Argentina. – LA HIPOCRESÍA Y LOS MEDIOS DE PRENSA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

En una discusión gana el que pierde porque se lleva el conocimiento de quien gana.
Jorge Fontevecchia

Pero los hombres inteligentes saben cómo comportarse para ganar si ve obligados a ello.
                                                                                                         
Luigi Lovecchio

Me refiero al editorial aparecido en el diario argentino Perfil  del domingo 23 de Julio del 2006 –firmado por Jorge Fontevecchia bajo el título Hipocresía–. En él se alude a una publicidad televisiva de la revista Noticias, de la misma editorial, que no fue no aceptada por algunos canales de televisión aduciendo falta de espacio.

En esa tira publicitaria se muestra a Kirchner entregando un regalo a Menem cuando era presidente (¿acaso para el Día del amigo, el mismo que se destinó a la publicidad de Noticias?), con el que se pretende contribuir a documentar las contradicciones de Kirchner ya gobernando el país, mostrando que en otros tiempos él aprobaba la política del ex mandatario, al contrario de lo que hace hoy que lo enfrenta abiertamente.

Me asombró la ingenuidad y a la vez la efectividad del recado, por lo que no puedo dejar de pensar en el efecto que pudo causar en la opinión de los lectores de la revista.

El recado es pícaro (tercera acepción del término según el DRAE); en el anuncio no se tiene en cuenta que los tiempos de la política –y de los hombres que la conducen– corren sobres carriles especiales y casi siempre diferentes vistos en el tiempo. Menem engañó a todo el mundo con su «Sígame, no los voy a defraudar». Defraudó a los argentinos, a los israelitas, a los musulmanes, al FMI, a su amigo Bush padre, etc. …  

Lo único que supo hacer muy bien fue engordar sus cuentas bancarias secretas y numeradas. Según la periodista y escritora Olga Wornath es el hombre más rico de la Argentina. Vale la pena ser un «vivillo de aquello» por una cifra cercana a los US$ 10.000 millones. ¿Qué les parece? Pero eso es sólo aplicar la inteligencia sin tener en cuenta los códigos sociales de la gente que convive en esta aldea global –y aprovechar de ellos–.

No quiero justificar aquí la actitud del actual presidente Kirchner al hacer entrega de un obsequio al ex presidente, pero en la época a la cual se refiere Noticias –en un anuncio publicitario, cierto– era gobernador y necesitaba por razones de pragmatismo político mantener una fluida relación con quien era Presidente de la Republica. Desde este punto de vista se comprende mejor la actitud del obsequio. De Noticias, entonces –puestos los puntos sobre las ies–, se deduce que hablamos de fuego fatuo, maquillaje «pour la gallerie» y que engaña a sus lectores porque da una visiona superficial y parcial del acontecimiento.  

Hoy Kirchner lleva adelante una política que parece indispensable para la recuperación del país –y opuesta al desastre que generó el otro mandatario–, lo que no quiere decir que debamos suspender toda opinión al respecto.

Y en este punto me gustaría abrir una reflexión: es indudable que todos los países del Primer Mundo se hicieron grandes con el desarrollo tecnológico y económico a partir del momento que ampliaron con fuerza su mercado interno para luego conquistar, con una industria bien estructurada, los mercados externos. Ha sucedido con los EEUU. Con Japón, con China, con toda Europa y muchos países asiáticos.

América Latina, por el contrario, ha soportado la injuria de mantener su economía atada –por la fuerza que ejerce la corrupción generada por las multinacionales, otros gobiernos extranjeros y otras causas– siempre a los interese foráneos y por eso se ven obligados los países que la integran a ser mercados pasivos y entregar materia prima a cambio de productos elaborados en el exterior. En este marco a cualquier gobernante se le hace difícil encontrar soluciones «soberanas» que cuiden de los propios recursos, en especial manera si ese gobernante se deja tentar para embolsarse alguna suma de dinero a cambio de cerrar los ojos sobre, por ejemplo, una privatización favorable a una trasnacional. Naturalmente, los políticos corruptos tienen un peso específico en toda esta historia.

Kirchner está haciendo las cosas bien. Mantiene a raya a las empresas que generan corrupción, busca las inversiones que prioricen el fortalecimiento del mercado interno y la economía marcha viento en popa. O sea: atiende con seriedad su rol de conducir los destinos de Argentina.

 

Justamente a un presidente que se muestra «nacionalista» en su postura política, que defiende los intereses de su propio país, se lo ataca sin piedad desde cualquier ángulo y formato de la prensa: por la escrita, por la oral y la televisiva. Esta actitud generalizada y bien específica se presta a grandes suspicacias: queda claro que los grandes medios defienden las multinacionales que son opositoras a la línea política del presidente Kirchner. Si estos medios trazaran con objetividad el punto de la cuestión se darían cuenta que –en algunos casos– traicionan los intereses de  su propio país.

Los intereses de las transnacionales precisan de gobiernos sosos y maleables, sin color ni olor, que les permitan mover sus capitales sin problemas para articular a su conveniencia las especulaciones de mercado, como sucedía en los  mejores años de Menem.

Por eso se quiere imponer la globalización en todo el planeta y la palabra «nacionalismo» huele mal para el sector que administra el poder,los intereses gordos y las prácticas contundentes. Se necesita un mundo dócil, de intenciones, proyectos, planificación y vías de ejecución todas parecidas, para bajar el nivel de «sorpresas» cuando invierten y contar con las debidas anuencias al momento de las decisiones.

 

Todo esto Jorge Fontevecchia lo sabe. Es imposible que un hombre tan informado, que cita a Sófocles, Platón Leonardo, etc y que escribió un libro (Entretiempo)  con materiales –sus propios editoriales–, relacionados con los contenidos de esta nota, desconozca esta realidad. En realidad la conoce muy bien, pero deja suponer que la desconoce ex profeso para afirmar una línea y un estilo de medios de prensa que favorezcan esos  intereses multinacionales que desean un mercado dispuesto y a su servicio. No veo otra razón lógica a la vista.

 

De otra manera cultivaría un periodismo de crítica constructiva contraria a los inconsistentes fuegos de artificios que se generan ahora mismo a través de sus publicaciones. O acaso la virtud de Fontevecchia sea la de mantener sus medios en la superficie de las cosas, sin profundizar el análisis, porque sabe que ahí está la llama exitosa de su negocio –aún siendo él, personalmente, un hombre bien conocido por lo profundo en sus actitudes culturales y vitales. Es decir: la postura empresaria le hace ignorar parte de la realidad. «A dollar is a dollar», no se puede negar, pero quizá se pueda hacer aquello con más decoro, desde una óptica no tan «luminescente», manteniendo una política editorial que incluso podría hacer que sus revistas se vendieran más de lo que se venden las actuales.

  

Me gustaría compartir otra reflexión: quien tiene una empresa periodística tiene también la misión de decir e informar con la verdad a su público. Sobre ello pontifican y hacen alarde los medios de comunicación dirigidos por la empresa privada. Si no lo hacen cometen el delito de «real malicia».

 Pero todo indica que eso de decir la verdad muy rara vez sucede en la prensa mundial. La prensa, grande o chiquita, está «comprada» por el dinero de los avisos publicitarios de los diferentes sectores económicos, y en definitiva es utilizada para publicar y emitir las noticias que a éstos convenga. Con eso se le hace difícil a los editores tener una línea de informaciones abierta a la verdad.

Una «estúpida verdad» no puede hacer malograr un buen negocio que mueve millones al año…

 ¿Entonces?

 Entonces, Macchiavello o la tentación está a la vuelta de la esquina: lo que «inventan»  todos los medios de prensa –en general con la finalidad común de «recaudar fondos» para la empresa– es ponerse en una línea contestataria al gobierno de turno porque un gobierno jamás puede ejercer un tipo de política que favorezca a todos los sectores económicos. Donde «falla» el gobierno en distribuir «favores» allí se presentan solícitos los medios de para hacer «oposiciones» a favor del sector perjudicado. «Pase, por favor, aquí los amigos están para ayudar…».

 

A veces ni el director advierte lo profundo de la melange y sus consecuencias. Suele ocurrir que estas maniobras son orquestadas –y conocidas– sólo por el dueño de una editorial. El caso de CNN, que recibió un cheque por cinco millones de dólares para tener una cobertura a «medida» sobre el inicio la guerra de Iraq, es harto conocido y fue, en su momento, un secreto a voces.

 

¡Clink, caja! Sólo que nadie toca el horrible dinero. Este vendrá por otros carriles. Los premios se distribuyen con eficiente calma entre los fieles al sistema.

 

Siguiendo con la reflexión anterior: esta actitud de decir mentiras como que fuesen verdades se encuadra –en EEUU– en la figura jurídica de real malicia, delito penado que describe el hecho de que un medio de prensa difunda una falacia a sabiendas, pero con la intención de que los lectores crean que es una verdad. Lo que defrauda, además, al lector desprevenido y crea insidia y confusión. No ejerce el deber sagrado del periodismo que es informar la verdad o lo que se cree, de buena fe, que es la verdad.

 

¿Este aspecto de su negocio, los empresarios del periodismo no lo saben?

 

Sí que lo saben. Pero hacen como que no lo saben. Cada uno lo interpreta a su manera. Debe ser por eso que Fontevecchia cita a Sófocles y a otros clásicos: para desviar la atención y hacer creer que sus revistas son tan serias –y sobre todo profundas– como sus conocimientos. ¿Lucha el hombre de profunda cultura con el empresario? Cada uno se defiende con lo que puede para cuidar sus inversiones. Está en su derecho. Aunque, en realidad, procura desviar la atención del reato –obligación que queda a la pena correspondiente al pecado– de real malicia con sus doctas observaciones y conocimientos.

A  sabiendas, en sus publicaciones editará informaciones y dará canida a artículos que implican distorsiones de la verdad, dando una comprensión pre digerida y superficial al sector del mercado de lectores al que se dirige. Por ejemplo: Noticias se solaza en publicar notas editoriales de un tal James Neilson, que son trampas cazabobos; sus notas –políticas– repiten como disco rayado un discurso contra al presidente de turno y siempre encierran la misma insidia. Realmente lamentable por una empresa periodística que se jacta de poseer las mejores revistas del país.  

Lo que resultaría bueno sería que los medios de prensa desarrollen (por fin) un estilo periodístico mediante el cual se le pueda hacer una crítica constructiva a los gobiernos de turno –o a lo que sea– en vez de dilapidar oportunidades con piedras de cartón prensado para desgastar la imagen de algunos políticos correctos a los ojos de los hombres tontos –que son los lectores ingenuos que descubren en un «fuego fatuo» la cura a sus iracundias o un paliativo a sus frustraciones–.

Esto contribuiría a difundir de verdad el conocimiento que se declama desde las páginas de Noticias: «Entender cambia la vida». En vez de confundir las ideas y la cabeza de la gente, que es lo que realmente hace.

Punto.

(Alguien debería dedicar una próxima nota al grupo que publica Clarín).

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* Periodista. Dirige en la Argentina la revista digital Los Buenos Vecinos
www.losbuenosvecinos.com.ar.

Addenda

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Jorge Fontevecchia (Buenos Aires, 1955) es el director del proyecto del nuevo diario Perfil, que por ahora se publica una vez a la semana, y cabeza de Editorial Perfil, empresa que edita la mayor cantidad de revistas de la Argentina, con oficinas, además, en Europa y en América Latina en Brasil y Chile –donde ha comenzado a publicar títulos propios–.

La revista Noticias representa la nave capitana de la editorial y es una de las de mayor venta en la Argentina; suele encontrársela en kioskos en Montevideo, Asunción, Lima, La Paz, Santiago de Chile y otras ciudades.

El libro a que hace mención el autor de este artículo se encuentra para su venta por internet en Temátika.

Perfil –cuya línea editorial es crítica de la gestión del actual presidente argentino– mantiene un conflicto con sus periodistas desde el mes de junio de 2006.
Información corporativa sobre la editorial: www. perfil.com.ar.

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