Argentina: Las provocaciones del superministro Dujovne, el portavoz del FMI
“Nunca se hizo un ajuste de esta magnitud en la Argentina sin que caiga el gobierno”, dijo provocadoramente Nicolás Dujovne, quien “maneja” (por encargo de terceros) la economía, en una Argentina en grave crisis económica y social, donde “el horno no está para bollos” en vísperas de la Cumbre del G-20 y un diciembre caliente.
Nicolás Dujovne es actualmente el superministro del gobierno de Mauricio Macri. Están bajo su órbita los antiguos ministerios de Finanzas, Producción, Energía, Transporte e Interior y Modernización. La idea de codearse con el poder no le viene del macrismo, sino que es parte de su ADN. Su padre, Berardo, es un conocido arquitecto que ha hecho trabajos para un señor llamado Donald Trump, entre ellos la Torre Trump en Punta del Este.
Su madre, Silvia Hirsch, también arquitecta y cabeza del estudio Dujovne-Hirsch & Asociados lleva el apellido de una de las familias vinculadas al tradicional poder económico, asociadas desde el siglo XIX al conocido grupo Bunge Born.
Pero este Dujovne, más allá de los vínculos familiares, hizo “méritos propios” para llegar al sitio que hoy ocupa y que le permiten poder decir las cosas que dice, en abierta provocación a quienes –hoy- padecen sus políticas.
Por eso, las acciones y declaraciones de este personaje constituyen un muestrario de cómo se comporta un conservador a carta cabal. Cuando –en sus twits- se refiere a nuestras Islas Malvinas las denomina por su nombre en inglés (Falklands) o burlándose reiteradamente de los pobres y sus asentamientos villeros, tal como lo recogió la prensa cuando asumió su cargo. Pero esa costumbre de burlarse del sentimiento y necesidades del pueblo, no vienen solas, las acompaña con otros comportamientos menos “divertidos”, pero mucho más eficaces para “hacerse un lugar privilegiado” (trampas mediante) en esta sociedad.
En el Juzgado Criminal y Correccional Federal N° 4 a cargo de Ariel Lijo se tramita la denuncia donde es acusado de “Administración fraudulenta y cohecho trasnacional” por su responsabilidad en la toma de un crédito a 100 años, con una tasa anual del 7%. Eso significa que al cumplirse el 13% del tiempo, los inversores habrán recuperado el 100% de su inversión.
El resto del tiempo (87%), seguirán recibiendo una renta que sumará 12 y media veces el valor de lo originalmente prestado. Todo eso lo tendremos que pagar varias generaciones de argentinos. Tampoco falta en su curriculum una fuerte evasión impositiva por su lujosa vivienda de tres pisos en la que reside en Belgrano y que figura como “terreno baldío”.
Evasión que también se extiende a sus declaraciones impositivas respecto a una de las empresas en las que tiene invertidos parte de los 74 millones de dólares que tiene en el exterior, de un total de 97 millones, que figuran en su declaración patrimonial. Este “patriota” tuvo a su cargo la política económica cuando se fugaron del país miles de millones de dólares, los mismos que se le pidieron al Fondo Monetario Internacional (FMI) para no caer en cesación de pagos.
Su provocadora frase, que se corresponde con lo manifestado por el propio FMI unos días antes, es la muestra de cómo se burlan los poderosos de la falta de respuestas por la inexistencia de una dirigencia creíble. Ella se suma al dolor cotidiano de los padecimientos del pueblo argentino.
Los “caños” (bombas) que estallaron la última semana son parte de esa tragedia colectiva expresados de un modo donde abunda la ideología, falta la organización y es prácticamente nula -por lo visto- la experiencia.
Pero el señor Dujovne debe saber que la impunidad que tiene, por ser el “chirolita” (muñeco) que mueve los labios desde el regazo de la ventrílocua Cristine Lagarde, se puede terminar. Es una historia sabida que lo peor es “hacerle cosquillas a un león dormido”, éste puede despertar… En ese momento deberá rendir cuentas de todo lo hecho, porque, como decía un popular General argentino, la realidad puede “hacer tronar el escarmiento”
Embrollo del bono, cerco G-20 y “verano caliente”
Esta semana se publicó el Decreto 1043/2018 por el cual se aprueba un Bono de cinco mil pesos (unos 135 dólares) con destino a los empleados de las empresas privadas. El 50% del mismo se pagará en diciembre y el resto en febrero. Algunos aspectos imprecisos quedan en manos de la negociación entre las partes y pueden invocarse compensaciones si existieran pagos unilaterales por fuera de lo establecido en las convenciones colectivas.
Los beneficios de estas compensaciones o Bonos solo significan una mínima recuperación de lo que los salarios están perdiendo, respecto a la inflación, durante el presente año. De todos modos se ha adelantado el debate y otorgamiento de los mismos en función de algunas cuestiones de índole política. Ellos apuntan a amortiguar la cruda realidad social en función de dos temas: La realización del G-20 en los próximos días y la perspectiva de un “diciembre caliente”.
En lo que respecta al G-20 es sabido que se reunirán en Buenos Aires, los jefes de estado o gobierno de los más importantes países del mundo. El gobierno tiene que asegurarse que no ocurra ningún acontecimiento negativo de envergadura. En función de eso una buen parte de la ciudad se va cerrando a toda circulación que no tenga que ver con ese evento. La propia ministra d Seguridad Patricia Bullrich ha hecho la inédita propuesta que los porteños -que puedan- abandonen la ciudad y fue declarado como día no laborable (para la Ciudad de Buenos Aires) la jornada clave.
Con estas medidas aspiran a que la zona quede totalmente liberada en función de dicha actividad y que las movilizaciones previstas en repudio de dicha reunión no tengan vínculos con la vida cotidiana, queden aisladas y con un disminuido apoyo social, fuera de los sectores militantes. Todo ello facilitará la tarea represiva, si ella fuera necesaria.
Algo semejante ocurre con las previsiones en función del “diciembre caliente”, tal como ha ocurrido en los últimos años. Con los antecedentes de la grave situación social y las movilizaciones precedentes, el gobierno trata de reducir los efectos de la situación y los riesgos que ello pueda derivar en explosiones sociales. El planteo de adelantar el pago del aguinaldo y de algunas de las compensaciones previstas, apunta directamente al corazón del mencionado problema.