Argentina: Incoherencias en la campaña, bronca en la calle y negociación en el Palacio
La actual campaña electoral -a poco más de dos semanas de las elecciones parlamentarias- va mostrando el abismo que hay entre los intereses de la mayoría de la dirigencia empeñada en ella y la situación de gran parte del pueblo argentino, que diariamente debe esforzarse para sobrevivir.
Oficialismo y oposición fueron comprendiendo -a medida que pasaba el tiempo- que la cuestión económica, su parate de vieja data y los padecimientos de las mayorías, serían la clave de la actual situación, con sus disputas electorales y la posibilidad de la generalización de una bronca que asoma por los cuatro costados. Ése era un diagnóstico compartido.
El gobierno nacional proclamó que su respuesta sería poner “platita” en el bolsillo de la gente. Aquí aparecen varios problemas e interrogantes: ¿Hasta dónde hay recursos para hacerlo, si ello es suficiente y cómo serían sus efectos más allá de las elecciones?
No fueron pocos los recursos aplicados a esta política. La mayoría justificada por la grave situación social. Entre otras se pueden señalar el aumento del mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias, la suba del salario mínimo vital y móvil, el plan de formalización del personal de casas particulares.
Cada una de esas deshilvanadas decisiones -justas en sí mismas- pero sin un plan general que las integre, generaba contradicciones con otras políticas.
Fue por ello que el asesor de la campaña electoral oficialista e iluminador de la misma -que ocupa el rol que tenía el ecuatoriano Durán Barba con Mauricio Macri- el catalán Gutiérrez Rubí, sabedor de ese problema sin solución, tuvo una idea genial: El Programa, el rumbo definitivo se decidiría después del 14 de noviembre.
De ese modo, sin programa ni plan integrador, quedaba como eje de campaña revertir el resultado de las PASO (elecciones internas) y bancarse a como dé lugar las incoherencias de esta campaña. Una respuesta inteligente semejante a lo escrito en “El Principito” cuando ordenó: “Que el sol salga por el Este”. Obviamente las perspectivas del clientelismo quedaron abiertas y el futuro económico post electoral fue ensombrecido aún más.
Roberto Feletti, el novel Secretario de Comercio, anunció el congelamiento de los precios –hasta el 7 de enero 2022- de 1.432 productos que volverían al que tenían el primero de octubre, mientras se anunciaba una inflación en los alimentos del 5% y se desataba una polémica sobre el resultado de una medida de este tipo, sin que exista una sólida intervención sobre las empresas formadoras de precios.
El bono de cinco mil pesos a los jóvenes de entre 18 y 24 años, destinado a potenciar el consumo de bienes y servicios culturales, fue suspendido por la Jueza Federal Servini de Cubría hasta después del 14 de noviembre, “con el fin de evitar cualquier situación que pudiera atentar contra el derecho a elegir libremente” según la mencionada jueza. Fallo que ha sido apelado.
Por otro lado está en duda la eficacia electoral de éstas y otras varias medidas muchos de sus beneficiarios las pueden recibir manteniendo su decisión sobre el voto, como ocurriera con un buen porcentaje de quienes reciben planes sociales y no acompañaron al oficialismo con su sufragio.
Por otro lado existen críticas a situaciones -vinculadas entre sí- como seguridad y droga, estrechamente relacionadas con políticas estatales y que son cuestionadas desde hace largo tiempo.
Mientras tanto, en las calles, las organizaciones sociales demandan “trabajo genuino y más planes sociales”. El gobierno, apretado por la insostenible situación económico-social, negocia con la dirigencia de estos sectores para evitar que las elecciones los encuentren con las calles ocupadas. La oposición aprovecha este momento para exigir una mayor “mano dura”.
Los actos conmemorativos del 17 de octubre
Los dos actos conmemorativos del origen y gesta máxima del peronismo demostraron un par de cuestiones muy significativas: Que el peronismo mantiene un alto nivel de convocatoria, que sus contradicciones están vivas y que la falta de una dirección lo va transformando en un “gigante invertebrado”.
Los días previos estuvieron cargados de rumores y propuestas. Finalmente hubo dos actos. Uno de signo cristinista (del sector de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner), convocado por el sector de las Madres de Plaza de Mayo que conduce Hebe de Bonafini y el otro por la central sinsdical CGT.
De ese modo, el gobierno perdió una magnífica oportunidad de mostrar la unidad que pregona para la campaña y puso al descubierto sus contradicciones.
Para muchos observadores estos actos, en lugar de fortalecer las posiciones propias, parecerían configurar una actividad que beneficiaba a la oposición. Tal vez fuera casualidad, tal vez no, pero lo cierto es que esta CGT convocó al acto para el día 18, la misma fecha que aquella CGT (del 45) le había puesto a un paro general. Mientras tanto el cristinismo lo hizo el 17, el mismo día que aquellos obreros de la carne de Berisso y Ensenada salieron a la calle, se adelantaron al paro general y forzaron –con miles y miles de trabajadores que se fueron sumando- aquella movilización que terminó siendo una jornada histórica.
Uno de esos actos fue convocado por Hebe de Bonafini, con la consigna de no pagar la deuda con el FMI. Cristina hizo un “adelanto”, para los jóvenes de La Cámpora, el día anterior en la ESMA, el lugar que había albergado a miles de desaparecidos. Allí volvió a dar un discurso peronista. Lo hizo diciendo: “Pese a tanta diatriba, a tanto análisis de ‘estudiosos’ en TV, el peronismo, le pese a quien le pese, sigue más vigente que nunca”. Desde ese lugar reivindicó al capitalismo y criticó a la derecha y la izquierda.
En ese acto del 17, hubo duras críticas a las políticas de Alberto Fernández, a pesar de lo cual éste se mostró satisfecho por los resultados de un acto al que había convocado, pidiendo hacerlos en todas las plazas del país. La oradora principal fue rotunda al condenar las negociaciones con el FMI.
En ese mismo momento el Jefe de Gabinete y el Ministro de Economía procuraban -en Nueva York- darle credibilidad a la perspectiva oficial de pagar dicho reclamo. Mientras tanto, aquí –con la presencia de varios ministros- se realizaba un acto para decir lo contrario. Ese tipo de contradicciones, en materia internacional, complican aún más el complejo futuro.
Al día siguiente, convocados por la CGT y las organizaciones sociales oficialistas, bajo la consigna “Desarrollo, Producción y Trabajo”, se realizó otro acto, frente al Monumento al Trabajo, en las inmediaciones de la CGT. Éste fue numéricamente mucho más importante que el anterior, pero la ausencia de un orador limitó sus efectos. Fue una poderosa demostración de fuerzas interna, pero sin las motivaciones emocionales del realizado el día anterior en la Plaza de Mayo.
Así transcurrió un particular 17 de octubre, que tropezó con un peronismo gobernante que afronta un proceso electoral adverso proclamando la unidad aunque dominado por la incoherencia y falta de rumbo.
Macri hace de “cisne negro” de la oposición
En este marco la mejor campaña de la oposición es limitar su propia campaña, dejando que el oficialismo despliegue sus notorias contradicciones.
Sin embargo en el curso de la semana la oposición sintió la aparición fantasmal de los efectos de su propia acción. El expresidente Mauricio Macri faltó, por segunda vez, a una citación judicial. Ella estaba motivada en el juicio que se le sigue por las escuchas a los familiares del submarino ARA San Juan. Familiares querellantes han pedido su detención. Imaginemos, por un momento, los efectos electorales de una detención, si la justicia accediera a dicho pedido. La sola enunciación de esta posibilidad da una idea de la fragilidad que tiene esta oposición y el peso que tiene la actual “justicia” para dirimir cuestiones de poder. El oficialismo, particularmente Cristina, también lo sabe.
Intentan ocultar los reclamos de los pueblos originarios acusándolos de terroristas
Es sabido y cada día más comprendido que Argentina, sus instituciones y sus leyes, se fueron construyendo a partir del triunfo de los intereses portuarios. Ello significó la derrota de los intereses federales y de la construcción de la Patria Grande, reconociendo el protagonismo de los pueblos originarios, tal como lo intentaron nuestros primeros patriotas: Belgrano, San Martín, Artigas, Andresito, Güemes, Castelli, Monteagudo y tantos otros que dieron su vida por nuestra independencia.
Luego la guerra interna terminó con la victoria de esos intereses portuarios. Los ganadores construyeron una sociedad a su medida. Los más pobres: los indios, negros y criollos pobres fueron eliminados.
El poder y las tierras quedaron en manos de los grupos oligárquicos. A medida que aumentan los reclamos de algunos pueblos originarios, crecen el racismo y la represión. A falta de respuestas pretenden gobernar con el Código Penal y las fuerzas represivas. Ese no es el camino y en caso de insistir en él un negro futuro espera a nuestro pueblo.
Frente a los conflictos sociales y los problemas de tipo territorial son las Mesas de Diálogo donde deben alcanzarse los acuerdos necesarios para evitar que crezca una espiral de violencia de alcances imprevisibles. Obviamente no es con estas acusaciones de terroristas, ni con más tropas federales con lo que se puede resolver este problema.
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)