Argentina: La pibada exiliada

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La realidad de las pibas y los pibes en Argentina muestra la historia en carne viva. Del sueño colectivo que mandaba construir un único privilegio para la niñez al presente cosido por urgencias que pueblan la obscena deuda interna pero que cotiza mucho menos que la externa. En cada rincón de la inmensa geografía argentina, maestras y maestros generaron, década tras década, una cultura del cuidado por las chicas y los chicos que hoy no aparecen en las postales del presente.

Pero increíblemente, la tozudez de la ternura resiste de manera inverosímil: por la avenida Pellegrini, coqueta arteria rosarina, una parejita muy joven era acompañada por gurrumines que reían junto a sus padres mientras tiraban un carro destartalado, portador de una bolsa inmensa que contenía la selección que venían haciendo desde vaya a saber qué punto de la geografía de la ex ciudad obrera y que ya tenía una dimensión colosal. Esas risas compartidas, esas manos que se aferraban, eran una maravillosa demostración de una resistencia real ante tanto desprecio planificado. No tienen ningún privilegio pero van juntos, de la mano y se ríen porque se quieren, se aman, se defienden.

No es una forma romántica de pintar simplemente un punto en el universo, es una realidad chiquita que conmueve por su valentía en tiempos feroces para la pibada argentina. En el mismo mapa, los números gritan las consecuencias de los negocios mafiosos desbocados: veinte chicas y chicos menores de dieciocho años fueron asesinados en lo que va de 2022. Ya desde 2018, desde el interior de una cárcel de la región, se había ordenado tirar a matar contra bebés. Una ferocidad que luego se multiplicó en la ciudad.

Para el actual secretario general del gremio docente rosarino, Juan Pablo Casiello, “en las comunidades educativas se vive muy mal, con mucha preocupación, angustia y temor… Hablando de esta situación dramática, una compañera docente que trabaja hace 25 años en la zona noroeste me dijo que lo único que estaban esperando para volver a una cierta normalidad es que una banda se imponga sobre la otra. Ya no hay expectativas en que el Estado resuelva nada, que la autoridad se imponga o que la Justicia haga su tarea”, apuntó el dirigente.

Agregó que “ya no hay expectativas en que la policía se imponga como autoridad y establezca el orden, por el contrario, todos sabemos que hay una cantidad de elementos muy claros que indican que la policía es parte del problema más que la solución, son parte de todos estos entramados y ya nadie puede desconocerlo. Antes se pensaba que aumentando el número de policías algo podía cambiar. Pero aumentó el número de policías y también aumentaron los problemas”.

Terminó diciendo que debe “haber un Estado mucho más presente, escuelas con más recursos que dispongan del personal necesario y de equipos que trabajen en el territorio. Hay una demanda de presupuesto al Ministerio de Educación que debería responder, pero no responde. En muchos barrios la escuela es lo único que existe, hacen falta más espacios como clubes y centros de salud más potentes”.

Más Asesinato de Juan Daniel, siete meses de impunidad | Videos | Aristegui Noticiasallá de las balaceras contra las chicas y los chicos en Rosario, en la Argentina crepuscular del tercer milenio hay datos que impactan por su crueldad. Cifras que marcan una pibada exiliada del paraíso tantas veces prometido y tantas veces saqueado o definitivamente privatizado.

Seis de cada diez pibas y pibes menores de dieciocho años sufren las consecuencias del empobrecimiento; entre los años 2016 y 2018 se duplicó la cantidad de personas con inseguridad alimentaria, siendo los más afectados las niñas, niños y adolescentes; más de la mitad de las y los adolescentes de 13 a 17 años consume alcohol, dos de cada cinco fuman tabaco y uno de cada diez fuma marihuana y hay una tendencia creciente en el consumo de sustancias desde 2010; dice el último informe de la UNICEF Argentina de junio de 2021.

La pibada exiliada es consecuencia de una historia que concentra y extranjeriza riquezas en pocas manos y continúa socializando las hipocresías.

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