Una fuente de hexaclorobenceno son los cereales. En Turquía un estudio demostró, entre quienes se alimentaron durante un tiempo prolongado con cereales contaminados –y pan hecho con su harina–, una alta incidencia de muertes en niños cuyas madres comieron los cereales y también de aquellos que comieron los cereales directamente.

Los estudios en animales también han demostrado que comer hexaclorobenceno durante un largo tiempo puede dañar principalmente el hígado, la tiroides y el sistema nervioso; los huesos, los riñones, la sangre, y los sistemas inmunitario, endocrino y nervioso. El feto y los niños de corta edad pueden ser más sensibles a estos efectos que los adultos. No es todo: probablemente sea carcinogénico en seres humanos.

Un estudio encontró niveles de hexaclorobenceno altos en el tejido graso de niños varones que tenían un defecto de nacimiento específico: testículos sin descender. Estudios en animales demostraron que esta sustancia afecta las glándulas tiroides (hipotiroidismo), paratiroides (hiperparatiroidismo), adrenal, y ovarios.

Hexaclorociclohexano (HCH) en abundancia: 53.3% de las muestras analizadas. Suiministrada a animales el HCH produce convulsiones, y estados de coma. Sus efectos se ibservan en el hígado y el riñón. En los animales tratados en forma oral se produjo una disminución de la capacidadpara combatir infecciones, y se observaron lesiones en los ovarios y los testículos.

La Agencia Internacional para la Investigación del Cancer (IARC) ha clasificado al HCH como posible carcinógeno en seres humanos. Puede ser transferido a los bebés de mujeres que lactan.

También clordano en el 28,7% de las muestras analizadas. Esta sustancia afecta el sistema nervioso, el sistema digestivo y el hígado en seres humanos y en animales. Entre quienes respiraron aire con altos niveles de clordano o tragaron accidentalmente pequeñas cantidades de clordano se observaron dolores de cabeza, irritabilidad, confusión, debilidad, problemas de la vista, vómitos, calambres estomacales, diarrea e ictericia. En seres humanos puede producir convulsiones y causar la muerte.

(La suma de porcentajes es mayor al 100%, puesto que en muchos casos se encontró más de un tóxico en la misma muestra, lo que potencia sus efectos nocivos sobre el organismo humano).

Todos los plaguicidas mencionados están prohibidos en la Argentina y otros países.

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Dicen los recurrentes en su denuncia:

«… La bibliografía especializada hace años que hablaba del problema de los residuos de plaguicidas en la leche argentina. Por ejemplo, en una publicación de un instituto especializado del Banco Interamericano de Desarrollo, se cita como ejemplo de “exportador exitoso” a una de las grandes empresas lácteas de nuestro país. De ella decían en 1990 que “la empresa tiene dos plantas exclusivamente dedicadas a producir quesos para exportar a EE.UU., país donde admiten muy baja tolerancia a los pesticidas”.

«Es decir que su estrategia fue seleccionar partidas de leche sin residuos de plaguicidas, que fueran aceptadas por el gobierno norteamericano, de lo cual se deduce que se enviaban al mercado interno las que estaban contaminadas. En otras palabras, que en ese momento las empresas del sector conocían la existencia del problema y además podían enorgullecerse de solucionarlo cuando encontraban alguien que se lo exigía.

«Por esta razón, creíamos que el problema se había solucionado hace muchos años. Nos desconcierta que nuestras instituciones científicas nos digan que hay empresas que continuarían distribuyendo productos lácteos con residuos peligrosos».

Tres hermanas prósperas

Tres empresas absorben el 87% de la leche producida en la Argentina. Son: La Sertenísima, Sancor e Ilolay –sucesores de Alfredo Williner–. Todas ellas producen abundante información –folletería, avisos comerciales, páginas-web– en la que destacan el cuidado y esmero en la fabricación de sus productos.

En ninguna de la literatura compulsada hay mención a los plaguicidas.

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La Serenísima. Fundada por los hermanos Mastellone, inmigrantes italianos, en la década de 1921/30. Sigue en poder de la familia. El nmbre es un homenaje a las acciones del poeta Gabriel D’Annunzio, piloto durante la primera guerra mundial. Su portal-web destaca:

«Desde sus mismos orígenes La Serenísima siempre se preocupó por que los productos lleguen al consumidor con toda la calidad original.

«Este objetivo es el que se convirtió, con el tiempo, en el eje de su filosofía empresaria: la satisfacción de las necesidades de todos los consumidores con productos de máxima calidad. Esta búsqueda constante llevó siempre a la empresa a establecer estrictos parámetros de trabajo en todas las etapas que constituyen la cadena de elaboración, partiendo desde la misma recolección de la materia prima.

«El conjunto de las plantas procesa actualmente unos 4.5 millones de litros diarios de leche».

fotoSanCor. Originalmente una cooperativa lechera. Se fundó hace 67 años, en la actuaoidad su capacidad instaada le permite procesar 6.300.000 litros de leche todos los días. Informa en su portal:

«SanCor tiene establecida una estricta política de calidad, que contempla integrar a todos en el proceso de superación permanente y basar la competitividad sobre la excelencia.  

«Nuestros productos están en toda la Argentina y en los cinco continentes, gracias a la vasta red comercial de SanCor.  

«El cuidado del medio ambiente es un aspecto clave de las actividades de SanCor, que se ha materializado en significativas inversiones.

«Nuestros productos, presentes en todo el mundo, provienen de una de las zonas más productivas del país. Esto, sumado a procesos industriales de avanzada, garantizan su calidad superior y la combinación ideal entre sabor, salud y naturalidad».

Estipula, además: que su filosofía empresaria es «Optimizar el valor de la leche entregada por nuestros asociados y maximizar sus beneficios, satisfaciendo las expectativas de los consumidores, gestionando de manera flexible nuestra operación, y promoviendo así el desarrollo de las personas que componen nuestro sistema cooperativo y el de las comunidades en las que actuamos».

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Ilolay. Sucesores de Alfredo Williner. Pone el acento en su «dulce de leche» –majarete, manjar banco, entre los nombres que recibe en otros países–, señalando que obtuvo en 2006 el premio al mejor en su tipo.

Notoriamente más pequeña que las anteriores, procesa, dice su página-web, 440 millones de litros de de leche anuales, con los que produce preferentemente el dulce aludido y quesos.

Alfredo Willnier la fundó en 1928 como quesería; su padre era suizo.

Nada nuevo bajo el sol

El periódico El Santafesino (www.elsantafesino.com) señalaba en junio de 2004 que en un estudio en 2000 «Se analizaron cincuenta y dos muestras de leche materna recolectadas en hospitales públicos regionales, para determinar la concentración de 12 compuestos usados para en el control de plagas.

«Los resultados analíticos señalaron que el 86 por ciento de las muestras tuvo residuos de al menos un plaguicida. ‘El estudio permite conocer el grado de exposición humana, analizar las posibles relaciones con el uso de biocidas como control de plagas, con la ingesta alimenticia por bioacumulación en la cadena alimentaria y a la vez sienta las bases para futuras investigaciones’ resumía el Acta Toxicológica Argentina (Vol. 8-Nº 1) de julio de aquel año».

Santa Fe es la principal provincia lechera de la Argentina; de hecho las tres hermanas mencionadas se originaron en ella o en ella hicieron su fortuna. La proxima vez que le compre una porquería a su hijo lo hará bajo su propia responsabilidad. Mientras, ore por nuestra civilización industrial.

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* El artículo se redactó gracias a una información del periodista argentino Hugo García.
García la dio a conocer sin que fuera recogida por la prensa seria de su país –ni de ningún otro–, salvo algún pirata en los últimos días en Buenos Aires.
Desde luego él no es responsable de nuestra conclusión.

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